El fusilamiento de Oscar: una disyuntiva en la vida de Céspedes

El fusilamiento de Oscar: una disyuntiva en la vida de Céspedes
Fecha de publicación: 
29 Mayo 2024
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Amado Oscar de Céspedes y Céspedes

De que un hijo de Carlos Manuel de Céspedes llamado Oscar fue fusilado por fuerzas españolas y que el iniciador de las guerras independentistas en Cuba rechazó negociar su salvación a cambio de que él abandonara la lucha han escuchado la mayoría de los cubanos. Sin embargo, las circunstancias específicas en que se dieron estos acontecimientos son menos conocidas.

Se trata, sin lugar a dudas, de una de las disyuntivas más trágicas en la vida de Carlos Manuel de Céspedes. 

Amado Oscar de Céspedes y Céspedes nació en la ciudad de Bayamo, en el oriente de Cuba, el 9 de julio de 1847, fruto de la unión de Carlos Manuel de Céspedes y su primera esposa, María del Carmen de Céspedes, prima del hacendado bayamés. Tomó sus primeros estudios en la vecina Manzanillo, a donde se mudó la familia. Luego cursó el bachillerato en la capital de la colonia y matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. 

Sus datos biográficos esenciales dan cuenta de que el alzamiento de su padre el 10 de octubre de 1868 lo tomó por sorpresa en la principal urbe de la Isla. Oscar decidió exiliarse en Estados Unidos y regresar a Cuba en una expedición armada. Al parecer, hubo varios intentos fallidos; pero en 1870 logró desembarcar junto a un grupo de patriotas por una playa entre Manatí y Puerto Padre, Las Tunas.

Oscar se encontraba en el campo insurrecto, como muchos de sus familiares y allegados, cuando el 12 de mayo de 1870 el mando español en Camagüey organizó una operación contra un campamento mambí en la hacienda La Caridad, a ocho kilómetros de Guáimaro, donde conocía que moraba uno de los hijos del presidente de la República en Armas. Esto lo ha explicado el historiador granmense Aldo Naranjo Tamayo, quien apunta que la misión estuvo a cargo del brigadier Carlos de Suauces y el coronel Francisco Menéndez Benegasi.

El asalto se materializó en la noche. Oscar se hallaba en el lugar junto a su esposa Manuela de Céspedes y Chávez, otra descendiente de la familia vinculada a la insurrección. A pesar de los intentos de defender el campamento, los mambises pronto tuvieron que ceder ante la superioridad numérica. Oscar logró salir del cerco; su esposa quedó detrás. Él regresó en su auxilio, según cuenta el citado historiador granmense. En tal circunstancia cayó en manos de los españoles. 

Resultaron apresados casi 30 individuos entre hombres, mujeres y niños. Siete fueron fusilados inmediatamente. Oscar fue conducido con otras personas a un campamento español en Guáimaro. Allí un consejo de guerra lo condenó a muerte. No obstante, el capitán general ordenó su traslado a Puerto Príncipe, donde él estaba en ese momento. De acuerdo con Naranjo, quien ha investigado en profundidad sobre la vida de Carlos Manuel de Céspedes, el capitán general personalmente se encargó de interrogarlo. El plan era utilizarlo para comprometer al padre con la exigencia de ventajas para la conclusión de la guerra a favor de España. Quería que le escribiera una carta demandándole el cese de la lucha para salvar su vida. Aparentemente, el joven mambí contestó: “Primero perezca toda mi familia y yo con ella”.

A manos del iniciador de la guerra llegó una carta del capitán general. El jefe ibérico le proponía seleccionar un lugar por el que abandonar la Isla. Supuestamente habría garantías para el embarque y el perdón de la vida de su hijo. La respuesta de quien la historia de Cuba recordaría como el Padre de la Patria ha trascendido de la siguiente forma: 
“Duro se me hace pensar que un militar digno y pundonoroso como V.E. pueda permitir semejante venganza, si no acato su voluntad, pero si así lo hiciere, Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueran por nuestras libertades patrias”. 

Oscar de Céspedes fue fusilado el 29 de mayo de 1870. Pero el protagonista del grito en Demajagua, quien en la manigua no solo perdió a Oscar, sino una veintena de familiares, fue consecuente hasta el último minuto con decisiones como esa. Años después, el 27 de febrero de 1874, sería acorralado por fuerzas españolas y ante la posibilidad de resultar apresado disparó a sus enemigos; se defendió hasta el último aliento y murió sin rendirse en la lucha por la independencia de Cuba. 

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