Desigualdad mundial en espiral

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Desigualdad mundial en espiral
Fecha de publicación: 
14 Diciembre 2023
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Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, tres de los hombres más ricos del mundo.

«Cómo puede un hombre pobre aguantar tales tiempos y vivir», dice el estribillo y título de la vieja canción norteamericana de la Gran Depresión (1929) que fue resucitada y actualizada por Bruce Springteen, la cual cuenta de los desastres económicos y los manejos engañosos de los poderosos.

Tennessee Ernie Ford llevó esto a su más sentida expresión con su hipermagnífica 16 Toneladas, con millones de copias vendidas, y en la que, entre chasquidos de sus dedos, llama finalmente a San Pedro para que cierre su Portón, porque su alma entera se la llevó el Patrón.  

A veces, muchas veces, cuando escribimos sobre desigualdad, pensamos en Estados Unidos, lo más notorio, pero este es un problema mundial que afecta a todos.

No hay que esperar que los ricos del mundo se reúnan en Davos para elucubrar los patrones de conducta con el fin de seguir enriqueciéndose.

Cifras muy actuales constatan que el 1% más rico acumula casi el doble de riqueza que el resto de la población mundial en los últimos dos años.

Durante la última década, los súper ricos han acaparado el 50% de la nueva riqueza generada, cifra que acaban de superar.

La fortuna de los milmillonarios está creciendo a un ritmo de 2 700 millones de dólares al día, al mismo tiempo que al menos 1 700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países en los que la inflación crece por encima de los salarios.

Con la aplicación de un impuesto a la riqueza de hasta el 5% a los multimillonarios podrían recaudarse 1,7 billones de dólares anualmente, lo que permitiría que 2 000 millones de personas salieran de la pobreza. Pero no se hace.

El 1% más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde el 2020 a nivel global (valorada en 42 billones de dólares), casi el doble que el 99% restante de la humanidad.

La ley del más rico

«La ley del más rico» es un informe de Oxfam que se publicó el día en que comenzaron las más recientes reuniones del Foro Económico Mundial en Davos. Las élites se reunieron en la estación de esquí suiza en un contexto en el que la riqueza y la pobreza extremas en el mundo se han incrementado simultáneamente por primera vez en 25 años.

«Mientras la gente corriente hace sacrificios diarios en lo esencial como los alimentos, los súper ricos han superado incluso sus sueños más osados. Tras solo dos años, la presente década ya se perfila como la mejor hasta la fecha para los milmillonarios: una década dorada de bonanza económica para los más ricos del mundo», afirma Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.

«Aplicar mayores impuestos a los súper ricos y a las grandes empresas es una puerta de salida a las múltiples crisis a las que nos enfrentamos actualmente. Es hora de derribar el mito de que los recortes fiscales para los más ricos terminarán de alguna manera beneficiando al resto. Cuarenta años de rebajas fiscales para los súper ricos han demostrado que las oleadas de privilegios solo terminan por beneficiarles a ellos», espetó.

La riqueza de los milmillonarios ha aumentado a un ritmo desconcertante. Desde el 2020, con la pandemia y la crisis del coste de la vida, el 1% más rico acaparó 26 billones de dólares (el 63% de la nueva riqueza generada), mientras que tan solo 16 billones de dólares (el 37%) llegaban al resto de la población mundial.

Por cada dólar de nueva riqueza global que percibe una persona perteneciente al 90% más pobre de la humanidad, un milmillonario se embolsa 1,7 millones de dólares.

El crecimiento extraordinario en sectores como el de la energía y la alimentación ha disparado de nuevo los patrimonios de los más ricos. Como el informe revela, 95 grandes empresas de energía y de alimentación más que duplicaron sus beneficios en el 2022. Generaron 306 000 millones de dólares, y destinaron 257 000 (el 84%) a remunerar a sus ricos accionistas.

La dinastía familiar Walton, propietaria del 50% de la multinacional Walmart, recibió 8 500 millones de dólares de dividendos a lo largo del año pasado. Solo en el 2022, la riqueza del milmillonario indio Gautam Adani, propietario de grandes compañías energéticas, se ha incrementado en 42 000 millones de dólares (un 46%). En Australia, Estados Unidos y el Reino Unido, estos enormes beneficios empresariales han contribuido como mínimo al 50% del crecimiento de la inflación.

Hambre

Mientras tanto, subrayamos, al menos 1 700 millones de trabajadores viven en países donde el crecimiento de la inflación se sitúa por encima del de los salarios, y más de 820 millones de personas en todo el mundo (aproximadamente una de cada diez) pasan hambre.

Las mujeres y las niñas suelen comer en último lugar y en menores cantidades en los hogares, y representan casi el 60% de la población mundial que padece hambre. Podríamos estar ante el mayor incremento en la desigualdad entre países y la pobreza desde la Segunda Guerra Mundial.

Países enteros se encuentran al borde de la bancarrota. Los más pobres destinan cuatro veces más recursos al servicio de la deuda (en manos de ricos acreedores) que a los servicios de salud pública. Tres de cada cuatro gobiernos del mundo tienen previsto recortar el gasto público por un importe total de 7,8 billones de dólares, aplicando medidas de austeridad durante los próximos cinco años, lo que se extiende a los sectores de la salud y la educación.

Décadas de recortes y privilegios fiscales para las grandes fortunas y grandes empresas han sido cómplices del aumento de la desigualdad, de tal forma que, en la práctica, en muchos países, las personas con rentas más bajas acaban pagando tipos impositivos efectivos superiores a los que tributan los milmillonarios.

El muy mentado Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo, pagó un «tipo impositivo real» de alrededor del 3% entre 2014 y 2018. Sin embargo, Aber Christine, vendedora de harina de Uganda, paga en impuestos el 40% de lo que logra facturar, ganando apenas 80 dólares al mes.

Por cada dólar recaudado en ingresos fiscales en el mundo, únicamente cuatro centavos proceden de gravar la riqueza. La mitad de los milmillonarios vive en países que no aplican ningún tipo de impuesto de sucesiones a la riqueza que estos transfieren a sus descendientes directos. Por lo tanto, cinco billones de dólares irán a parar, libres de impuestos, a sus correspondientes herederos; un importe que supera el PIB de África y que perpetuará una nueva generación de élites aristocráticas.

Rentas, no trabajo 

La mayor parte de los ingresos de las personas más ricas no se derivan de su trabajo, sino que son esencialmente rentas de capital sobre sus activos. Sin embargo, la tributación sobre las rentas de capital se sitúa en torno al 18% en promedio, aproximadamente la mitad de los tipos marginales sobre las rentas del trabajo.

De hecho, los impuestos aplicables a los más ricos han llegado a ser históricamente mucho más altos. Durante los últimos 40 años, gobiernos de África, Asia, Europa y las Américas han ido reduciendo los tipos impositivos sobre las rentas más altas, mientras se han elevado los impuestos al consumo sobre bienes y servicios, es decir, impuestos que recaen desproporcionadamente sobre quienes tienen menos y que amplían las brechas de género.

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos el tipo marginal en el impuesto sobre la renta federal se situó por encima del 90%, y en el 81% en promedio entre los años 1944 y 1981. Otros países ricos también aplicaron tipos impositivos similares durante años de gran desarrollo económico, lo que contribuyó enormemente a ampliar el acceso a servicios públicos como la salud y la educación.

Pero esto ya se olvidó, y así es poco probable que se alcance el objetivo de poner fin a la pobreza extrema de cara al 2030, mientras se incrementa la desigualdad global.

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