Bolsonaro: Más preocupado por armar el país que por el impeachment y la pandemia
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Más de 70 demandas oficiales solicitando la destitución del presidente Jair Bolsonaro se presentaron hasta este domingo, relacionadas a la mala gestión y descuido desmedido del gobierno ante la pandemia de la Covid 19, los reclamos por una campaña nacional de vacunación, delitos ambientales, las manifestaciones reiteradas de racismo, misoginia, homofobia y el aumento de la violencia en el país durante su mandato.
Medios de prensa locales consideran que tal parece que “un círculo vicioso” no deja que avance el proceso de impeachment contra el mandatario aunque dirigentes sociales, senadores y hasta políticos de diversas regiones del país se han unido a la campaña agregando los más disímiles delitos: responsabilidad contra la Constitución Federal, crímenes contra el biomas del Amazonas y el Pantanal, genocidio de la población indígena, apología a la tortura, crímenes de racismo, ataques a la democracia, a la soberanía nacional y a los derechos humanos y por supuesto, atentado contra la vida.
Para el alcalde de Rio de Janeiro, Rodrigo Maia, solo en torno a la pandemia, el gobierno Federal compró y difundió medicamentos sin eficacia científica comprobada y desalentó el confinamiento social, promoviendo actos políticos con grandes multitudes y sin mascarillas, en una nación que está muy cerca de los 10 millones de contagiados por la Covid 19 y casi 240 mil personas han fallecido.
Según resalta Telesur, la jurista Tania Oliveira, de la Asociación Brasileña de Juristas por la Democracia, señaló que sin la presión de las calles es muy difícil que avance el impeachment contra Bolsonaro, de ahí que se mantienen las convocatorias a la jornada internacional “Stop Bolsonaro” convocada por colectivos brasileños de activistas residentes en ese país y en otras muchas partes del mundo como forma de ejercer presión popular en el Congreso de la nación suramericana para que se concrete el juicio político.
Al menos en 20 países se registran de forma habitual todos los fines de semana actos en las calles, que forman parte de la campaña Stop Bolsonaro y en el gigante suramericano #ForaBolsonaro es tendencia entre las etiquetas principales de quienes llevan su reclamo a la red social Twitter.
Las “preocupaciones” actuales de Bolsonaro
Mientras algunas regiones del país como el estado Amazonas siguen recibiendo ayuda de Venezuela, quien ya envió un segundo cargamento de oxígeno para atender a los pacientes graves y críticos debido a la pandemia, el presidente brasileño está más preocupado – según sus propias palabras – en preparar dos o tres decretos más para facilitar el acceso a las armas de fuego y aunque en 2020 se rompió el récord de venta de estas, “el ciudadano de bien ha sido durante mucho tiempo desarmado”.
Como para él, esta es una forma de promover la “autodefensa”, este sábado se dio a conocer un decreto oficial mediante el cual los ciudadanos con licencias podrán adquirir hasta 6 armas y 2 mil municiones por año y el conocido certificado de “capacitación técnica” indispensable para acceder al armamento puede sustituirse por una simple declaración de un club de tiro que diga que el solicitante practica de forma habitual. De esta forma los miembros de estos clubes y los de cazadores tendrían acceso hasta 60 armas por año sin el permiso del Ejército que hasta este momento se exigía.
En esto sí Bolsonaro ha sido fiel a sus promesas electorales y se ha dedicado con empeño: en diciembre de 2019 promulgó un decreto que facilitaba la compra, el registro y la tenencia de hasta cuatro armas de fuego y en abril del pasado año revocó tres ordenanzas que pretendían rastrear, identificar y marcar las armas y municiones, tras lo cual eliminó las tasas de importación de revólveres y pistolas. Se estima que solo en el año 2020 el registro de armas en esa nación creció en un 60 por ciento.
Datos oficiales de los 26 estados del país y el Distrito Federal reflejan el aumento de un 5 por ciento en los asesinatos registrados el pasado año, 2 mil más que las del año anterior para un total de 43 mil 892 muertes violentas, la mayoría de las víctimas fueron mujeres, líderes sociales, homosexuales y negros.
“La violencia en Brasil tiene color”, ha denunciado recientemente el expresidente brasileño Luis Inacio Lula da Silva, quien dijo además, que en los últimos 10 años, 650 mil negros fueron asesinados en el país, el 80 por ciento de ellos a manos de la policía.
“A pesar de ser mayoría, los hombres y mujeres negros se encuentran todavía en los niveles más crueles de desigualdad, pobreza y violencia”, considera Lula, pero esto al parecer importa menos a Bolsonaro que su amor por las armas.
En lo que sí insiste es en que se apruebe en el Parlamento la llamada “exclusión de licitud”, lo que impediría que fuesen juzgados los policías que maten en ejercicio de sus funciones a delincuentes o a quienes ellos consideren que lo sean, pues para él los oficiales deben tener garantías para ejercer sus funciones y si está armado en las calles es porque el gobierno le dio las armas. Esto sin tener en cuenta que bajo su mandato los cuerpos de seguridad brasileños retrocedieron unos 10 años, considerándose nuevamente entre los más violentos del mundo.
Las próximas semanas podrían ser definitorias y la presión popular aumenta, pero no se avizora en un corto plazo un juicio político a ese personaje nefasto. Creo que solo que un fuerte movimiento de calle podría impulsarlo en un país que se autodestruye, tal como lo confirmó el llamado realizado esta semana por los líderes del Partido de los Trabajadores de Brasil, la organización política más grande del país al arribar a su 41 aniversario.
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Sandy González
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