#AnalizandoDatos: Los contendientes de Trump

#AnalizandoDatos: Los contendientes de Trump
Fecha de publicación: 
27 Julio 2023
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Llevo tres semanas advirtiendo a todos, pero como se vive a un ritmo mediático tan intenso y cuesta hacer caso, lo repetiré una vez más: Donald Trump será cómodamente electo candidato en la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, el próximo verano.

Pero, como la opción dramática de que los procesos legales en curso puedan derivar en la salida forzosa del ex presidente de esta contienda, no deberíamos desentendernos del resto de los contendientes. Y ya de paso, conocemos algo más de los retadores de Trump, les hago publicidad no retribuida, y yo trabajo en el artículo de la semana. Vamos a ponernos serios entonces.

Hasta la fecha, y con el período de presentar campañas casi finalizado, el Partido Republicano cuenta con al menos 10 candidatos conocidos que buscan la candidatura de su partido. Compiten con Trump su ex vicepresidente Mike Pence; los gobernadores de Florida, Ron DeSantis y de Dakota del Norte, Doug Burgum; los ex gobernadores de Nueva Jersey, Chris Christie —quien hace más de cinco años no ejerce un cargo público— y de Arkansas, Asa Hutchinson; Nikki Haley, exembajadora ante Naciones Unidas y exgobernadora de Carolina del Sur; Tim Scott, senador federal de Carolina del Sur; el empresario de biotecnología Vivek Ramaswamy; y el presentador de un programa conservador de conversación Larry Elder, quien ya probó suerte, sin éxito, para gobernador de California.

Aunque parece un listado largo, pudo ser mucho mayor, más que en las primarias de 2016 cuando llegaron a ser 17 aspirantes. Y es que varios republicanos que habían expresado su intención de presentarse, ya han renunciado a ello, como el exsecretario de Estado Mike Pompeo; el gobernador de Nueva Hampshire, Chris Sununu; el exgobernador de Maryland, Larry Hogan; el senador de Texas, Ted Cruz; y el senador de Arkansas, Tom Cotton. Otros políticos como el exsecretario de Energía, Rick Perry; el alcalde de Miami, Francis Suarez; y el gobernador de Virginia, Glenn Youngkin; tampoco parecen determinados a presentarse, aun cuando se han presentado como potenciales aspirantes.

La actual lista de aspirantes iguala a los de 2016 como la de más diversidad racial: Scott y Elder son negros, mientras que Haley y Ramaswamy tienen raíces indias. Para Haley y Scott en particular, la raza juega un papel clave en su mensaje a los votantes, aunque los cuatro niegan la existencia del racismo sistémico, y en general se oponen a políticas federales diseñadas para ayudar a personas en función del color de su piel. Los líderes republicanos esperan que esa diversidad ayude a que el partido continúe sus modestos progresos entre votantes negros y latinos, grupos que siguen apoyando abrumadoramente a los demócratas, pero incluso pequeñas grietas en esa coalición, podrían ser significativas en el año 2024.

Sólo hay una mujer entre los aspirantes, pero sí hay bastante variedad etaria. Trump es el mayor con 76 años, mientras que Ramaswamy es el más joven con 37, seguido por DeSantis con 44, mientras el resto están en la cincuentena, son sexagenarios o septuagenarios.

Dignos republicanos al fin, con escasas excepciones, todos los candidatos han abrazado duras políticas conservadoras en temas como inmigración, violencia armada y derechos de género y  de la comunidad LGBTQ, y se oponen en mayor o menor medida al derecho al aborto, aunque hay diferencias en el nivel de su oposición y en su discurso sobre el tema, que podrían moderar aún más en el escenario preelectoral sin comprometer acciones o posiciones a futuro. También se oponen a introducir nuevos límites en la propiedad de armas, incluida una prohibición de las de asalto. La mayoría atribuye la epidemia de violencia armada en el país a cuestiones de salud mental.

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Fotografía tomada de Internet

Como observamos en la anterior entrega, ninguno de los contendientes se acerca en los sondeos a Trump. Al presentar candidatura con tanta antelación —hace siete meses ya— buscaba asustar a sus potenciales rivales y plantarse en el escenario electoral antes de la avalancha de procesos legales en su contra. Quizás lo primero no lo consiguió del todo, pero lo segundo resultó un movimiento hacia resortes emotivos enquistados en el estadounidense promedio; la narrativa que manejó Trump hacia sus bases electorales, le permitió conectar con el criterio de que una cosa es un ciudadano común hostigado por una justicia “sin pruebas”, y otra es un candidato asediado por el poder judicial corrupto que le impide volver a “hacer grande al país”. Trump se blindó, se victimizó y trabajó las emociones de solidaridad ante una presunta injustica, para mantener un firme asidero sobre una parte importante de las bases republicanas, a las que no parece entusiasmarles las propuestas restantes.

La variedad de rivales también ha creado un problema matemático que está beneficiando a Trump, porque ha atomizado a quienes lo adversan, pero no ha mellado a quienes lo apoyan. Menos aún tal variedad de rivales se ha traducido en variedad de estrategias para derrotarlo. Según lo visto, DeSantis es su rival más fuerte, pero aún no traza una estrategia consistente, y sobre todo propia, genuina y diferente a la de Trump. Apostar a enfrentarlo imitando su agenda en inmigración, aborto y otros temas, mientras adopta el estilo combativo y las formas del expresidente, no lo hacen más que una versión 2.0 de su rival.

Además, DeSantis aún se está estrenando en política nacional. Los rivales de ambos partidos investigan a fondo su pasado en busca de cualquier indicio de información perjudicial, y sus colegas republicanos cuestionan abiertamente sus habilidades sociales. Y sí, un supuesto escenario sin Trump, pudiera alterar sustancialmente las preferencias de las bases republicanas, pero no necesariamente en favor de DeSantis.

Tampoco pareciera rendir frutos apelar a la constante electorera estadounidense de atacar la gestión y capacidades políticas de Trump, buscando exponerlo como incapaz e inmoral. El mismo DeSantis, Pence y Christie, lo han intentado, sin resultados perceptibles.

Otro espacio que suele modificar tendencias pudieran ser los debates, que deben iniciar en agosto, pero existe incertidumbre ya de que Trump ha planteado la posibilidad de no acudir, dada la ventaja con que cuenta, mientras DeSantis ha arremetido contra los medios tradicionales que jugarían un papel en organizar esos eventos.

Aunque pudiéramos asumir que el escenario de las primarias ya está planteado, aún hay cabida para sorpresas en los próximos meses. En todo caso, para los rivales de Trump el principal objetivo de esta carrera pareciera no estar tanto en ganar —que no le viene mal a alguno si lo logra—, sino en acumular millas en la vida política, posicionarse en el liderazgo interno del partido y visibilizarse hacia 2028.

Para la próxima entrega trataremos un poco de tendencias entre ambos partidos, que ya es hora de ver algo de tensión en el mapa electoral de Estados Unidos.

 

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