ZONA CRÍTICA: ¡Buen concierto!

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ZONA CRÍTICA: ¡Buen concierto!
Fecha de publicación: 
6 Abril 2025
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Un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional. Foto: Facebook de la agrupación.

Resulta alentador constatar que la Orquesta Sinfónica Nacional y otras agrupaciones similares mantienen un público fiel, al que se suman jóvenes y personas que se acercan por primera vez al mundo de la música de concierto. Es una buena noticia, porque demuestra que existe interés y renovación en la apreciación de una manifestación artística de gran valor. No obstante, sería deseable que todos los asistentes —habituales o debutantes— conocieran y respetaran ciertas normas elementales de conducta en este tipo de presentaciones.

Uno de los problemas más recurrentes es el uso inadecuado del teléfono móvil. No es raro que suene un celular en medio de una obra, interrumpiendo la concentración del público y, sobre todo, la interpretación de los músicos. Apagar o silenciar el dispositivo es un gesto sencillo que denota respeto hacia los artistas y hacia los demás asistentes. Resulta también molesto ver personas chateando o navegando en Internet, iluminando con sus pantallas las butacas vecinas, como si estuvieran en un parque o en la sala de su casa, cuando en realidad han pagado por asistir a una experiencia que merecería toda la atención.

Hay quienes, además, entablan conversaciones en voz alta o hacen comentarios durante la ejecución de las obras. Estas tertulias imprevistas distraen e incomodan al resto del auditorio, que asiste en busca de un espacio de recogimiento y escucha atenta. Si se llega tarde al concierto, lo más correcto sería esperar un momento adecuado para entrar, como una pausa entre obras o al final de un movimiento, a fin de no interrumpir la concentración de los músicos ni la experiencia de los demás.

También es importante introducir a los niños en el universo de la música sinfónica, pues la educación estética comienza desde edades tempranas. Pero hay que tener en cuenta la edad, el nivel de madurez y el interés del menor. Llevar a un niño que no puede mantenerse en silencio o quieto durante un tiempo prolongado puede convertirse en un problema para todos. Se trata de educar desde el ejemplo y con sentido común, para que las nuevas generaciones aprendan a disfrutar y a respetar este tipo de espectáculos.

Finalmente, conviene recordar una norma de cortesía que a menudo se pasa por alto: no se aplaude entre los movimientos de una obra sinfónica. Aunque pueda parecer un gesto de entusiasmo, interrumpe la continuidad del discurso musical. El aplauso debe reservarse para el final de la pieza completa. Honrar estas normas no es capricho ni una pedantería: es una forma de preservar la calidad del espectáculo y de contribuir a una experiencia colectiva más grata y respetuosa.

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