ZAPPING: Los hijos de Pandora

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ZAPPING: Los hijos de Pandora
Fecha de publicación: 
21 Diciembre 2022
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Concluye esta semana Los hijos de Pandora (lunes, miércoles y viernes, Cubavisión). Ha sido un buen ejemplo (bueno por representativo y bueno por calidad) de ese producto ya distintivo en el panorama latinoamericano: la telenovela cubana.

Una telenovela en Cuba puede ser ámbito de múltiples confluencias: desde el melodrama más convencional hasta una recreación decidida y comprometida del contexto. La telenovela cubana suele apostar por la utilidad del arte: muchas veces son plataformas para abordar temas acuciantes, con una remarcada visión de los valores humanos.

En Los hijos de Pandora no hay peripecia por el mero atractivo de la peripecia: hay un concepto, un posicionamiento ético, una poética de la acción.

Lo mejor es que todo está planteado sin altisonancias ni didactismo. Seducen la naturalidad con que fluyen las tramas, la empatía de los personajes, la limpieza de la estructura dramática. El espectador puede identificarse. Le están hablando en su idioma, le están pulsando determinadas cuerdas emotivas.

Lo más importante en Los hijos… es el ser humano, con sus realizaciones y problemas. Gran virtud es saber traducir eso en una historia diáfana, atractiva, dinámica... Aquí se logró.

Claro, si se mide esta propuesta a partir de las pautas del folletín televisivo tradicional se hace evidente que hay poca trampa, intriga, sorpresa… Desde el principio uno pudo vislumbrar cuáles eran los conflictos de los personajes y la manera en que se iban a resolver. No hubo puntos de giro epatantes que dejaran al espectador sobre ascuas o que comprometieran la integridad de heroínas y héroes (aunque en definitiva se sepa que los héroes van a vencer todos los obstáculos).

No hubo, pero no se extrañó demasiado. Bastó la contundencia de las tramas y la manera en que fueron alcanzado su resolución para mantener el interés. Y aunque al principio la telenovela tardó lo suyo para “arrancar” (algo de regodeo en la presentación de los personajes y conflictos), se consiguió dosificar bien la sucesión de acciones.

Contribuyó mucho la calidad de los diálogos, que rehuyeron amaneramientos y cultismos… sin caer en la chabacanería populachera. Y ha sido vital el compromiso de los actores con ese texto, la verdad con que lo defendieron. Sobresaliente el desempeño del elenco, y en eso influye mucho la dirección de actores. Los niños y adolescentes, por ejemplo, han hecho gala de una organicidad, una integración y una coherencia ejemplares. No ha habido notables diferencias entre los que comienzan y los consagrados.

La factura del producto (que ha sido talón de Aquiles de muchas producciones nacionales, aunque el público —si la historia es buena— no suele otorgarle gran importancia) es aquí digna, aunque algunos apartados siguen estando por debajo de los estándares internacionales.

La grabación fuera de los estudios plantea no pocos desafíos. Y no siempre alcanza con el empeño. La calidad del sonido, por ejemplo, está lejos de ser la óptima. Hay escenas en que apenas se entiende lo que dicen los personajes por la contaminación con ruidos del ambiente o por el desnivel de las pistas de la música.

Hay cierta búsqueda formal en la fotografía —evidente sobre todo en las cortinas—; la elección de ciertos filtros, que afianzan una determinada tonalidad, parece ser una marca autoral.

Los temas de la presentación, despedida y de toda la banda sonora de la telenovela dialogan efectivamente con el discurso general, y aportan matices interesantes a las historias.

Los hijos de Pandora ha sido una telenovela amable, pletórica de gratificaciones. Eso no significa que no hubiera tramas complejas, arduas, incluso descarnadas. Pero la gran humanidad en el tratamiento, y esa ingeniosa mezcla de humor y drama que marcó a algunos de los núcleos, evitaron el morbo o la apabullante intensidad.

En Los hijos de Pandora, como era de esperar, triunfa el amor: la gente se quiere y lo demuestra. La fuerza de la familia. Aquí hay muchas sonrisas y abrazos. Se abre la célebre caja de problemas, pero también se cierra. Hay fe y esperanza. Y eso, en estos tiempos tan demandantes, hace mucha falta.

Comentarios

Es una lástima que ya se termine Los hijos de Pandora. Hubiéramos deseado que tuviera más capítulos. Agradecemos la entrega de esta telenovela por la humanidad de los temas que trata, por la forma de abordarlos y por esa impecable actuación de los actores. Los felicitamos a todos, comenzando por su autor, por supuesto, y por los que han tenido que ver con su realización.
Buenísima telenovela, lástima que llega a su fin, lo único señalable desde mi optica de televidente es el detalle que se aborda en el artículo referente al audio de la telenovela, es algo en que seguimos incurriendo una y otra vez que empañan el buen hacer de la producción en general, es de muy mal gusto que no se entienda lo que hablan los interpretes, es un detalle que debe cuidarse con suma cautela, tengo que poner el volumen de TV a fulll para poder entender lo que se dice en muchas ocasiones durante el desarrollo de los capitulos, fuera de eso todo muy bien logrado, que hay que seguir ganando en calidad en la puesta en escena, en los planos, la fotografía es muy cierto, pues aún se adolece de ese impacto visual cuando se compara con producciones foráneas, son detalles que se salvan con la calidad de las interpretaciones, el buen desarrollo de las tramas y el contenido en si de la Novela, si en esos detalles hay calidad demostrada lo otro pasa a un segundo plano.
fredym@trdcaribe.co.cu

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