Vacunación pediátrica, una feliz noticia en construcción

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Vacunación pediátrica, una feliz noticia en construcción
Fecha de publicación: 
30 Septiembre 2021
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Fotos cortesía de las familias y docentes de la escuela Abel Santamaría

Fotos cortesía de las familias y docentes de la escuela Abel Santamaría

En la escuela primaria Abel Santamaría Cuadrado, de La Habana, solo quedaron sin recibir la primera dosis de la vacuna cubana contra la Covid 19, Soberana 02, los estudiantes que padecieron la enfermedad en algún momento de estos casi dos años de pandemia, asegura el director del centro, Yoel Díaz Temprano.

Tras una hora de observación en el vacunatorio habilitado en el propio colegio, no se reportó ninguna reacción adversa, explicó el profesor Yoel, quien afirma que ya están todos preparados para enfrentar el siguiente reto: la segunda dosis prevista para la primera quincena de octubre.

La mejor noticia de los últimos días se leyó en nuestros medios con diferentes nombres, con rostros distintos en las fotos o videos, con escenarios repartidos por toda la isla, del Cabo de San Antonio a la Punta de Maisí, y justamente eso la hace más grande, más alentadora: Cuba ya ha vacunado a la inmensa mayoría de sus niños y niñas con un fármaco propio (soberano) y absolutamente seguro.

Las impresiones de Amada Ramos, maestra de cuarto grado, se multiplican entre miles de educadores de todo el país: "Me siento feliz porque es un paso de avance saber que mis alumnos ya tienen la primera dosis y pronto, cuando culminen las tres, podremos reiniciar el curso sin dejar de ser celosa con las medidas higiénicas que ayudan a la vacuna. Estos primeros días de vacunación me dejaron una impresión muy positiva, fue un ambiente de fiesta, de alegría, los padres y alumnos contentos de comenzar con la inmunización y, sobre todo, muy seguros y  confiados".

Otro elemento importante de esta noticia que solo tendrá su punto final cuando el último de nuestros pequeños quede inmunizado contra la Covid 19, es que no ha sido un empeño individual, sino colectivo. Se ha manifestado, ciertamente, la fuerza de un país. 

El hecho de que la mayoría de los espacios escogidos para la vacunación infantil fueran precisamente las escuelas y círculos infantiles nos dejó ejemplos elocuentes de aquella verdad y además, al decir de la psicopedagoga Norma de la Caridad Suárez Suárez, quien también formó parte del proceso en Abel Santamaría resultó muy buena estrategia, "porque los niños y adolescentes fueron a su medio escolar, volvieron a ver a sus profesores, a sus maestros, a todos los que trabajan con ellos y se vieron entre ellos. 

"El día de la vacunación se veía reflejada en el rostro de los niños una inmensa alegría, estaban contentos de ese reencuentro con sus amigos. Además de la vacunación, para ellos fue muy importante volverse a ver con sus compañeritos de aula. Yo los observaba mucho y los veía felices. Claro, ellos saben lo que significa el proceso de vacunación para su salud, pero más que eso, pienso que significó mucho interactuar con sus amigos, contarse cosas. Imagínese que había que estar vigilándolos en el observatorio porque estaban las sillas ubicadas con el distanciamiento y ellos las movían y formaban círculos para conversar... Estaban muy emocionados y muy alegres".

Desde su mirada como especialista, a Norma le llamó la atención un detalle sobre el cual no pierde ocasión de alertar: "todos los niños andaban con un tablet o con un celular, cosa que tenemos que trabajar muy fuerte ahora cuando pase esto. En primer lugar yo les decía que a la escuela no pueden venir con esos equipos cuando empiecen las clases, eso es una cosa complementaria para buscar información o para desarrollar habilidades en la computación, pero no pueden ser dependientes de eso. En nuestro país eso no es así".

En resumen, estas primeras jornadas de vacunación transcurrieron entre: "el amor, porque ellos demostraron allí el amor que sentían unos por los otros; la euforia, porque había algunos que saltaban, los afectos, la sorpresa al verse unos a otros. Los padres también sentían gratitud, confianza en la medicina cubana. Las familias se veían pausadas, seguras, confiadas y tenían mucho interés todos en que el proceso se desarrollara de la mejor forma.

"A los niños los hace sentirse más seguros, más confiados, van a tener menos temores porque saben que están protegidos por esa vacuna, que no se van a enfermar con tanta facilidad. Para mí es muy importante desde el punto de vista psicológico, pues en las casas es innegable que se ha hablado mucho del tema de la Covid y ellos han tenido manifestaciones de inseguridad, de tristeza, de miedo y todas estas cosas con la vacunación van a cambiar", augura la profe Norma y no se refiere solo a los pioneros de la escuela que ella atiende, sino a los de toda Cuba, el país que ha comenzado a construir una  feliz noticia, hecha a mano y con mucho corazón.

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