Tokio 2020: Mijaín López: cómo cargar a un país sobre el colchón (Fotos y videos)

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Tokio 2020: Mijaín López: cómo cargar a un país sobre el colchón (Fotos y videos)
Fecha de publicación: 
1 Agosto 2021
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Mijaín está a un paso de convertirse en el gladiador más grande de la historia bajo los cinco aros.

Sí señores, durante seis minutos este hombre que está determinado a convertirse en el luchador más grande de la historia cargó con un país sobre sus hombros en el colchón. Lo hizo antes en la ceremonia inaugural, nos ha llevado de la mano desde Beijing 2008, como a la bandera.

Mijaín López es de Herradura, Pinar del Río, sus 130 kg de músculo y ébano puro se han convertido en un fuerte inexpugnable para cualquier rival que intente interponerse en su camino, no importa de qué aval esté precedido.

Es como si caminara con una seguridad de otra dimensión y poco a poco fuesen cayendo a su paso muros, derribados a empuje, control de brazos, halones… y desbalances.

Una técnica que como nadie domina, asfixiante al cerrar esa pinza alrededor del tronco con dos tenazas fraguadas por el propio Vulcano. Así inició Mijaín su andadura en Tokio, con un objetivo, un único horizonte pese a sus casi 39 años de edad.

Así caminó por superioridad técnica de 9-0 sobre el rumano Alin Alexuc Ciuraru en 1:10 minutos de pelea, con soberano empuje, control todo el tiempo, y luego a ras del colchón su arma indefendible: el desbalance.

Así le recetó similar veredicto de superioridad por 8-0 al campeón mundial juvenil y rey de Asia iraní Amin Mirzazadeh cuando restaban 2:24 segundos del tiempo reglamentario para cerrar el duelo. Y es que cuando Mijaín planta sus postes sobre el colchón, moverlo es como intentar demoler una pirámide de Egipto, eterna en el tiempo, irreverente al paso del sol y los siglos.

Tocaba descansar, cobrar el aliento para un enésimo duelo con el turco Ryza Kayaalp. Ahora en semifinales, como si el destino fuese un maestro del capricho y los volviera a colocar cara a cara.

Otro nuevo acto cargado de “saña”, otra nueva victoria saldada con técnica, embates, fidelidad táctica y maestría 2-0 a favor de Mijaín.

Cuarta sonrisa sobre Kayaalp y seis minutos intensos in extremis, pero en los que también dejó al descubierto una vez más al otomano, que vio truncada por tercera ocasión la posibilidad de acariciar el Olimpo deportivo.

Mijaín no es invencible, no lo es, pero sus hazañas sobre el colchón parecen sobrenaturales. Ahora dio muestras de un fondo físico enviadiable, sin asomo de contratiempos con el peso corporal, y burlándose del parche anti-dolor colocado en su hombro izquierdo; con la iniciativa sobre la arena todo el tiempo, mejor que su adversario y por consiguiente acreedor de los dos puntos por pasividad. Incluso un desbalance le fue anulado tras un challenge por empleo de la pierna. Nada de eso perturbó su objetivo.

Hasta saltos de reafirmación dio sobre el tapiz cuando restaban apenas 30 segundos para el final del duelo.

 

En la final Mijaín se las verá con el georgiano Iakobi Kajaia, gladiador que se ha visto muy sólido y que nos privó de degustar una final entre cubanos, al eliminar al nacionalizado chileno Yasmani Acosta, fraguado al calor de múltiples batallas con Mijaín.

Quien, por cierto, está próximo a materializar lo que solo cinco deportistas han logrado en cuatro ediciones en línea.

Dicha relación la abrió el danés Paul Elvstrom, quien reinó en la modalidad de firefly y finn (velas), de Londres 1948 a Roma 1960.

Luego llegaría la órbita del disco de Al Oerter. El estadounidense se apropió de los máximos honores entre Melbourne 1956 y México 1968.

Otros dos coterráneos estadounidenses de Oerter se sitúan a continuación: Carl Lewis (atletismo-salto largo. Los Ángeles 1984 a Atlanta 1996); y Michael Phelps (natación-200 metros combinados. Atenas 2004 a Río 2016).

Cierra este quinteto de agraciados precisamente una luchadora, la japonesa Kaori Icho, reina en los 58-63 kilogramos desde Atenas 2004 hasta Rio 2016.

 

Videos: cortesía del colega Guillermo Rodríguez hidalgo, enviado especial de Radio Rebelde.

Orta, un eléctrico de carne y hueso

Ya habíamos manejado la posibilidad de que nuestra armada contara con eléctricos que nos pusieran a vibrar con sus respectivos performances. En la madrugada de este domingo, cuando el sueño pretendía hacer algo de mella en mí, Luis Alberto Orta (60 kg) pidió la palabra.

El capitalino salió al colchón como si de cuestión de vida o muerte se tratase y desafió cualquier vaticinio relacionado con la hoja de servicios de sus adversarios.

Primero dispuso 5-0 del estadounidense Ildar Hafizov, el pleito más equilibrado que sobre el papel aparecía en su organigrama. En cuartos de final llegaría su escollo mayúsculo: el ruso Serguey Emelin, rey del orbe y subtitular bajo los cinco aros. Pero el espíritu de Mijaín, Ismael Borrero, y el propio Filiberto Azcuy, eléctrico desde la esquina al punto de ser amonestado, se apoderaron de Orta, quien se sacudió de un adverso 0-3 inicial para darle vuelta al marcador y llevarse el triunfo 4-3. Agresividad, pase atrás, control de su adversario con la efectiva presa dos brazos-un brazo, fueron las divisas de Orta, siempre iniciador de acciones e inamovible en su postura de victoria sobre el centro del colchón.

La ruta pedestre no culminó ahí. En semifinales tendría a otro hueso mayúsculo de nombre Victor Ciobanu. Hombre igualmente con un palmarés de titular en el viejo continente y en más de una ocasión medallista Mundial.

¡Bah, me tiene sin cuidado! Diría Orta para sus adentros y lo expresaría sobre la arena. Superioridad técnica de 11-0, con técnica de cuatro tantos incluida, un volteo descomunal cuando Ciobanu, presa de la desesperación salió a intentar sorprenderlo con una embestida de último recurso en los compases finales.

Orta también está en la final, y de nuevo tendrá un escollo supremo que sortear en el japonés Kenichiro Fumita, rey del orbe regente. Pero si hasta ahora ha hecho caso omiso al palmarés de sus rivales, y de eléctrico indudable se trata… Habrá que esperar.

Orta sacó un pleito de abajo espectacularmente ante el ruso Emelin para acceder a semifinales.
El gesto de triunfo inconfundible.
Un puño que resume todo el sacrificio y determinación tras cinco años de preparación.

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