TEMPORADA DE DANZA: El arte de jugar

TEMPORADA DE DANZA: El arte de jugar
Fecha de publicación: 
31 Agosto 2024
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Imagen principal: 

Fotos: Christian Dehugo

Danza Teatro Retazos, bajo la dirección de la maestra Isabel Bustos, presentó en su sede de La Habana Vieja el espectáculo Juegos, coproducción con la compañía sueca Memory Wax con coreografía de Miguel Azcue.

Algunos asocian la poesía a cierta parafernalia esteticista, al artificio más o menos pronunciado... pero la verdad es que hay una posibilidad de poesía en la cotidianidad, en los objetos comunes, que no siempre resulta evidente. La poesía, obviamente es solo un género literario, es una condición. Hay poesía en la danza. La hay en esta propuesta.

El título puede ofrecer muchas pistas de las implicaciones líricas de la puesta. Juegos. Es evidente desde el principio la vocación lúdica: es como si los intérpretes estuvieran jugando, en el más convencional sentido del verbo. Juegan como los niños, o sea, descubriendo, y de paso descubriéndoles a los espectadores, las potencialidades de objetos comunes para devenir juguetes.

Una palangana, un destupidor, unas varas, ropa, tapas de calderos... Si esos objetos caen en manos de un niño comienzan a diversificar sus funcionalidades. Y esa resignificación implica la instauración de realidades paralelas, el ámbito de la imaginación. Eso explora la obra de de Azcue para Retazos.

Aquí hay un entramado inspirado y eficaz, una sucesión de escenas con un contundente caudal simbólico, que resulta muy diáfano sin ser obvio, que mantiene la atención. No hay regodeos, se cumple esa ley básica de las artes escénicas: di lo que tengas que decir, y termina.

Se evidencia la búsqueda permanente de la belleza... y se consigue, con una economía de recursos, con una esencialidad sorprendentes.

Hay que destacar la emotividad de la banda sonora, que pudiera parecer abigarrada, pero que pulsa ciertas cuerdas de un acervo compartido.

Y aplausos para el elenco. Un espectador inocente pudiera pensar que no hay grandes demandas técnicas en esta pieza. Y eso es un logro: los bailarines la bailan como si no les costara, con una naturalidad contagiosa. Pero hay un serio trabajo interpretativo, que garantiza en buena medida la comunicación con un público diverso. Esta, de hecho, es una pieza para toda la familia.

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