Sobre ciertas paradojas «culturales»
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Pablo Menéndez nació en los Estados Unidos. Una y otra vez se ha presentado con su grupo Mezcla en su país natal. Pero cada vez lo tiene más difícil.
Pablo Menéndez es una (otra) víctima de un bloqueo que afecta también los históricos vínculos entre dos culturas. «No somos enemigos. Somos vecinos» —dice en una publicación en sus redes sociales. Y se pregunta: «¿Qué nos mantiene separados?»
La respuesta parece clara: la obsesión de ciertos sectores ultraconservadores, de ciertos personajes del show miamense que se mueven por estos días al son electoral: presionan porque entienden que con presiones tumbarán un gobierno, apoyan al candidato que amenaza más, afirman que Cuba es un peligro para la democracia y la libertad universales.
Lo paradójico es que terminan por boicotear el arte, que es expresión emblemática de libertad. El músico Pablo Menéndez (que es un artista, no un político) lo tiene claro: las trabas no las pone Cuba.
El país que —dicen algunos— esclaviza su arte ha abierto sus puertas a grandes creadores estadounidenses, ha propiciado el encuentro entre artistas de las dos orillas. Las puertas las cierran allá. El bloqueo lo imponen allá. Las listas negras se crean allá. Y la respuesta de los artistas (y eso también lo tiene claro Pablo Menéndez) es seguir haciendo arte. Para el arte no hay fronteras.
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juan Carlos Subiaut Suárez
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