Sesenta años de una crisis que nunca terminó

Sesenta años de una crisis que nunca terminó
Fecha de publicación: 
23 Octubre 2022
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Fidel Castro durante la Crisis de Octubre, junto al pueblo se movilizó para defender la Revolución, octubre de 1962, Fuente: Fidel Soldado de las Ideas

Sesenta años de una crisis que nunca terminó

No podemos hablar de la Crisis de Octubre como un hecho aislado, sino como consecuencia de un fenómeno amplio que inició desde mucho antes con la histórica ambición injerencista de Estados Unidos con este pequeño archipiélago del mar Caribe, y de otros conflictos paralelos de índole similar en el mundo, que en este caso también implica a la superpotencia de la, entonces, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS. Los acontecimientos que tuvieron su punto cumbre finalizando el año 1962 favorecieron un complejo ambiente geopolítico que trascendió la región, puso, por primera vez, a Cuba en el mapa internacional, y mantuvo en vilo a la humanidad, dicen, al borde de la tercera guerra mundial.

Cuba, la espina a menos de 150 kilómetros

Repasemos el curso del suceso. Siendo muy joven la Revolución cubana, la frustración nortemericana de no conseguir sus propósitos de rendirnos con políticas de todo tipo, le llevó a los gobiernos de turno de aquel imperio a diseñar acciones concretas, encubiertas algunas y otras a todas luces. Primero fueron de incitación a rebeliones populares, como es costumbre, con el uso de estrategias de subversión, desinformación, con apoyo logístico, y aprovechándose de nuestras debilidades y carencias. 

Sin embargo, el detonante fue marcado por hechos rimbombantes como la fallida invasión a Playa Girón, y otros actos con el uso de bandas armadas en zonas montañosas como El Escambray. Ante tanto plan frustrado, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, aprobó la ocurrencia de proyectos más definitivos que implicarían, al final, invadir de manera directa a nuestro país, y para ello se prepararon.

Mangosta 

Las estrategias subversivas fueron escalando en intensidad. El asesinato a líderes sociales, y los numerosos planes detectados por la Seguridad del Estado de Cuba para aniquilar a la figura cimera de la Revolución, Fidel Castro; además de la aprobación del bloqueo económico, financiero y comercial; el aislamiento político y diplomático, sobre todo con la expulsión de los cubanos de la Organización de Estados Americanos, OEA; incluso espionaje, sabotaje, guerra psicológica y bacteriológica de gran impacto, todo orquestado desde la ciudad de Miami con el despliegue de miles de oficiales y agentes bajo el mando de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Se trataba de la confirmación de la guerra no declarada que poco a poco alcanzó dimensiones extraordinarias y dejó sin opciones a la dirigencia cubana. 

Desde 1961 Cuba apuró la preparación para garantizar la seguridad nacional de nuestro pueblo. Fue prioridad reorganizar e incrementar la capacidad de defensa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), incluyendo las vías terrestre, marítima y aérea, con el apoyo de tropas, armamento y equipamiento bélico de la URSS. Se crearon los tres ejércitos de Occidente, Centro y Oriente, y el Ministerio del Interior (MININT) con importantes direcciones generales como el entonces Departamento de Información, hoy Dirección General de Inteligencia (DGI) y la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).

Anádir

No obstante, y además de las constantes denuncias en el escenario público mundial, Cuba requería actuar con urgencia, pero carecía de los medios para enfrentar tal despliegue de ataques desde Estados Unidos, necesitaba un aliado potente. Por eso resultó oportuno cuando el 29 de mayo de 1962 llegó a La Habana una delegación soviética con la propuesta de instalar armas nucleares en territorio nacional, bajo la anuencia del secretario general del Partido Comunista de la URSS, Nikita Jrushchov.

En el contexto de la Guerra Fría la relación Cuba-URSS significó, más que solidaridad, una alianza estratégica. La operación encubierta bajo el nombre Anádir cumplía doble propósito: para los soviéticos, responder a la provocación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de mantener similar despliegue cerca de Moscú, en Italia y Turquía; y para Cuba, utilizarlos como repelente ante la intención planeada del gobierno de Kennedy de invadirnos.

El descubrimiento

Sin embargo fueron insuficientes los esfuerzos por mantener con cautela el traslado desde el continente europeo, y ya en suelo cubano el emplazamiento de los misiles, más la actividad de los efectivos militares soviéticos y la movilización de la propia fuerza cubana. Tanto ajetreo no pasó desapercibido, y por eso a inicios de octubre de 1962 un avión espía U-2 sobrevoló Cuba y encontró información valiosa que les sirvió para confirmar el peligro inminente, por primera vez, con un alcance descomunal.

La Casa Blanca se sentía insegura con la cercanía de tal despliegue de armas nucleares. El gobierno estadounidense manejó estrategias de gran impacto como bombardear y destruir las bases de los misiles, los depósitos y puestos de mando, acompañada de la obsesiva idea de invadir Cuba.

En un acto de desesperación, y ya con pruebas en la mano de la presencia de ese material en nuestro país, el 22 de octubre Kennedy anunció medidas de cuarentena que resultaron en un ilegal bloqueo naval, y en evidentes ejercicios militares en la región para frenar el desembarco de más armamento. De repente Cuba se vio envuelta en una crisis de grandes proporciones, e inmediatamente un Fidel previsor respondió decretando primero alerta y luego alarma de combate con la movilización de miles de personas entre militares y civiles.

Más tensión

Sin embargo, las fuerzas estadounidenses ignoraron las advertencias de Fidel y siguieron violando nuestro espacio aéreo, quizás creyendo que no nos atreveríamos a tanto, idea frustrada con el derribo de un avión espía el 27 de octubre de 1962 sobre Banes, provincia de Holguín. Este hecho sucedió casi de manera simultánea al inicio de las negociaciones secretas entre Jrushchov y Kennedy, una movida sorpresa a espaldas de la parte cubana, que dejó un vacío tremendo y quebrantó la relación de solidaridad establecida meses antes.

El resultado de las conversaciones entre los líderes de las superpotencias mundiales desconoció por completo la situación de Cuba, nuestras demandas y principios. El tratamiento de la soberanía de esta nación fue muy superficial, tal es así que a pesar de la promesa de Kennedy de no intervenir Cuba y eliminar el bloqueo, no fue hasta mucho después de retirada la carga nuclear que se terminó el cerco naval, y sin embargo permanecieron todas las demás formas de agresión desde Estados Unidos, hasta hoy.

El pacto

El fallo de aquel intercambio entre Kennedy y Jrushchov radica en que la parte soviética no asumió con firmeza las necesidades de Cuba, siendo integrante fundamental del conflicto. El acuerdo establecía la retirada de tropas y misiles soviéticos bajo inspección extranjera, a lo cual Fidel se opuso firmemente por constituir un acto hipócrita e injerencista, y asimismo expuso los puntos vitales para resolverlo de manera correcta. Por nuestra parte la única forma real de terminar el asunto implicaba detener el bloqueo económico y comercial, así como las actividades subversivas, injerencistas y toda forma de espionaje, sabotaje, y presión; además de la devolución del territorio ocupado por la Base Naval de Guantánamo. Mas no fueron propuestas tomadas en cuenta porque Cuba nunca fue convocada para negociar.

El pacto solo contemplaba desmantelar los emplazamientos soviéticos nucleares en Cuba y los estadounidenses en Italia y Turquía, con la promesa adjunta de no invadirnos. Pocas semanas después culminó la operación de repliegue y bajaron, solapadamente, las tensiones para convertirse en una espina presente como justificación para el ataque durante las décadas posteriores.

Vigencia

60 años después nuestras demandas son las mismas, sin embargo son silenciadas en determinados contextos. Y mientras cada vez recrudecen más el cerco y los distintos modos de guerras no convencionales guiados por la psicosis imperialista de Estados Unidos heredada gobierno tras gobierno, la postura de Cuba es firme al exigir soberanía. La historia demuestra que tenemos la razón y el derecho de ser un país libre de injerencias aunque el contrario sea la primera potencia mundial.

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