Rose Mary Almanza: Los pasos hacia Tokio, mejor que las palabras
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Tiene sus objetivos muy claros, tanto ella como su entrenador Frank Ayala persiguen que sea Tokio el momento de realización definitiva para Rose Mary Almanza. Lo cierto es que después que Almanza pisó pistas competitivas en este 2021, han sido constancia y progresos sus cartas de presentación.
Como si los meses en Guatemala una fiera estuviese acechando, contenida toda su furia para salir a por sus “presas”, acrecentando la fuerza de sus músculos, su mente, sus ganas y su fe.
Para tener una idea baste decir que antes de este año solo había conseguido rebajar de los 1:59 minutos en tres ocasiones: 1:57.70 en París el 4 de julio de 2015; al año siguiente 1:58.49 en Barcelona el 30 de junio; y 1:58.92 el año pasado el 20 de marzo en la Copa Cuba.
En la presente temporada la Rosa de Camagüey, además de llevar su marca personal hasta 1:56.28minutos en la parada de la Liga de Diamante de Estocolmo, con rivales de máximo rigor y tomando desquite de la jamaicana Natoya Goule (1:56.44); ha conseguido otros tres registros de relieve, inferiores a los 1:59 mencionados. Son los casos de 1:56.42 en Ordizia, España; 1:58.02 en la también ibérica Castellón; y el más reciente 1:58.51 de Mónaco, sobre el que no pocos escépticos prendieron las alarmas por su noveno escaño.
Para la agramontina nacida el 13 de julio de 1992 (edad 29 años), con 1.65 metros de estatura y 56 kilogramos de peso, las palabras no se le dan tan fácil como sostener su paso en la doble vuelta al óvalo, o dosificar sus fuerzas para salir a rematar en los últimos 80 metros.
De cualquier manera, siempre solícita, en extremo educada y agradecida, accedió nuevamente a dialogar con CubaSí:
¿Qué ha cambiado en los últimos meses en la forma de correr de Rose Mary? ¿Cuánto han incidido el profe Ayala y Sahily en la mejoría de tus tiempos?
“Creo que he ido alcanzando madurez deportiva. A eso le sumo la motivación tan grande que significa clasificar a unos Juegos Olímpicos. Tener respaldo en una carrera como la de los 800 metros, aunque sea en los entrenamientos es sumamente importante.
El profe Ayala, Sahily y yo nos llevamos muy bien. Además, están sus otros alumnos de Guatemala los cuales siempre nos han ayudado mucho, fundamentalmente en los tramos y kilómetros que tenemos que realizar y que constituyen para mucho la parte más monótona de los entrenamientos. Somos ocho en el equipo allá en Guatemala, divididos en cuatro hembras y cuatro varones.
Eso nos permite realizar parte del trabajo juntos, independientemente de la parte personalizada de la preparación”.
¿Hacia dónde concentraron los esfuerzos en esos meses de puesta en forma en la altura?
“Comenzaré diciendo que me cuesta más entrenar en la altura, elevar mis capacidades. Sin embargo, en estos meses he mejorado mis parámetros de fuerza, la velocidad tanto en la primera vuelta, como la potencia para el remate en el cierre; y lo más importante, estoy muy concentrada y mi psiquis está bien fuerte.
Imagina que este ha sido el año que más tiempo he estado lejos de mi familia. Somos muy unidos y esa distancia física uno se la siente. Afortunadamente siempre estoy en comunicación con ellos y no me ha faltado su apoyo incondicional, como siempre.
Nos propusimos mejorar ciertos parámetros para luego ver la expresión de esa mejoría en las carreras oficiales. Creo que los tiempos han sido el mejor medidor del progreso. Algo fundamental ha sido la potencia en los 300 metros finales, lo trabajamos mucho y desde hace un tiempo es el tramo preferido de la carrera para mí”.
Mejoría en el ritmo de carrera, fuerte hacia los remates, ¿algún aspecto que consideres debas continuar puliendo de cara a Tokio?
“Físicamente me siento muy bien. A los parámetros mejorados hay que agregarle un trabajo sólido de fortalecimiento muscular, y el provecho sacado a la altura en Guatemala. Precisamente uno de los objetivos era mejorar mis marcas y lo he logrado.
Solo en mi primera carrera del 2021 corrí sobre 2:02. Todas las restantes han sido por debajo de los dos minutos. La competencia en Estocolmo fue muy buena, pero me enteré de que había sido récord para el mitin cuando estaba en el doping.
En esos eventos pasan tantas cosas en tan poco tiempo que uno a veces se agita o exalta de más. Cruzas la línea de meta y te olvidas de un montón de cosas, sueltas una enorme carga.
Teniendo en cuenta tu estado de gracia, ¿qué aspiraciones olímpicas tienes en lo personal?
“Mi objetivo fundamental es clasificar a la final. Estamos hablando de tres carreras si lo consigo. Me siento muy bien, pero como sabes los 800 metros son una carrera muy táctica. Sobre eso también hemos venido trabajando porque correré sola y varios países tendrán a más de una representante y harán táctica de equipo.
Hemos estudiado mucho a las principales rivales, el profe Ayala es muy inteligente y detallista. Confiamos en pasar esas dos rondas. Es algo que he deseado por años. Ya en la final se trata de salir a pelear, a echar el resto, como dicen. Al pueblo que confíe, que saldré a darlo todo en cada carrera”.
¿Ana Fidelia?
“Un ejemplo, como corredora, como mujer, como cubana”.
Rose Mary lo confiesa, no es de hablar mucho. Las palabras no le brotan como la frecuencia de sus pasos. Quizás muchos no la recuerden, pero en el 2010 ya había sido cuarta en el Mundial juvenil de Moncton, Canadá (2:02.67). Al año siguiente coqueteó con el podio en Guadalajara, al culminar cuarta (2:04.82).
Entre sus mayores méritos está el doblete dorado en 800 y 1 500 conseguido en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018, con respectivos 2:01.63, y 4:22.14. Además de la gloria suprema en el Mundial de Relevos de Silesia, cuando con 3:28.41 se llevaron el cetro ella, Roxana Gómez, Lisneydis Veitía, y Zurian Echevarría. Por cierto, en Tokio nuestra posta también pugnará con el objetivo de ser finalista con todos los pesos pesados presentes. Menuda responsabilidad.
En Tokio el reto será mayúsculo. Ostenta el segundo y tercer mejores registros de la campaña (1:56.28 y 1:56.42), pero tendrá huesos durísimos de roer como la líder estadounidense Athing Mu (1:56.07), y sus coterráneas Kate Grace (1:57.20), y Raevyn Rogers (1:57.66); la propia Goule (1:56.44), el trío de etíopes de Werkwuha Getachew (1:56.67), Freweyni Hailu (1:57.57), y Habitam Alemu (1:58.16).
No menos peligrosas las británicas Laura Muir (1:56.73), Jemma Reekie (1:56.96), y Keely Hodkingson (1:57.51); además de la francesa Renelle Lamote (1:57.98) y la ugandesa Halimah Nakaayi (1:58.03), todas con muy buenos rtegistros en el lapso en cuestión y con margen de mejoría incluso.
Un detalle. Rose Mary se erige en este minuto como la tercera mejor ochocentista antillana de todos los tiempos y 38 del listado global. Le anteceden su ídolo Ana Fidelia Quirós (1:54.44-5ta) y Zulia Calatayud (1:56.09-31).
Con todos estos referentes, solo queda que suene el disparo del starter en el Olímpico de Tokio y salga a devorar las dos vueltas al óvalo.
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