Regla Bell, la zurda dorada del voly cubano
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Regla Bell
Si no fuera porque existe una Mireya Luis, dijera que la voleibolista más espectacular que he visto al ataque es Regla Bell.
Al igual que la camagüeyana, no era alta para este deporte (1.80 de estatura), pero se apoyaba en un gran poder de salto y una enorme potencia en sus ataques.
La habanera, que en este mes de julio cumple 50 años y confesó una vez que le hubiera gustado ser doctora si no se hubiera dedicado a los remates, soltaba auténticos bombazos cuando se elevaba en pos de la esférica, y burlaba los más fieros bloqueos cuando atacaba por zona 2 y 4.
Pieza clave en los tres oros de Cuba en Juegos Olímpicos, y en cuanta corona archivaron las Espectaculares Morenas del Caribe en esa época dorada, la zurda era temida por todos los rivales.
A sus indiscutibles cualidades como jugadora, que en parte heredó de su familia, sumaba también un coraje a toda prueba, que la hacía agigantarse cuando las cosas se ponían más feas, cuando aquellos enconados duelos con las brasileñas. Con el paso del tiempo hoy todas son amigas, pero había que ser ciego para no ver las chispas que sacaban cuando se veían net por medio.
Pues bien, en todas esas confrontaciones las dos pasadoras que Cuba usaba en la época sabían que podían mandar palotas en cualquier momento a la Bell, que no había casualidad.
Las cosas de la vida la llevaron a vivir fuera de Cuba, donde prosiguió su carrera como voleibolista en España, pero nadie puede ocultar sus méritos ni tratar de borrarla de esa generación, donde no fue una más.
Tanto ella, como Magaly Carvajal o Taimaris Agüero, por solo mencionar dos de las que tomaron rumbos diferentes en las postrimerías de sus carreras deportivas, entregaron su sudor a la camiseta de las cuatro letras, y es justo recordarlas siempre que se pueda.
Por eso ayudamos a Regla Bell a soplar imaginariamente sus 50 velitas, y exhortamos a los que no la vieron jugar que busquen videos de la selección cubana en Internet para que aprecien algo de lo que hablamos. Lo otro sencillamente es invisible a los ojos.
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