PENSANDO Y PENSANDO: Saludo y homenaje al trabajador anónimo
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Foto: ACN
Son trabajadores y son héroes. Y están en todas partes, sin plena conciencia de su heroísmo. No sabremos sus nombres, a no ser que esporádicamente sean entrevistados por la radio o la televisión. Nunca sabremos de sus orígenes, de sus sueños o aspiraciones... aunque podamos intuirlos. Podemos, porque vivimos entre ellos, porque integramos esa legión inmensa, porque somos también parte de ese pueblo que construye todos los días, que defiende un país ante las adversidades. Ese pueblo tiene sus héroes cotidianos.
Cuando Cuba vivió los momentos más arduos de la pandemia, hombres y mujeres se batieron en laboratorios y centros sanitarios para paliar los efectos de la enfermedad.
Muchos científicos y personal de apoyo trabajaron largas jornadas en la carrera de fondo por lograr una vacuna. Se logró. Y fueron las primeras de América Latina, las primeras producidas por un país pobre. Se hizo popular un lema: "no es una vacuna, es un país". Y ciertamente, sin el sostén de la nación toda hubiera sido imposible la proeza. Pero sin el aporte específico de grandes profesionales no hubiera vacuna. Sin ese talento y ese esfuerzo. Fueron, son héroes. Aunque ellos mismos no se consideraran así.
Y lo son también los médicos, enfermeros y técnicos que estuvieron en la primera línea, en los hospitales y centros de aislamiento, arriesgando muchas veces sus vidas en el cometido de salvar la vida del prójimo.
Y lo son los bomberos y rescatistas que enfretaron las tragedias del hotel Saratoga y la Base de Supertanqueros de Matanzas. Los medios de comunicación se hicieron eco de muchas de esas historias personales, pero será imposible calarlas en su totalidad, comprender en su integridad las implicaciones.
Están siendo años muy difíciles, pero Cuba ha hecho gala de sus extraordinarias reservas morales. Son el antídoto ante el natural desaliento, ante el cansancio y la desilusión.
No es milagro, es trabajo cotidiano. Es la obra permanente de mucha gente.
Ahora cuando los apagones abruman al país, convendría pensar en los obreros que laboran noche y día en las termoeléctricas para solventar las averías. Hay mucha entrega esforzada en esos hombres y mujeres. Y hacen lo que les corresponde. Ese es el mérito mayor: asumir la responsabilidad personal con entusiasmo, rigor y sentido del momento. No se trabaja para cosechar laureles. Se trabaja por el otro, por el bien común. Esa suele ser labor anónima, obra de millones.
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