Otra vez septiembre
especiales
Fotografía tomada de Prensa Latina
Llega el noveno mes del año y para muchos significa comienzo, regreso. Volver a la escuela después del período vacacional puede ser un reto para niños y adolescentes, también para sus familias que hacen maromas con rutinas de trabajo, educación y hogar, y le suman el estrés de la resistencia de los hijos a retomar el camino de las aulas.
De modo que puede ser complejo romper esa inercia de las vacaciones, y uno de los momentos más difíciles es levantarse temprano. Hacer que se despierten es un ejercicio de fuerza mayor, sobre todo si mantienen hábitos como irse a la cama muy tarde. Por supuesto que, en ese caso, a cualquier persona le cuesta abrir los ojos, no se trata de pereza, ser responsable con pocos años de edad suele ser una utopía. Por eso los padres —o persona a cargo de la custodia— deben imponerse.
Nunca nadie dijo que educar a menores iba a ser fácil. Si a los adultos también nos resulta duro madrugar y tenemos —algunos no— conciencia, obligaciones que a veces no nos permiten descansar lo suficiente y, por tanto, despertamos casi zombis y emprendemos el día como podemos, ¿qué más le podemos pedir a un niño o adolescente que no entiende que el compromiso de ser puntual y asistir a clase es la manera de forjar el futuro, y que probablemente, si cumple algunos puntos más, garantizará ser una persona de bien, al menos con sentido del trabajo?
Por tanto, no son culpables de mostrarse con morosidad; es un comportamiento completamente normal que quizás se repita en cada inicio de temporada o con cada frustración. Así que toca disciplinar y guiar con una dosis de carácter y paciencia. La buena noticia es que no siempre cuesta trabajo, y no dura para siempre. A veces solo necesitan un poco de presión con motivación.
Septiembre, entonces, significa cambio y retos. Niños y adolescentes se enfrentan a nuevas prácticas, contenidos más complejos, compañeros y profesores distintos, y eso incluye estrés, dudas, nervios, porque obliga a modificar horarios, agregar actividades y perder tiempo libre, pero también genera emociones buenas que pueden animar a querer acudir a la escuela y aprender más; esas son las que deben ser detectadas para aprovecharlas.
Fotografía tomada de https://www.unicef.org
Aun en un escenario ideal en el que los muchachos sean muy obedientes, estudiosos, bien portados, o estén grandes y supuestamente tengan todas las condiciones psicofísicas, y posean familias participativas, no van solos en ese camino estudiantil. Por lo general, los padres —o persona a cargo de la custodia— también se dejan la piel en el proceso porque no solo se deben ocupar de sus propias diligencias de trabajo o estudio y hogar, más otras que son tan variadas como la vida misma.
A la experiencia, en Cuba, se le suman algunos gravámenes de supervivencia. Por ejemplo, garantizarles alimentación, útiles, ropa y zapatos más accesorios, ya solo esto se trata de un desafío mayúsculo; además, luego en la casa se refuerza la enseñanza para cubrir cualquier laguna que pueda quedar o para asegurar que el niño o adolescente no deje de hacer sus deberes y que los haga bien. No es solo tarea de dejarlos en el centro educacional y ya.
Es en el entorno más cercano donde usualmente niños y adolescentes suelen recibir apoyo para superar la transición de ambiente, canalizar los fiascos escolares y también celebrar el éxito. Por tanto, es el contexto ideal para hacer que sea de modo satisfactorio. ¿Cómo? Debemos tener en cuenta que los pequeños pueden ser más flexibles y adaptarse mejor que los adultos a los cambios, así que, con eso en mente, y sin drama, enfoquemos este momento de regreso a clases como positivo y necesario para que lo vivan sin agobio y se ajusten a la nueva rutina.
Padres: la fase de reticencia no durará demasiado. Es lógico que al inicio estarán cansados, distraídos, apáticos, irritables. Esas actitudes cederán poco a poco, por eso es importante no ser negativos y dar el ejemplo.
Recordemos que, en edades tempranas, los chiquillos de casa repiten comportamiento, por tanto, no conviene exteriorizar disgusto, por ejemplo, cuando también nos toca volver de las vacaciones. Una postura favorable es potenciar el reencuentro con amigos y el reinicio de asuntos que implican equilibrio físico y emocional, y no hacerlo el día antes de la catarsis, sino con tiempo suficiente.
Son consejos desde CubaSí para facilitar una adaptación progresiva de todos los implicados en este nuevo regreso a clases.
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