Otoño de poesía y colores (+obras)
especiales
Parque de St Cloud – Otoño I, del ruso Vassily Kandinsky (1866-1944)
Imagen tomada de https://www.historiasenverde.com
Estamos en noviembre, oficialmente en la estación que, en teoría combina temperaturas agradables con paisajes coloridos: otoño. Y digo “en teoría” porque en Cuba no son muy marcadas las temporadas más allá del verano, que es intenso durante demasiado tiempo.
Sin embargo, ya sentimos fresco y soñamos con esos cuadros de colores ocre y naranja que tantos pintores han recreado, o que vemos en fotografías perfectas de esos destinos donde los ‘arboles se tiñen de varios tonos de amarillos y rojos hasta quedarse desnudos para invierno, mucho antes de renacer en primavera.
Cada etapa del otoño resulta hermosa ¿será porque es una realidad tan distante de la nuestra y nos llama la atención lo que no poseemos? No sé, pero como fiel admiradora de la belleza no puedo pasar por alto esta fecha y he querido recopilar un poco del arte de mi preferencia desde lo visual y la literatura. Ya veremos.
Es una época romántica, melancólica a pesar de que en realidad sea solo transición entre las altas temperaturas y las bajas. Quizás sea el periodo más recreado tanto en la poesía y en las artes plásticas porque se asocia con tranquilidad, con calles desoladas que contrastan con esa primera fase de follajes coloridos, con cielos menos soleados, incluso un poco grises.
Claro, así no es en nuestro país caribeño porque solo refresca un poco los termómetros y oscurece más temprano, pero en otras latitudes la disminución de temperatura es más marcada, y por eso grandes pintores así lo reflejaron en sus obras, aunque veremos que también hay alegría y color.
Así que otoño no significa tristeza. No podemos dejar que sea esa la percepción que predomine de estos tres meses, que no sea más que metáfora e instrumento melodramático para poetas, que, como ya sabemos, a veces necesitan sufrir un poco para encontrar motivación. Y aquí tengo ejemplos acompañados de pinturas preciosas.
Otoño en el Sena, del francés Claude Monet (1840-1926)
Imagen tomada de https://www.wikiart.org
Al Otoño, del inglés John Keats (1795-1821)
Estación de la bruma y la dulce abundancia,
gran amiga del sol que todo lo madura,
tú que con él planeas cómo dar carga y gozo
de frutos a la vid, bajo el pajizo alero;
cómo doblar los árboles musgosos de las chozas,
con peso de manzanas, y sazonar los frutos.
y henchir la calabaza y rellenar de un dulce
grano las avellanas: cómo abrir más y más
flores tardías para las abejas, y en tanto
crean ya que los cálidos días no acaban nunca,
pues les colmó el estío sus pegajosas celdas.
¿Quién, entre tu abundancia, no te ha visto a menudo?
A veces, el que busque fuera, podrá encontrarte
sentado en un granero, en el suelo, al descuido,
el pelo suavemente alzado por la brisa
algo viva; o dormido, en un surco que a medias
segaron, al aliento de las adormideras,
mientras tu hoz respeta trigo próximo y flores
enlazadas. Y a veces, como una espigadora,
enhiesta la cargada cabeza, un riachuelo
cruzas; o junto a algún lagar de sidra, velas
pacientemente el último fluir, horas y horas.
Ni pienses más en ellas, pues ya tienes tu música,
cuando estriadas nubes florecen el suave
morir del día y tiñen de rosa los rastrojos;
entonces el doliente coro de los mosquitos
entre sauces del río se lamenta, elevándose
o bajando, según el soplar de la brisa;
y balan los crecidos corderos en los montes;
canta el grillo en el seto; y ya, con trino blando,
en el jardín cercado, el petirrojo silba
y únense golondrinas, gorjeando, en el cielo.
Bosque de pinos II, del austríaco Gustav Klimt (1862-1918)
Imagen tomada de https://www.traveler.es
Canción de otoño, del francés Paul Verlaine (1844–1896)
Los largos sollozos
de los violines
de otoño
lastiman mi corazón
con languidez
monotonía
todo asfixiante
y pálido, cuando
suena la hora,
recuerdo
días antiguos
Y lloro;
y me voy
al mal viento
quien me lleva
aquí, más allá,
similar a la
hoja muerta.
Mañana otoñal, del francés Pierre Bonnard (1867-1947)
Imagen tomada de https://www.ellitoral.com
Los cisnes salvajes de Coole, del irlandés William Butler Yeats (1865-1939)
Los árboles son bellos en otoño,
las sendas de los bosques están secas;
bajo el crepúsculo de octubre, el agua
refleja un cielo inmóvil;
sobre el agua que brilla entre las piedras,
cincuenta y nueve cisnes.
Diecinueve otoños han pasado
desde que los conté por vez primera;
vi, antes de terminar
a todos ascender súbitamente
y dispersarse en grandes semicírculos
sobre sus clamorosas alas.
He admirado a estos seres espléndidos,
mas ahora me duele el corazón.
Todo ha cambiado desde que al ocaso
por vez primera oí en esta orilla
el tañer de sus alas sobre mí
y pasé con un paso más aleve.
Aún sin fatigarse, amante junto a amante,
chapotean en los helados
arroyos amigables o se elevan;
sus corazones no han envejecido;
pasiones o conquistas, donde vayan,
aún los acompañan.
Pero ahora vagan sobre el agua inmóvil,
misteriosos, hermosos;
¿en qué cañaveral harán su nido,
al borde de qué lago o de qué charca
deleitarán los ojos de los hombres
cuando despierte un día y vea que han volado?
Hojas de otoño, del británico John Everett Millais (1829-1926)
Imagen tomada de https://www.ellitoral.com
Hojas de otoño, del francés Jacques Prévert (1900-1977)
¡Oh! Querría tanto que recordaras
los días felices en los que éramos amigos.
En aquellos tiempos la vida era más bella
y el sol más ardiente que ahora.
Las hojas muertas se recogen con pala.
Ves, no lo he olvidado...
Las hojas muertas se recogen con pala,
los recuerdos y lamentos también,
y el viento del norte se los lleva
a la noche fría del olvido.
Como ves, no he olvidado
la canción que me cantabas.
Es una canción que se nos parece.
Tú que me amabas y yo que te amaba
y vivíamos los dos juntos.
Tú me amabas y yo te amaba.
Pero la vida separa a los que se aman,
despacio, sin hacer ruido,
y el mar borra de la arena
las huellas de los amantes separados.
Las hojas muertas se recogen con pala
los recuerdos y lamentos también,
pero mi amor, silencioso y fiel,
sigue sonriendo y da gracias a la vida.
Te quería tanto, eras tan bonita
¿cómo quieres que te olvide?
En aquellos tiempos la vida era más bella
y el sol más ardiente que ahora.
Tú eras mi amiga más querida.
Pero sólo me quedan lamentos.
Y la canción que solías cantar,
Siempre, ¡siempre la escucharé!
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