OPINIÓN: Serie de Estrellas necesita más
especiales
Foto: JIT
La Serie de Estrellas estrenada este año tras la II Liga Elite del Béisbol Cubano es una buena idea para mantener en alto el impulso de la postemporada, pero necesita mucho más para prender de verdad en la afición.
Se pensó con toda intención hacerla en la Atenas de Cuba porque allí la euforia por el triunfo en la Liga Elite debía captar un poco más de afición, pero ni siquiera la coronación del equipo local en esta Serie logró una concurrencia notable (no sé si influyó también el hecho de jugarse entre semana, pero era el único momento disponible antes que se apagaran los ánimos).
Es que no basta con poner un nombre, sobre el terreno deben estar verdaderas estrellas, que se logró en el caso cubano con la participación de las mejores peloteros de la actualidad que estaban disponibles, pero no así con los elencos visitantes, México y Venezuela, evidentemente convocados con premura y sin estar en su mejor forma.
Así y todo la pelota es un deporte donde un juego lo gana cualquiera y los mexicanos estuvieron a punto de discutir la corona cuando ganaban ampliamente ante las Estrellas, hasta que fueron dejados al campo de manera espectacular.
Los resultados no eran lo fundamental, era importante ver a nuestros bateadores contra lanzadores con otras herramientas y a nuestros serpentineros enfrentar a toleteros diferentes, pero esto apenas se consiguió parcialmente, por el nivel mostrado por los visitantes.
De todas maneras, esto no significa para nada que no estemos agradecidos con ellos, que nos dieron parte de su tiempo libre, y eso tiene muchísimo valor también.
No se descarta que se vuelva a realizar en el futuro, y para ese entonces hace falta un mayor tiempo para la convocatoria de los jugadores foráneos, aunque por el calendario parece que coincidiría de nuevo con la Serie del Caribe, y ese es un problema para poder tener en el terreno a verdaderas estrellas de otros países.
Diría que lo mejor de todo fue el Derby de jonrones, por la camaradería que se vio entre todos los concursantes y la sana competencia, con bromas incluidas que sacaron de paso a más de uno, como debe ser y corresponde en este tipo de porfías destinadas sobre todo a complacer al graderío.
Quizás la forma de competir no fue la mejor, porque era casi imposible llevar bien la cuenta de los batazos que se iban más allá de las cercas al llegar de manera casi ininterrumpida.
Hubo varias apelaciones y eso no debe ocurrir en ninguna competición, pero como el espíritu era de confraternidad tampoco fue un drama.
Otras iniciativas deben tener vía libre para que esas gradas no luzcan semivacías, y para eso hay que involucrar más al público, con juegos de participación y apoyo de las empresas locales.
Como todo primer paso, es perfectible, y esperemos que la siguiente la supere.
Añadir nuevo comentario