OPINIÓN: Artistas y deportistas, cuídense de las garras, aun de las propias

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OPINIÓN: Artistas y deportistas, cuídense de las garras, aun de las propias
Fecha de publicación: 
6 Julio 2022
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Rolando Pérez Betancourt expresó en el diario Granma, en relación con el estreno de Avatar en 2010: «¿Pero será ese el cine que se nos venga encima en cantidades abrumadoras por parte de una industria que desde siempre defendió el concepto de que hacer películas es negocio, espectáculo, taquillas reventadas, dinero, mucho dinero…? y después todo lo que se quiera, incluido el arte». Eso no ha cambiado en su esencia, aunque no debemos negar el papel de no pocos creadores de verdad, heridos ellos mismos por el negocio. ¡Qué distinto a nuestro Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos!, arte ante todo desde sus inicios.

El análisis de Rolando puede aplicarse a otro ámbito creativo, forjador, popular: la cultura física, lesionada en la base y la cima en la educación física y la recreación, obstaculizadas por las diferencias del bolsillo, el racismo, el machismo y la comercialización, con trompadas noqueadoras en lo competitivo. Sus torneos, sin que quede incólume el olimpismo, también son usados para deformar, enfermar la conciencia de participantes y seguidores, aumentar las diferencias entre los países desarrollados y subdesarrollados, la inmensa mayoría de los primeros viviendo a costa de los segundos e imponiendo el robo de músculos a la altura del de cerebros.

Pierre de Coubertin manifestó, en cuanto a la magna cita en 1925: «...sería muy pueril creer que los antiguos no se preocupaban de la prosperidad engendrada por los Juegos y que el movimiento del tráfico alrededor de Olimpia no les interesaba». Pero se opuso al mercantilismo «que amenaza con invadir los círculos deportivos» y a priorizar lo espectacular, hechos lógicos e injustos, «...al haberse desarrollado los deportes en el seno de una sociedad que amenaza con pudrirse hasta la médula a causa de la pasión por el dinero» (1894).

En 1912 reveló el daño que infligiría al certamen «...el lujo, su  vulgaridad...», pues «lo transformaría en estéril y solo tendería en inutilizar las fuerzas de tipo medio y a hacer más irritante los contrastes sociales. Organizaciones más simplificadas y más tranquilas a la vez, menos festejos y sobre todo contactos más íntimos y más frecuentes entre atletas y dirigentes sin políticos y oportunistas que los dividan».

El comunista Julio Antonio Mella coincidió con el destacado humanista en varios de dichos aspectos al publicar en el periódico mexicano El Machete (23-10-1927): «Todo aquel que no puede pagar por no ser millonario o rico, o de posición desahogada se conforma con la contemplación de los grandes ases. Por otra parte, las grandes peleas de boxeo y los encuentros de fútbol o baseball pueden competir en cuanto potencia mercantil, con cualquier negocio en una hacienda bananera o hasta en un campo de petróleo».

En  1919 el rescatador del olimpismo dijo: «…el atletismo renovado en el siglo XIX durante mucho tiempo no ha sido más que el pasatiempo de la juventud rica y semiociosa. Nuestro Comité (el Olímpico) ha luchado más que nadie para hacer de él el placer habitual de los jóvenes de la pequeña burguesía y ahora debe hacerse completamente accesible al adolescente proletario. Todos los deportes para todos. Esta es la nueva fórmula de alguna manera utópica y a cuya visión debemos consagrarnos». En 1928 añade: «nada hay que rechazar en las tendencias cooperativas(...). He visto con alegría a las organizaciones obreras instruirse en el ideal olímpico».  
    
En Cuba, después de la victoria de las masas, convertimos el Deporte para todos en consigna más avanzada que fue llevada a los hechos en especial por la masividad. A pesar de los golpes desde el bloqueo, el derrumbe de un campo hermano de tanto peso en el desarrollo, y errores internos, aún se mantiene en alto. Sin embargo, debemos encontrar caminos en un planeta náufrago donde la cultura física sufre las desgarraduras de un sistema antihumano. La familia deportiva debe tener en cuenta la situación actual y esa ofensiva bestial de la perversidad, crecida desde el cerco gringo y sus aliados externos e internos.

Con sentido del momento histórico y el necesario cambio de todo lo que debe ser cambiado —gracias de nuevo, Fidel— la rama lucha en una etapa muy difícil en el que las dentelladas han hecho mella. En tantos sitios, en tantas almas. Ni pensar en soslayar la esencia de lo que construimos: el amor el prójimo, la solidaridad, el internacionalismo, la justicia social... La remuneración, los contratos han sido bienvenidos desde la visión de que el deporte es una profesión como la ingeniería, la pintura, la mecánica, el profesorado, la medicina… Eso sí: cada cual debe recibir lo que merece por sus logros. No al injusto igualitarismo: equidad.
 
Profesionalidad no es lo mismo que el profesionalismo con su objetivo de lucro. Mas en un ambiente muy infestado es imprescindible vacunar el espíritu de quienes andan por él. Los entrenadores deben saber esculpir a sus discípulos más allá de la rapidez o la resistencia. Recordemos que Martí advirtió también: en la vida hay que hacer muchas veces como el saltador de largo: ir hacia atrás para coger impulso y llegar más lejos. Le agrego: debemos cuidarnos de quienes desean quedarse rezagados o clavar los pinchos a la derecha. Los pies en la tierra no significa manchar las alas.

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