Nuestra bandera: Símbolo indiscutible de la clase obrera (+Fotos)

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Nuestra bandera: Símbolo indiscutible de la clase obrera (+Fotos)
Fecha de publicación: 
30 Abril 2021
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Hay símbolos en Cuba, incrustados en el imaginario popular, que ni la más tensa situación epidemiológica provocada por el Coronavirus, ni el más crudo Bloqueo, ni ningún subterfugio mediático o campaña, podrán borrar.

Vivo en Alamar, un reparto del municipio Habana del Este cuya composición es mayormente clase obrera. Desde hace casi cinco años formo parte de esa realidad capitalina. Hoy desperté impulsado por la esperanza, por el afán de seguir construyendo una nación mejor para todos, por el enorme deseo que mi hijo en su futuro crezca seguro, con la posibilidad de recibir una educación decorosa… en definitiva feliz.

Entonces pensé una y otra vez en mi bandera, en esa que nos ha acompañado a lo largo de la historia incluso desde antes de la primera carga al machete.

Me detuve en la arteria de paseo, crucé Zapata y la avenida Rancho Boyeros luego, pasé blandiendo la enseña patria cual “Excalibur” por delante de la Plaza de la Revolución. En mi recorrido, como en otras tantas veces que desde niño desandé ese trazado, tuve tiempo de reflexionar sobre esa y muchas otras cuestiones, medulares algunas, no tan relevantes otras, pero siempre marcado por un denominador común:

El amor a la Patria, el acompañamiento a la clase obrera, el espíritu de lucha del pueblo trabajador, continúan siendo inquebrantables.

Cada balcón esta mañana de 1ro de Mayo se convierte en una trinchera revolucionaria. La bandera, siempre acompañante fiel.

Hace dos años la dinámica del día de los Trabajadores en Cuba ha cambiado, amén de que las esencias han seguido siendo las mismas.

Nuestro desfile no va de paro en el sector de la educación o los transportistas, independientemente de que esas áreas, como muchas otras, son perfectibles. Nuestro desfile no va de reclamos, o sí, de reclamos respecto a una política hostil que hace más de seis décadas nos asfixia.

Nuestra lucha, desde los hogares, con una tribuna erigida en cada casa, en cada balcón, va de unidad, de compromiso con la Revolución, va de enfrentamiento a una pandemia que cada vez más muestra su lado despiadado y de azote, va de la búsqueda constante de la eficiencia en el sector productivo.

Nuestra lucha va de arraigo a nuestros preceptos, de abrazar la bandera y por ella enfrentar cada mañana el día a día persiguiendo ser siempre mejores. De lograr en cada uno de nuestros respectivos escenarios, un paso de avance en esta batalla económica que libramos todos.

Va de combatir a la Covid-19 en cada cuadra, hospital, centro de aislamiento… pasa por definitivamente adquirir una cultura del cuidado y la protección, de elevar la percepción de riesgo, para evitar males mayores.

Ese es el sentir de Enrique Reyes, presidente del CDR en mi zona de Micro X, pero también de René, un licenciado en Cultura Física y mi colega en las cruzadas basquetbolísticas vespertinas cuando la pandemia nos lo permitía. Es también el sentir de Reina, la señora que despacha el pan en la panera.

Incluso es el de mi pequeño Enzo Samuel, a quién hoy le he hablado más que de costumbre de la bandera cubana, y que viste de rojo, azul y blanco para no desentonar.

En fin, es, creo que, sin temor a equivocarme, el sentir de una nación.

Cuba marcha este primero de mayo, desde los hogares, desde las trincheras individuales de cada uno de nosotros. Es un escenario diferente el de este desfile. Parafraseando a Ivette Cepeda, alcé mi voz, que fue el cántico de millones, caminé, y para mi beneplácito, el símbolo de cubanía, de muchos, la bandera de la estrella solitaria, continúa ondeando victoriosa.

Cada balcón, una trinchera de lucha a tono con los nuevos tiempos.
Las escuelas no abren aún a los pioneros, pero la bandera siempre ondea, acompañada de la palma real como fiel escudera.
El legado de la Revolución es imperecedero.

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