Matanzas: un abrazo de millones
Foto: Evelyn Corbillón Díaz/ ACN
No conozco cubano que no se estremezca al escuchar los más recientes partes del Doctor Durán referidos a Matanzas.
Desde la Punta de Maisí al cabo de San Antonio crece una exclamación de lamento y solidaridad al conocer cada nueva estadística referida a ese territorio, el más golpeado actualmente por la pandemia.
Pero lo mejor, lo que más habla de cómo somos, es que la preocupación y la alarma se traducen en ayudas bien concretas, esas que ratifican la tesitura del alma cubana.
De manera espontánea y de innumerables formas, los habitantes de esta Isla buscamos más y más formas de colaborar con ese territorio.
Claro, entre las ayudas más necesarias, una de las que más rápido se ha concretado es la del personal de la salud.
Desde numerosas provincias, sin reparar en el riesgo o en la separación de sus seres queridos, ya estaban en Matanzas el pasado lunes 12, según información del ministro de Salud, un total de 205 médicos y 330 enfermeras llegados de otros territorios del país y de los servicios médicos de las FAR.
A la par, están ya incorporados al laboratorio de biología molecular de la Atenas de Cuba especialistas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, mientras cuadros y otros especialistas contribuyen a la organización y conducción del difícil proceso de enfrentamiento a la Covid-19 que allí tiene lugar.
Pero al aporte de las batas blancas –que incluye también la suma de estudiantes de medicina y recién graduados- se añaden muchos otros: los propietarios de autos que voluntariamente pusieron sus vehículos en función de ese empeño, los colectivo que han reunido cuanto pudiera ser útil para donar, desde artículos de aseo hasta prendas de ropa o alimentos, y también aquellos que han hecho contribuciones monetarias.
Figuras públicas no han dudado es hacer su aporte, como han informado los medios, pero también muchos, muchísimos cubanos cuyos nombres nunca han sido difundidos por la prensa, igual se han sumado a hacer el bien.
Y en ese gran grupo que no aparece en ninguna foto está desde la niña que envolvió su caja de colores en un papel de regalo para mandarla a cualquier niño matancero para que pudiera sobrellevar mejor su confinamiento, hasta la familia que aportó aquella lata de leche condensada que llevaban guardando como tesoro.
He visto muñecos, pañuelos, un pomo de colonia…sumados a cajas que se preparaban para enviar a Matanzas, cajas cargadas de los más hermosos sentimientos que siempre han animado a nuestra nación.
Conmueve y enorgullece sabernos tan Cuba, constatar que somos amor, nunca odio.
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