A Luis Orta no le cayó desde las nubes el oro olímpico
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Luis Orta, campeón olímpico en Tokío.
Así que tú crees que el campeón olímpico Luis Orta nació para la lucha greco. Tremenda equivocación, cará... Ante todo, ningún ser humano vino al mundo con un sellito pegado en la frente indicando que va a ser músico, ingeniero, médico, escritor, deportista. Y a Orta tampoco le cayó desde el cielo la medalla de oro ganada en Tokio. Tuvo que pulirla. Sobre eso te voy a contar, aunque lo anticipo: detrás de cualquiera de los galardones hay una historia y no está llena de sonrisas siempre.
Conocí a Orta por el programa Pulso Deportivo de Tele Rebelde. El joven y un amigo, practicante de la misma disciplina, habían vencido en Barranquilla 2018 y Jimmy Castillo los entrevistaba. Los dos titulares de los Centrocaribes, Orta de los 60 kilos y el otro, Daniel Gregorich, de los 87, tienen como pequeña patria al barrio de La Güinera, allá por Arroyo Naranjo. Mientras ellos narraban parte de sus vidas, me iba creciendo la alegría. Con sabor especial, la verdad.
Varios familiares míos residen allí. Conozco las heridas de la marginalidad y los golpes de cierto soslayamiento en lo material y lo moral que han hecho endeble al citado territorio en lo social más allá de lo económico: lo vulnerable no lo tiran desde los nubarrones. Sabes de sobra cuánto ha hecho la Revolución por el pueblo; realmente, cuánto ha realizado el pueblo si es bien dirigido para salir del abismo donde nos lanzaron. Y esos lanzadores desde la lomita de la maldad, situada al norte en lo fundamental, nos siguen jorobando. Vaya, que no quiero manchar la conversación con una palabrota. Aunque más groseras son bloqueo, imperialismo, yanqui, ¡qué diablos!
Lo confieso: también me agarró el asombro. ¿Cómo han podido ascender de esta manera?, me pregunté. Después, el mayor desarrollo de ambos y varios textos sobre ellos, me mostraron cuánto todavía me queda de dogmático. Primero me di cuenta que Luis y Daniel sí eran y son verdaderos luchadores de La Güinera, aun por encima de sus logros atléticos. Muy lejos de quienes vulgarmente no pocos nombran luchadores y que está luchando, para cubrir y hasta justificar acciones corruptas y corruptoras en el intento de ganarse la vida lejos del trabajo honrado, matando lo mejor de su propia existencia.
Debieron derrotar un medio difícil para ser buenos ciudadanos. Contaron con fuerzas que contienden en cualquier lugar por el triunfo de lo correcto, de la razón. Hay que robustecerlas, apoyarlas. No se hace de esta manera en su totalidad. Hay quienes prefieren las medallas y por ellas sacrifican lo esencial de la cultura física: forjar, salvar incluso. Para ello debe entrar en la batalla lo competitivo. Fueron captados desde niños en sus centros de estudio. A sudor, entrega, amor desde la base, con la disciplina en la primera línea de ese querer, arribaron a un pedazo de la cima como ciudadanos y atletas. Así debe ser cuando se respeta nuestra pirámide deportiva. Sin que la ruta estuviera adornada de flores carentes de espinas.
Daniel Gregorich, candidato serio al trono en París 2024.
Gregorich al hablar de sus inicios no oculta cierta tristeza: “Los primeros pasos los di en el Palacio de Pioneros, hasta que se cerró”. En dichos casos es obligatorio tener otro escenario bien preparado para seguir en la formación de inmediato, y no frustrar al niño, al adolescente, al joven. Por fin los continuaron esculpiendo posteriormente en el Ciro Frías, en la Escuela de Iniciación Deportiva, en la Escuela de Formación de Atletas de Alto Rendimiento.
Orta sufrió no poco en varios de esos centros. Hasta quisieron sacarlo de ellos: no confiaban en sus condiciones. Jamás ha cedido. Tampoco lo hicieron ante parecidos golpazos María Caridad Colón (es demasiada delgada, valoraban); Ana Fidelia (le decían la gordita); Juantorena (Situado en una especialidad donde no tenía oportunidad); Orlando Martínez (No se faja duro...); Alfredo Despaigne (Demasiadas libras para su estatura). Luis tuvo en su mamá gran sostén en lo material y, sobre todo, en lo espiritual.
Orta, el hombre sorpresa en la más reciente magna cita realizada, ha crecido en calidad y peso; es favorito para repetir la conquista en París 2024. Gregorich tiene condiciones para subir al podio y aun batirse por el peldaño dorado.
Los dos luchadores saben que en las flores de la existencia suelen haber espinas, ubicadas por personas en bastantes ocasiones. Por incapaces o sinvergüenzas. Nunca las envían desde los celajes. Y hay que estar muy claro en lo planteado por José Martí: “Pues si hay miserias y pequeñeces en la tierra propia, desertarlas es simplemente una infamia, y la verdadera superioridad no consiste en huir de ellas, ¡sino en ponerse a vencerlas!”
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