Los rostros anónimos detrás de los resultados deportivos…
especiales
Foto: Mónica RF, enviada especial de JIT
Sus rostros pocas veces aparecen ante las cámaras, se desempeñan a la sombra de los protagonistas y suelen anularse en las reseñas de los resultados. Sin embargo, cada actuación en los XIX Juegos Panamericanos fuese imposible sin la entrega y la capacidad de los entrenadores.
Por estos días les vemos con rostros serios, felices o asombrados según el desempeño sobre las canchas, asumiendo la responsabilidad de lo bueno y lo malo, a veces más eufóricos o desconsolados que sus pupilos.
A lo largo de la historia, Cuba ha contado con grandes íconos en los puestos de mando. Imposible no pensar en Eugenio George, Alcides Sagarra y Pedro Val, entre varios, precursores de generaciones comprometidas con las actuaciones en las citas multideportivas continentales.
«Hay pocas personas que sientan más las victorias y las derrotas que el entrenador, incluso a veces más que el propio atleta», asegura Rolando Acebal, quien por más de una década ha llevado las riendas del boxeo en Cuba, llenando el espacio dejado por otros exitosos estrategas.
Para el experimentado preparador, nada duele más que concebir un buen plan de entrenamiento que al final no rinda los frutos deseados. Asegura que la culpa le roba horas al sueño, peor que cuando el error lo comete el boxeador sobre el cuadrilátero.
«Son muchas las vivencias, positivas y negativas. Duelen las decisiones injustas, se llevan por dentro, y lo peor es que no resulta conveniente demostrarlo», dice convencido de que se necesita mucha paciencia para dedicarte a su profesión.
Yudeika Alemán, más joven y con muchas menos horas en estas funciones, reconoce que la experiencia en grandes competencias como juegos olímpicos y certámenes mundiales son vitales para los deportistas, pero también para sus entrenadores.
Que los clavadistas de la Isla lleguen a esas competencias le impulsa cada día a sobreponerse a los obstáculos materiales y mentales que muchos entrenadores encuentran en ese camino. No obstante, reconoce que las emotivas experiencias vividas compensan las complejidades de su profesión.
«Se te eriza la piel cuando dan el máximo, pero también cuando no lo hacen. Trabajas en busca de un resultado y a veces no logras explicarte por qué no salió», confiesa quien actualmente guía los pasos de Anisley García, la principal figura cubana en su deporte.
«Un buen entrenador no descansa. No dormimos, seguimos hasta soñando, pensando qué hacer para progresar, en qué te has equivocado», acepta sonriente, porque pese a todo sabe que al final no será en vano tanta entrega.
Se trata de apenas dos ejemplos de compromiso y sacrificio dentro de la delegación que representa a Cuba en Santiago 2023. No vemos sus rostros cotidianamente, pero cargan con la peor parte de las críticas y asumen la obligación de explicar cuando algo sale mal.
Lo hacen para dejar la gloria a los principales protagonistas. Disfrutan fuera de los focos lo que significa ser un buen entrenador.
Añadir nuevo comentario