Las visiones de Cosme (+ FOTOS)

A la manera de los pintores renacentistas, o de los barrocos, o en una confluencia de referentes pictóricos, Cosme Proenza fue alumbrando un mundo mágico, maravilloso, poblado por hermosas criaturas, de ambientes de ensueño, de ondulaciones e iridiscencias: un país vislumbrado, tierra recreada con espíritu de demiurgo.

Cosme Proenza era un maestro.

Una vez dijo que se consideraba un pintor sin marcas de estilo definitivas, porque lo que le interesaba era recrear con su obra la historia del arte. Eso decía Cosme, pero, indudablemente, su marca era inconfundible. La manera de Cosme, tan imitada, tan admirada, tan estudiada...

El universo temático era amplísimo: las implicaciones conceptuales, las referencias históricas, la metáfora poderosa... Una y otra vez fascinó con sus figuraciones, en las que se podía admirar eso que él llamó «la artesanía», o sea, el trabajo del pintor.

A los que lo tildaban de esteticista, de pintor antiguo y amanerado, Cosme respondía siempre, con una gran dosis de ironía: «A mucha honra». Él honraba la belleza, que entendía como celebración de la armonía.

«A los pintores nos dieron un don, no voy yo a malgastarlo haciendo cuadros elementales, de dudosa profundidad intelectual», le comentó un día a este cronista. Y decía, divertido: «Cuando me dicen de pronto arte conceptual, me horrorizo. Prefiero invertir una hora dibujando el ala de una mariposa que decir que una vulgar bisagra es la mariposa».

Ha muerto Cosme Proenza, en su pujante plenitud creativa. Holguín pierde a uno de sus mayores animadores culturales. Las artes visuales a uno de sus más pródigos e inspirados creadores. Los paisajes y las criaturas de Cosme Proenza Almaguer habitarán siempre un lugar de privilegio, entre la memoria y la invención. Tierra prometida del arte.