La única «vacuna»: el aislamiento social
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Foto: Oscar Alfonso / Escambray
Cuando el país se prepara para enfrentar la etapa más compleja de la epidemia e insiste en el aislamiento social, como principal acción para minimizar en algo la epidemia, hay una parte de la población-- principalmente en las grandes ciudades del país--, que echa por tierra lo que se hace a diario con incontables gastos de recursos y con enormes sacrificios sobre todo de médicos, enfermeras y personal de apoyo, para enfrentar la pandemia que azota la humanidad.
Al extraordinario esfuerzo de muchos se contrapone la irresponsable conducta de muchos de ciudadanos.
Gente que no piensa el sacrificio de trabajadores de la salud que en un hospital permanece por 15 días continuos, alejados de sus familias, en una Sala de Terapia Intensiva, salvando vidas, luchando con la muerte, atendiendo a los contagiados para que no se agraven, a los sospechosos y aislados.
O a los jóvenes estudiantes de medicina que junto a los médicos de los consultorios o policlínico se enfrentar también como soldados de ese noble ejército para prevenir y cuidar la salud de todos.
Tampoco consideran a quienes en otros servicios imprescindibles como farmacias, bodegas, panadería o mercados, o en una industria o en el campo, trabajan para servirnos a todos a otros, para garantizar aseguramientos necesarios, o para producir alimentos o sin poder ser parte del aislamiento.
Cuba prepara más personal especializado para esta anunciada etapa, alista nuevas instalaciones para recepcionar más enfermos con la COVID-19, los expertos y científicos luchan buscando las variables del proceso para tratar de bajar sus causas y consecuencias.
En laboratorios se investigan y trabajan intensas horas para encontrar soluciones, paliativos para la enfermedad y hasta vacunas, mientras en otros se producen medicamentos.
Sin embargo, una importante parte de la población desoye y deja de valorar la gravedad de esta enfermedad y el sacrificio de tantos, y desde temprano en la mañana comienza el desplazamiento por las ciudades y barrios como si todo fuera normal.
No hay percepción de lo grave del momento. Incluso se han presentado colas desde toda la noche en establecimiento de algunos barrios.
Hay oídos sordos al reclamo de las autoridades sanitarias y de la propia dirección del país --que ha suspendido clases, trabajos, e incontables actividades que representan pérdidas millonarias--, en aras de controlar la transmisión de una enfermedad tan grave y mortífera.
La población misma reclama adoptar medidas más severas y rigurosas, para responder al mismo esfuerzo y responsabilidad que hacen tantos, y que hace el gobierno por la salud de todos. El aislamiento social no puede quedarse en palabras
«Quédate en casa» no es una frase vacía, ni un eslogan, es la vida misma y el apoyo a quienes están en el primer frente de batalla de la COVID-19.
Es la única «vacuna» que existe hasta ahora.
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