La música en pandemia: llega el negocio de los conciertos virtuales
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La cultura, una de las grandes damnificadas por la crisis del coronavirus, se ha visto obligada a adaptarse a los nuevos tiempos para subsistir. Muchos artistas ofrecieron actuaciones gratuitas en streaming para entretener a la población durante el confinamiento; meses después, los conciertos digitales se están convirtiendo en todo un negocio.
El sector cultural es mucho más esencial de lo que se piensa de primeras. A fin de cuentas, la mayoría de la población consume música, películas, series o libros casi a diario. Ir a una exposición, al teatro o al cine son actividades que cuentan con muchos adeptos, pero se paralizaron completamente en los momentos álgidos de la pandemia. Para mantener cierto nivel de actividad, los profesionales del sector han hecho todo lo posible para ofrecer innovadoras alternativas y que así el público pudiera seguir disfrutando de la música en casa.
Por ejemplo, el gigante de la música en streaming, Spotify, ha avanzado una nueva función que permitirá a sus suscriptores asistir a conciertos virtuales: el servicio ‘Virtual Events’. Se trata de una forma de rentabilizar este tipo de eventos a través de su plataforma, pudiendo ofrecer diferentes niveles de exclusividad en función del plan que el usuario tenga contratado (gratis o ‘premium’).
¿El fin de los conciertos presenciales?
Pero Spotify no es la única compañía que se ha dado cuenta de las posibilidades que ofrece este nuevo modelo de negocio. La empresa inglesa Dice, especializada en la venta de entradas online, ha abierto la posibilidad de visualizar conciertos online. En marzo, prácticamente todos los conciertos de la plataforma eran gratuitos, pero ahora el 82% son de pago. De hecho, la empresa ya está negociando dos tipos de entradas para los festivales de 2021: presenciales y en streaming.
No es la única forma de ver conciertos en directo desde el salón de casa: Youtube, Facebook Live o Instagram directos son plataformas excelentes para visualizar todo tipo de vídeos que posteriormente se guardan, permitiendo al usuario acceder a ellos más tarde y visualizar el concierto cuando lo deseen. Además, este tipo de directos se pueden detener, o que posibilita al espectador tomarse pausas cuando lo necesite.
Por otra parte, la empresa Melody VR ha creado una plataforma que permite al usuario ‘trasladarse’ al propio concierto gracias al empleo de gafas de realidad virtual e incluso elegir el ángulo desde el que quiere ver a la banda o artista, una experiencia mucho más inmersiva e intensa. El asistente puede pagar por un concierto completo o por canciones sueltas, aunque deberá tener unas gafas de realidad virtual para disfrutar de la experiencia completa.
¿Quiere esto decir que los conciertos “de toda la vida” están por desaparecer o se trata solo de una adaptación provisional? Con toda probabilidad, los eventos presenciales están lejos de extinguirse y es muy probable que, a medida que la pandemia remita, la demanda vaya alcanzando poco a poco los niveles pre-coronavirus. Sin embargo, mientras el número de casos se mantenga elevado, el miedo de la población a asistir a conciertos va a persistir, por lo que se trata de una muy buena opción sustitutiva.
Así, estas dos modalidades podrían ser complementarias. No falta quien aventura que empresas como Spotify podrían copiar el modelo de negocio de Netflix o HBO y rentabilizar el contenido exclusivo. Los artistas podrían grabar sesiones expresamente para la plataforma, algo que tendría éxito entre los fans más entusiastas, que no dudarían en contratar la suscripción para no perderse nada de sus cantantes o grupos favoritos.
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