La generosa obra pictórica del artista cubano Humberto Ramos Hernández
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En una ocasión, el historiador cubano Eusebio Leal Spengler escribió en el catálogo de una exposición inaugurada en el Centro Histórico de La Habana que la obra del pintor cubano Humberto Ramos Hernández “es bella y generosa como el paisaje de tu tierra, que es la mía”.
No estaba errado Leal cuando expresaba tal afirmación, que se ha visto corroborada a lo largo de los años, pues desde 1997, año de retiro del artista de la vida militar profesional, ha ido fundamentando un ambicioso y versátil expediente plagado de hermosas obras de arte de diferentes tendencias.
Oriundo de la provincia de Camagüey, donde nació el 4 de diciembre de 1951, Ramos Hernández ha dedicado sus tres últimas décadas de existencia a la temática de su producción artística, donde recrea lo más auténtico de la naturaleza mezclada con la historia de la Mayor de las Antillas.
Considerado por amigos y familiares como todo un experto, hoy consagrado a las artes visuales, este prolifero paisajista nacional no escatima esfuerzos para intentar exponer a través de esa manifestación artística su pasión, amor e idolatría por la cultura y la vida artística de la Isla caribeña que lo vio nacer.
A pesar de sus 71 años, es capaz aún de continuar expresando en cada uno de sus cuadros todo el saber hacer acumulado en tanto tiempo, y de exteriorizar las vivencias de una nación que ha dado existencia a otros excelentes exponentes de las artes pictóricas.
Conmociona verlo laborar afanoso y a solas en la sala de su hogar en Nuevo Vedado, donde proliferan centenares de retratos gestados en décadas de diario bregar. Mientras pinta, y sin inmutarse en lo absoluto, es capaz de comunicar a través del lienzo cualquier vivencia, por muy insignificante que pudiera parecer.
Sus representaciones pictóricas transitan por múltiples tendencias, y en dependencia de la temporada, han navegado por pasajes de la vida de la Isla, los rostros de importantes personalidades, principalmente del Líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz, y del Señor de la Vanguardia, Ernesto Che Guevara de la Serna, paisajes de montañas, ríos, arroyos, el mar y la palma real, así como de cuerpos femeninos, bohíos solitarios o campos sembrados de caña, tabaco u otro tipo de cultivo.
Por momentos es capaz de emplear el impresionismo, el expresionismo, el abstraccionismo e incluso, a veces, el puntillismo u otra tendencia, para exponer sus inquietudes, pero prefiere las texturas y pinceladas del realismo, capaces de crear contrastes sin dejar de expresar la vida interna del ser humano, de manera cuasi onírica o tal vez surrealista.
También en el artista proliferan el empleo del óleo y el acrílico, vertidos en lienzo, tela, cartón o papel para dar realce a pinturas y retratos imaginarios o reales que luego son apetecidos, aclamados y resaltados por admiradores o compradores de diferentes naciones.
Obras de su autoría se encuentran en colecciones privadas de Estados Unidos, España, Francia, México, Inglaterra y Portugal, así como en galerías de Cayo Hueso (EE. UU) y Sudáfrica, entre otros.
El Grupo Excelencias (GE) tuvo la oportunidad de visitar la vivienda del artista con el propósito de conocer acerca de su extensa, delicada y profunda obra para, de alguna manera, tratar de ayudar a acrecentar su difusión dentro y fuera de fronteras.
GE: ¿Qué te atrajo de la pintura artística para estudiar esa carrera en los primeros años de la década del 70 del pasado año?
HRH: Desde muy niño me fascinaba la pintura y a través de los años este arte ha marcado siempre mi vida. Por tal motivo, al inicio de la Revolución en la década del 60 tuve la posibilidad de confeccionar pancartas y carteles para los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Aunque luego pude matricular en la Escuela Nacional de Natación Marcelo Salado donde me especialicé en polo acuático, e inmediatamente después en la Escuela de Medios Audiovisuales “Carlos Manuel de Céspedes”, en la que me gradué de decorador, aunque nunca dejé de pintar por pasión y deseo. Ya a inicios de los años 70 matriculé en la Escuela Taller de Artes Plásticas del Consejo Nacional de Cultura donde finalmente pude estudiar pintura y culminé en 1972.
GE: ¿Cuáles artistas, nacionales y extranjeros, han influido en tu extensa obra?
HRH: Al igual que les ha sucedido a muchos pintores, tanto de Cuba como de otras naciones, mi obra se ha visto marcada por la influencia de Leonardo da Vinci, Miguel Ángel Buonarotti, Rembrandt Harmenszoon van Rijn, Vincent Van Gogh, Paul Cézanne, Claude Monet, René Magritte, Edvard Munch, Diego Velázquez, Francisco de Goya, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Frida Kahlo, Andy Warhol o Wassily Kandisky, por solo citar algunos. Y en el caso de los cubanos, están Amelia Peláez, Víctor Manuel, Carlos Enrique, Wilfredo Lam o Mariano Rodríguez. Todos ellos han tenido una fuerte influencia en mi obra, que es indetenible.
También me impresionó mucho la innovadora técnica del pintor estadounidense Jackson Pollock que, al verter pintura sobre el lienzo, el expresionista abstracto creó obras de arte dinámicas y abstractas que revolucionaron la escena artística y, por tanto, la vida de la pintura. No obstante, de todos aprendí muchísimo, principalmente de los artistas cubanos, que me traspasaron, en cierta medida, sus imágenes de la naturaleza de nuestro hermoso país. No dejo de reconocer otras tendencias como el minimalismo, el modernismo y el postmodernismo, empleadas además por nuestros artistas y que siempre marcan un poquito a cada uno y a mí me han dejado algo.
GE: Aunque has empleado diferentes tendencias, ¿por qué predomina en tus cuadros la línea paisajística, o es por alguna preferencia?
HRH: Aunque todo depende de cómo me sienta cuando despierto, prefiero pintar paisajes debido a que en nuestro país no existe nada más hermoso que el campo y sus montañas y el mar. Cuando transitas por las carreteras, verás que en el horizonte nacen imágenes campestres preciosas, y lo mismo que un cañaveral, un riachuelo, un campo sembrado de tabaco o de maíz o de viandas, o tal vez un área llena de árboles frutales o de pinos y palmas reales, son motivo para que me sienta atraído inmediatamente a plasmar en un óleo cualquiera de esas bellas imágenes. Nadie cuestiona lo encantadoras que son las montañas cubanas, sus hermosas playas y su bonito cielo.
Además, trato que los colores que predominen en mis cuadros sean lo más fiel posible a la realidad, y por eso, muchos de mis admiradores han elogiado este detalle, incluso, especialistas extranjeros han visto cierta similitud con otros pintores del siglo pasado de Europa y de América Latina.
GE: ¿Cuál ha sido la relación suya con la emisora cubana Radio Reloj?
HRH: Es una emisora fascinante que elogian en el mundo entero, y la historia de Cuba está muy unida a ella. La vida del dirigente estudiantil y revolucionario cubano, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), de la Universidad de La Habana, entre 1954 y 1957, José Antonio Echevarría Bianchi, quien murió el 13 de marzo por ver independiente y libre a Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista, está muy unida a Radio Reloj. Los trabajadores de esta emisora nacional han organizado diferentes actividades relacionadas con la fecha de su toma por Echevarría y del Asalto al Palacio Presidencial. A lo largo de este siglo y en múltiples ocasiones se han organizado exposiciones con mis cuadros en la emisora que luego he tenido el placer de donar para que sean expuestos en sus pasillos. En la actualidad, muchas de esas obras permanecen allí por lo cual siento un enorme placer.
GE: ¿En cuántas exposiciones, personales y colectivas, han sido organizadas con su producción artística en nuestro país?
HRH: Desde la década del 70, he tenido el privilegio de participar en decenas de exposiciones, aunque se destaca una colectiva realizada en los medios audiovisuales del Ministerio de Interior (Minint) entre 1973 y 1974. También recuerdo otra colectiva en el Registro de Exportación de Bienes Culturales en 2005 y una en la Casa Salvador Allende al año siguiente.
Igualmente, tuve el placer de estar incluido en una muestra personal en la Casa de Habano del Hotel Meliá Cohíba, en 2007-2008, denominada “Festival de los Amigos de Partagás”, así como otra compuesta por 14 cuadros de paisajes cubanos de formato mediano en Radio Reloj el 13 de marzo de 2008, con motivo del 51 aniversario de la toma de la emisora y el asalto al Palacio de la Revolución.
Así, puedo mencionarte otra colectiva, celebrada ese mismo año por el aniversario 61 de la emisora que incluyó además la participación de artistas como Agustín Bejarano, Rafael Pérez Alonso y Magua, entre otros. Aproveché el momento para donar dos cuadros de formato mediano para ambientar las cabinas de los locutores.
De igual manera, el 24 de octubre de 2008 realicé la exposición personal “Campos de Cuba: Aromas y Sabor”, en el Museo del Tabaco con cuadros en la que empleé la técnica de óleo, acrílico, carboncillo, cartulina y tela. Y en 2009, participé en otra propuesta colectiva en Radio Reloj.
Otras exposiciones, personales y colectivas, se han efectuado a lo largo de la década siguiente, en instituciones de Habaguanex en el Centro Histórico, La Bienal de La Habana, restaurantes como La Cecilia y El Aljibe, así como en los hoteles Nacional, Occidental Miramar, Meliá Cohíba y Habana Libre, y en el Memorial José Martí y el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) y en el Festival de Cine Pobre de Gibara.
GH: Es usted un ser humano muy activo, alegre y displicente y un pintor activo y muy carismático. ¿Se siente hoy satisfecho con la vida artística mantenida hasta la fecha y cuáles serían las perspectivas inmediatas?
HRH: Indudablemente. He tenido una vida muy activa como artista y no puedo quejarme, aunque espero que se me conozca mucho más. No obstante, jamás dejaré de pintar, porque hacerlo me da fuerzas para seguir adelante. Mi familia me apoya mucho y me exhorta constantemente a seguir adelante. Ellos aman también los cuadros y el arte que quiero trasmitir. Todo el mundo me exhorta a pintar una y otra vez y, por tanto, me siento feliz por saber que los amigos y las personas que no lo son ponderan, e incluso, me incitan a continuar en ese hermoso empeño.
En una ocasión, un campesino valoró uno de mis cuadros y eso me conmovió mucho más que la valoración de un experto, lo cual te dice que el arte debe trasmitir y conmover a los seres humanos, de lo contrario, “¿para qué vale?
No puedo olvidar en esta entrevista, la labor anónima y desinteresada de un amigo muy cercano a lo largo de toda mi carrera, y es la de Víctor Manuel Quijano Castiñeiras, quien me ha apoyado constantemente. Para él, un abrazo enorme y mil agradecimientos.
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