La COVID-19 nos impone un mayor desafío para luchar contra la depresión
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Caricatura: Tomada de Cubahora
Con la propagación del nuevo coronavirus desde principios del 2020 por todo el planeta, autoridades gubernamentales y sanitarias han desplegado una serie de estrategias y medidas de higiene y contención para frenar las cadenas de transmisión de la enfermedad de la COVID-19.
Las más eficientes, como mayor insistencia en la limpieza de las superficies de contacto y el distanciamiento físico y social, demostraron que con mantener cierta distancia entre las personas era posible que las partículas de casos positivos no llegaran a infectar a otros.
Todo esto ha originado una ruptura de los esquemas de convivencia social y familiar, por lo que las rutinas habituales de vida, en su mayoría, han quedado desoladas. Asevera la comunidad científica y médica que la salud mental de muchos se ha visto seriamente afectada por la pandemia.
Este 13 de enero se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, ocasión para promover alertas y consejos a quienes más lo necesitan, más ahora para aclarar el COVID-19 como algo real y que está repercutiendo duramente en las poblaciones más vulnerables.
De acuerdo con el Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud, la exposición a factores estresantes extremos constituye un factor de riesgo para el desarrollo de problemas sociales y de salud mental, y la pandemia constituye uno de estos.
De igual forma, la Organización Panamericana de la Salud advirtió en un comunicado público que los pacientes con COVID-19, además de presentar los síntomas físicos asociados a ese mal, experimentan insomnio, dificultad para dormir, desvarío y, en otros casos, depresión.
Es por ello que no solo el personal de salud pública ha tenido que volcarse en esa tarea, sino que los psicólogos han tenido que, a pesar de las estrictas cuarentenas, asumir el reto a través de las facilidades que propicia Internet, y dentro de este, chats, plataformas webs y redes sociales.
Cuba, por ejemplo, con la intervención de los profesores de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana (UH), a mediados del 2020 emprendió un papel activo en los psicogrupos WhatsApp de la sección de Orientación Psicológica de la Sociedad Cubana de Psicología.
Según explicó el doctor Adalberto Ávila Vidal, decano de esa facultad de la UH, el objetivo fundamental de estos grupos es orientar a la juventud, adultos medios y mayores, y a las familias sobre los efectos negativos generados como consecuencia del nuevo coronavirus.
Han atendido temas como el autocuidado, la percepción de riesgo, el bienestar psicológico, la gestión del estrés, la ansiedad y la depresión. Los estudiantes de esa carrera también han estado en la primera fila de combate, destaca el diario Granma en su edición digital.
Las páginas institucionales en redes sociales también se han readaptado como espacios de intercambio para la población, para la emisión de mensajes educativos y de orientación, y de consejos útiles para afrontar las secuelas causadas por toda esta crisis sanitaria.
Los escenarios de actuación profesional han sido diversos y entre ellos destacan: las universidades del país, la Sociedad Cubana de Psicología, la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud, y psicólogos de organismos como el Minsap, el Minint, el Inder, entre otros.
Del mismo modo, los medios de comunicación se han volcado en la tarea, ya sea por la radio, la televisión, la prensa plana y digital, y en diferentes espacios. El programa Vale la pena, con el doctor Manuel Calviño, también ha servido como una consulta más para estos padecimientos.
Las iniciativas han venido en revancha y su variedad es más infinita de lo que pudiéramos consumir a diario e incluso, imaginar. La sociedad cubana, envuelta también en la evolución de la pandemia por todo el territorio nacional, no se ha visto desprotegida en este sentido.
La participación en terapias grupales, la adopción de rutinas saludables con una alimentación balanceada y dejando atrás hábitos de consumo tanto de alcohol como de cigarros, ayudan considerablemente a superar un cuadro depresivo. Todos somos susceptibles a la depresión.
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