La cola y el obstáculo que casi siempre va delante
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“El problema no es ni levantarse a las cuatro de la madrugada, como tampoco estar ya en la cola a las 5 cuando ya se termina la restricción de movilidad en La Habana, uno hace el esfuerzo y sacrifica horas de sueño y unas cuantas más de trabajo con tal de comprar productos de primera necesidad para el consumo familiar y de los más pequeños de casa”.
Así nos relató una señora, una de otros cientos a la espera del yogurt en la unidad comercial Trimagen en la calzada de Ayestarán, la cual prefirió mantenerse en el anonimato, y declaró a CubaSí que la indignación de todas las personas del barrio es percibir como son las mismas caras días tras días, como si la tienda estuviera inundada por una exuberancia de “custodios”.
“No sabemos hasta dónde llegará esta situación, es increíble ver tanto a hombres y mujeres durmiendo en las azoteas de los edificios a la redonda, otros trepados en árboles, la cosa de ellos es organizarse desde el día anterior y ya estar justo a las cinco formando cola, y bien larga, realmente yo desconocía esa nueva especie de monos y gatos”, alegó.
Si bien se pensaba que con la municipalización de las compras en ciertos mercados mermaran un poco las extensas filas, pues el objetivo principal es el de cortar las posibles cadenas de transmisión de la Covid-19, la realidad ha demostrado que el fenómeno de los coleros y acaparadores se extiende por todos los consejos populares como otra modalidad de trabajo.
Entre bajas y altas, el negocio de acaparar, revender y marcar para vender turnos parece ser bastante complicado de eliminar. Nos comenta la entrevistada que con total normalidad, la humanidad hecha añicos, tanto hombres como mujeres, de cualquier edad, a voz no muy alta, hasta te ofrecen un turno para ganar posición por el monto de unos 50 pesos cubanos.
“No es solo mi caso, somos todos los vecinos en la misma tragedia y con la molestia de que personas inescrupulosas se estén aprovechando de tan delicado escenario que enfrenta el país, tanto por los efectos de esta pandemia respiratoria, como por los del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los EE.UU.”, añadió.
Este es caso de la cola del yogurt en el Trimagen de Ayestarán y que destaca entre las noticias de mayor impacto en el municipio del Cerro. Sin embargo, no resulta un fenómeno aislado, las quejas y malestares a causa de ello, pululan en espacios públicos, redes sociales y el apartado para comentarios en los medios de prensa digitales.
Todos somos víctimas de los mismo, y es que pasan los meses y lejos de atenuarse, los no tan deseados coleros, acaparadores y revendedores parecen cobrar más fuerza. Las ilegalidades e indisciplinas sociales sin miedo o respeto hacia la ley y los demás ciudadanos. ¿Qué otra medida, otra más fuerte, será la efectiva para inmunizar a nuestra sociedad de estos males?
Como expresara nuestro presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en estas circunstancias de falta de recursos, “el desabastecimiento no puede ser la causa para que haya ilegalidad, ese es un pensamiento deshonesto (…) ello no conduce a nada bueno, al contrario, complejiza todos los procesos y molesta a las personas humildes que son la mayoría de nuestra población”.
En La Habana deberán extremarse aún más las medidas, aumentar el monto de las multas y se deberá contar con una mejor participación del pueblo de conjunto con las organizaciones de masas, y las fuerzas para establecer tanto del MININT como las FAR, para que se logre acabar con este sector de la sociedad, que lejos de ayudar, genera mayores problemas.
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