Janoy: orgullosamente enfermera (+ Fotos y Video)

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Janoy: orgullosamente enfermera (+ Fotos y Video)
Fecha de publicación: 
15 Noviembre 2022
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Janoy La Rosa Bernia, experimentada enfermera del Consultorio 25 del policlínico 26 de Julio, del municipio de Playa, en La Habana, dedicado a la atención de los trabajadores de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA). Esta mujer tiene nombre de ciudad y alma de país. Te invitamos a conocerla.

Fotos y Video: Jorge Camarero Leiva / CubaSí

Es una cubana de libro, aunque en la conversación se le sale un poco ese deje que trajo del Zulia y que a mí me recordaba todo el tiempo a mis alumnos maracuchos de la Escuela de Trabajadores Sociales. 

Dice Janoy La Rosa Bernia que la ubicaron como estímulo por su trabajo en el Consultorio 25 del policlínico 26 de Julio, del municipio de Playa, en La Habana, dedicado a la atención de los trabajadores de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), pero yo estoy convencida de que los premiados somos nosotros. 

Explico: llegas toda agobiada porque has aumentado como diez kilos en unos meses y ella te recibe con aquella sandunga optimista y sí, estás obesa, te lo deja claro y hasta te llevas algún regañito, pero también la certeza de que todo en la vida tiene remedio y una explicación detallada sobre la presión diastólica y sistólica, los riesgos del sobrepeso y la conducta a seguir.

—¿Siempre eres así? 

—Me gusta transmitirle mis conocimientos al paciente, para que sepa, porque nunca está de más; como les digo a mis hijos, el saber no ocupa espacio. Yo leo mucho. Soy Licenciada en Enfermería, siempre digo que soy enfermera desde los 20 años y voy a cumplir 56, pero yo era técnica, tuve que superarme y me costó, me costó mucho, pero hoy digo que me alegro. Tengo seis diplomados, me fui para Venezuela con el perfil de emergencista. Hice la Licenciatura primero y después el curso de Emergencias médicas. Tengo el diplomado de cirugía, que me gusta mucho; el de electro y el de trombolisis, otro de atención integral al adulto mayor.

—¿Y por qué no estudiaste Medicina?

—Siempre me hacen esa pregunta. Bueno, porque no pudo ser. Hice el examen en el policlínico para estudiar Medicina, pero cuando llegué a la universidad, a Girón, me explicaron que por la edad ya no podía, así que matriculé la Licenciatura en Enfermería, y hoy te digo que para mí el médico, número uno, es mi colega, y en el consultorio somos el binomio que siempre tiene que andar unido, pero yo, orgullosamente enfermera; siempre lo digo, todos los días del mundo lo digo: a mucha honra, enfermera. 

Y eso que a la enfermería llegó por azares de la vida. Cuando terminó el 12 grado, le otorgaron la Licenciatura en Farmacia, pero se fue a pasar unas vacaciones en Santiago con su padre y regresó a La Habana cuando ya el curso había avanzado, así que no pudo incorporarse. Entonces optó por el técnico medio en Enfermería.
 

Del azar al amor...

Al principio no le gustaba mucho, más allá de una suerte de reto que la acompañaba desde los tiempos en que era una niña enfermiza y la amigdalitis le costó muchas inyecciones, la pequeña que fue  miraba a las enfermeras jeringuilla en mano y pensaba: "algún día seré yo". Pero a la jovencita Janoy le "gustaba mucho la calle" y la profesión de enfermera "no tiene horario, esto es como los militares, sabes cuando entras, pero no cuando sales del trabajo".

Sin embargo, poco a poco se fue enamorando de tal forma, que de las cinco amigas que comenzaron juntas solo se graduó ella, con 20 años y embarazada de su hijo mayor: "Si volviera a nacer, sería enfermera. Yo soy enfermera en esta vida y en la otra. Orgullosamente enfermera, me muero enfermera", asegura con un sentimiento que conmueve.

Fue jefa de cuerpo de guardia teniendo dos hijos, el mayor la apoyaba y cuidaba al más pequeño, me cuenta. Ha pasado años en la atención primaria, en el consultorio médico ¿Y nunca pierdes esa alegría?, quise saber:

"A pesar de que me río mucho, cuando me pongo brava, me pongo brava. A los médicos los ayudo al cien por cien, pero cuando están mal me pongo brava y si no me gusta algo lo digo donde sea. Sé que todos tenemos dificultades, lo sé, pero vamos a trabajar bien y darle ese amor al paciente que merece, porque yo me puedo sentir mal, pero no tengo que maltratar a ese viejito que va por una receta, a esa mamá que va con su niño...

"Cuando trabajaba en el Consultorio del Médico de la familia me tenía que poner bien fuerte, porque me creía que los niños eran míos y me molestaba cuando las mamás no los llevaban, los iba a buscar a la casa, las embarazadas igual, me pongo dura".
 

Del amor a la entrega...

Durante la emergencia epidemiológica por la pandemia de COVID - 19, Janoy dejó el consultorio durante un año año y diez meses para irse a zona roja en el hospital popularmente conocido como La Covadonga:

"Llevo muchos años en la atención primaria y llegar a trabajar directamente con el paciente enfermo, hospitalizado, fue algo que me marcó, no es que no pudiera, pero los pacientes de COVID, imagínate, una enfermedad que desconocíamos, estaban ansiosos, se infestaba uno y entonces después entraba a veces la familia, aunque felizmente aquí el método de aislar a los pacientes funcionó y a veces la familia no resultaba positiva, pero siempre estaba esa preocupación, esa ansiedad". 

"Yo estaba en sala abierta, pero era zona roja, cuando un paciente se ponía grave y se trasladaba para la terapia yo iba a verlo y le daba mi número a la familia, les iba dando noticias, hacía videollamadas cuando iba mejorando para que hablaran, entonces cuando perdíamos a un paciente, eso sí me marcaba mucho".

A zona roja llegó poco después de otra experiencia inolvidable de su carrera: la misión en Venezuela: 

"Allí vi enfermedades de libro, se ve mucho lo que ellos le llaman el niño especial, Síndrome de Down, retraso mental, fueron muchos los trastornos que vi en Venezuela, porque el PAMI (Programa de Atención Materno Infantil), eso tan lindo que aquí se lleva a cabalidad, allá no. Entonces los embarazos son de riesgo, las gestantes andaban sin cuidados, más que nada si no tenían dinero, si la familia o el esposo estaban asegurados, puede que tuviera una evolución del feto y un parto mejor, pero la población pobre, nada de nada".

Habla de Chávez y se le iluminan los ojos con los que vio la obra enorme que emprendió por los más desfavorecidos. Habla con cariño de la señora María, la vecina del CDI que la llamaba con acento maracucho: "Negra vení", pero esta mujer es un manojo de expresividad y menciona caso con rabia a los ingratos que venían a atenderse y hablaban mal de la Revolución Bolivariana o de Cuba:

"Yo no admitía que me hablaran mal de Cuba, porque teníamos que prestarle servicio lo mismo al opositor que al chavista y yo siempre estaba a la defensiva, no lo podía permitir. Yo estaba allá cuando el Comandante falleció, eso me marcó, porque yo con él... yo soy fidelista. Ese día fue muy difícil, yo lloraba y no permitía que nadie me hablara mal de él".

Mientras atiende una población de aproximadamente mil trabajadores de ETECSA y permanece en su consultario, ubicado en el Centro de Negocios de Miramar, dispuesta a ofrecer primeros auxilios a cualquiera que lo necesite, Janoy está lista para ir "a donde sea a representar a Cuba y regresar, regresar para los míos". Esta mujer tiene nombre de ciudad y alma de país.
 

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