La evolución del cartel cinematográfico cubano y la influencia cultural en el diseño, fueron temas tratados en el foro teórico "Carteles a toda costa. Gráfica cubana ayer y hoy", realizado como parte de la 18 edición del Festival Internacional de Cine de Gibara (FIC Gibara).

Sara Vega, especialista de la Gráfica de la Cinemateca de Cuba, respecto a los inicios de esta manifestación, comentó que durante los años 60, se inició la búsqueda de personas que vieran las películas y lograran encontrar una metáfora que reflejara su contenido y además, atrajera al público a consumir un nuevo cine.

Era el principio de un camino gráfico que representara una muestra cinematográfica para no solo adentrar al espectador en la sala, sino para crear una obra de valor artístico, explicó.

Este país ha sido capaz de generar contenidos que forman parte de la memoria del mundo,refirió Vega, que implica el apoyo de la salvaguarda de los fondos y la socialización de estos carteles.

Nelson Ponce, diseñador y artista del cartel de la 18 edición de FIC Gibara, enfatizó en la necesidad de rescatar los elementos que nos identifican para poder comunicarnos, pues estas creaciones deben estar vinculadas a la cultura de un lugar.

Hay que rescatar los códigos para poder comunicarnos, la forma de ver el cine cambió y transformarnos con ella, pues la comunicación y el diseño están estrechamente relacionados y esa es la clave para llegar al público, manifestó.

El cartel cinematográfico cubano está considerado Patrimonio Cultural de la Nación mediante la Resolución 40 de 2018 y además, por sus evidentes méritos artísticos, está inscrito en los Registros Nacional y Regional del Programa Memoria del Mundo de la Unesco.

Entre los emblemáticos carteles que consiguieron el aval de la organización internacional, se encuentran los que representaron mundialmente filmes como Lucía de Humberto Solás, Clandestinos de Fernando Pérez, Vampiros en La Habana de Juan Padrón y Fresa y chocolate de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.