Granma-Matanzas: La historia, la pugna… el campeonato
especiales
Hay una cortina de expectativas sumamente elevadas respecto a la final entre Matanzas y Granma. Paridad, ofensiva como arma más letal y temple en partido de postemporada caracterizan a ambas escuadras, con ligero favoritismo a favor de los yumurinos, según los entendidos.
Los números, bajo la actual nomenclatura, favorecen, sin embargo, a Granma (86 victorias a 84), con par de sonrisas para los Alazanes en las campañas 56 y 57.
En el primero de estos duelos, extendido a siete partidos, los granmenses contaron con enorme empuje de sus refuerzos, entiéndase Dennis Laza y Frank Camilo Morejón con el madero y a la defensa; y el trotamundos Noelvys Entenza desde la lomita, formando dupla letal con Lázaro Blanco.
De hecho, no salían como favoritos, pues, del otro lado, William Saavedra, Juan Carlos Torriente, Yordanis Samón, Liván Moinelo, Frank Luis Medina y Frank Montieh se antojaban complementos de lujo para Gracial, Jefferson, Yera, Ariel Sánchez, Eduardo Blanco y compañía.
Solo que la maquinaria yumurina no molió como debía, y pese a marcadores cerrados en par de desafíos, sucumbieron.
Al año siguiente, se repitió el duelo semifinalista y, en esta oportunidad, nuevamente los granmenses se llevaron el gato al agua, solo que con mayor holgura, hilvanando cuatro triunfos en línea después del revés inicial.
Avilés mantuvo su rol de verdugo con el madero, y otro receptor de calibre adquirido en la selección de refuerzos, Yulexis La Rosa, calzó detrás del home plate e hizo sonar su bate.
Todo lo contrario evidenció la ofensiva yumurina, con Eduardo Blanco como única nota descollante, al despachar dos pelotas, remolcar a cinco coequiperos y compilar para 389.
El presente:
Finalmente, en la etapa regular de esta 60 Serie, los Cocodrilos inclinaron la balanza a su favor 3-2; además de haber tenido un camino menos rocoso hasta esta definición: barrieron a Cienfuegos, el conjunto más bateador de la clasificatoria y desplomado en cuartos; y luego dispusieron 4-2 del siempre peligroso y estable Las Tunas.
Los de Carlos Martí se exigieron a fondo para imponerse 3-2 a Industriales, y luego caminaron 4-2 sobre Pinar del Río, en serie de pizarras abultadas.
La opinión:
Habíamos mencionado en una radiografía previa algunos elementos a considerar de cara a esta final:
1- La tensa situación epidemiológica impuesta por el coronavirus, que se ha enfrascado en interrumpir la naturalidad secuencial de nuestro calendario, ya sea en etapa regular como en play off.
De hecho, Matanzas ha sufrido esas prolongadas pausas como ningún otro plantel, lo cual pudiera reflejarse una vez más en obtención demorada de forma deportiva y nivel de juego. Afortunadamente, en una serie al mejor de siete, es más posible de alcanzar.
2- La forma envidiable del pitcheo abridor granmense, especialmente la dupla Lázaro Blanco (cuatro sonrisas en igual número de salidas) y César García, brazo duro, capaz de asumir cualquier rol, si el partido lo amerita. Gracias a su faena, en buena medida, Granma acaricia su tercera final en cinco años.
El zurdo Leandro Martínez redondea la rotación abridora aportándole experiencia, y pudiera antojarse letal frente a los hombres de la llamada mano equivocada en el line-up yumurino. Es un hombre que, pese a su edad (41 abriles), está acostumbrado a caminar los partidos.
3- La profundidad de la batería matancera, capaz de realizar cambios en la alineación sin apenas notar diferencia y mermar en su endemoniado poder de fuego: William Luis, Yariel Duque, Yasiel Santoya, Juan Miguel Vázquez y Javier Camero, son ejemplos de posibles roles de designado, emergente o inicialista.
Si a ellos les sumamos a Yadil Mujica, Yadir Drake, Erisbel Arruebarruena, en estado de gracia, y como complementos sólidos Ariel Sánchez, Aníbal Medina y Jefferson Delgado y Eduardo Blanco, pudiera pensarse que muy pocas opciones de escapatoria tendrían cualquier staff desde la colina de los martirios.
4- La defensa de uno y otro conjunto, sobre todo la de los campeones defensores que pasó de ser la mejor en etapa regular a la más mala en la postemporada (15 pifias en nueve choques para 960). Muchas carreras sucias y desenlaces en el marcador costaron esas pifias a los yumurinos.
5- La ausencia de Joel Suárez desde la lomita y el propio Drake para el primer choque de la final, donde de seguro Martí enviará al inmaculado Lázaro Blanco a la guerra (cuatro sonrisas en otras tantas salidas). Yera será de seguro el rival de Blanco.
6- En materia ofensiva de forma general los yumurinos han estado mejor: 317 de average, con una decena de cuadrangulares y 103 indiscutibles en dos choques menos.
Los Alazanes en cambio han compilado para 294, con mejor OBP (419), y seis bambinazos. Se notará la ausencia por lesión de un hombre como Cedeño.
7- Desde la lomita trabajan los de la Atenas de Cuba para 2.71 limpias, con 48 ponches propinados y 35 boletos; por 3.54, y una relación estrucados-transferencias de 50-40 por los Alazanes.
Desde mi modesta perspectiva individual, si bien coincido en que los yumurinos están ligeramente en mejores condiciones, dadas las múltiples opciones ofensivas de que disponen, y un cuerpo de serpentineros más redondeado y experimentados en correspondencia con los roles, la tropa de Martí no será una panacea ni mucho menos. No en balde es doble titular de nuestros clásicos en el último lustro y una novena que muchos quisieran evitar en play off. Máxime cuando en esta oportunidad no se contará con refuerzos.
Mi vaticinio: 4-2 favorable a los monarcas defensores. Pero dejemos que sea el terreno el mejor oráculo a partir del domingo.
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Carlos
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