Estética y realidad en la artesanía del humidor
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Al final, el mundo del tabaco cubano conforma la esencia de un arte de lo más concreto. Desde la idea de plantarlo, atendiendo a cada uno de los factores de un cultivo fino, hasta que llega a los labios del consumidor, la producción pasa por un largo y apasionado proceso para crear un ambiente. Por eso, es que fumarlo no es el único objetivo, sino que previamente debe adaptarse a su entorno y combinarse con él. Para hacerlo, no existe forma mejor que los maridajes de tabaco y ron cubano ligero. Tanto es así que la forma de almacenaje de este producto es fundamental si quieren conservarse todas sus propiedades, y si, además, queremos formar un distinguido paisaje interior no hay más que añadir un buen humidor. El tabaco es, cuanto menos, una experiencia, y un cúmulo de ellas.
Escultura en madera y arte en tabaco
Estos cajones, principalmente hechos de cedro, con medidas y herramientas específicas para la conservación de la humedad concreta, pueden venir lacadas para darle ese toque refinado que busca este fumador, o talladas de las formas más monumentales posibles. Es el caso del maestro artesano de humidores, Alexander Falcón, creador de Humidores Falcón. El artista ha comenzado a realizar una gama de humidores esculpidos en la forma de los monumentos más reconocidos de Europa. Ha empezado por la madrileña Puerta de Alcalá. La réplica del arco del triunfo más importante de España mide cerca de medio metro de alto y tiene capacidad para unas 150 unidades. Contiene gavetas a los laterales y una frontal, así como un higrómetro exterior que, sumados, aportan la elegancia y practicidad perfectas.
No es casualidad tallar el humidor exactamente así. Para Falcón, un humidor con esta forma es una manera de unir culturas, de exportar un poco de la identidad más íntegra de Cuba hacia Europa. “Estaríamos hablando de una obra funcional para ese cliente europeo que le gusta su país, su mundo, su historia. Entonces, le estaría trayendo con el tabaco, con el puro, un poco de historia de mi país".
Así, cuenta que la historia no está solo en la forma, sino también en el contenido. Como bloque de talla utiliza en muchas ocasiones madera de cedro viejo, de hasta 100 años, y centroamericano. Es cuestión de reutilizar muebles que ya no se encuentran en su momento más óptimo y transformarlos en una obra de arte, atendiendo a su color, su curación y sobre todo, acogiéndose a la calidad.
El estudio es parte del proceso
Realizar un humidor conlleva toda una investigación. En cuanto a la Puerta de Alcalá, Falcón comenta que estuvo en Madrid el pasado noviembre y, aunque el monumento se encontraba cubierto por una restauración que duró varios meses, sus planes no se vieron truncados en ningún momento, ya que tiene sus propias fórmulas.
El artesano utiliza fotografías que toma él mismo que le sirven de modelo, pero en este caso pudo superar sus propias expectativas: debió de usar numerosas fotografías digitales y trabajar a fondo con escalas para evitar la distorsión.
El diseño inicial mantiene vistas frontal, lateral y aérea hechas a lápiz, alejado de la tecnología, lo que confiere a los humidores de Falcón una artesanía aún más especial. Además, comenta que entre sus características debe hablarse también de la transportación, más allá de la belleza, a esta fusión de estética y rentabilidad de la obra, se añade la seguridad ante una traslación intercontinental.
Este tipo de humidores parecen en muchas ocasiones piezas de museo. En cambio, el artista cubano nos habla de clientes. El humidor está hecho para el fumador, o incluso, para el coleccionista de estos tabacos.
El humidor de la Puerta de Alcalá es la primera obra de una colección. Explica que, sobre todo, cuando se empieza un proyecto, es muy bonito conservarlo, pero llega un momento que "darle un poco de valor a uno mismo como creador" no es algo que sobre, porque cuando acumulas tiempo y dedicación, es fundamental que se vea recompensado con el valor económico. Todavía no sabe qué va a ocurrir con su obra, pero su deseo es que esta se mantuviera en España, porque si la ha creado para traerla, se trata de una forma de homenajear la cultura española desde dentro, siempre con el toque cubano que le aporta el tabaco, desde la etapa colonial se introdujo en España.
El artista busca que la pieza se vea
Durante un tiempo, el humidor va a estar expuesto en el estanco de Magallanes, en Madrid. Nos referimos a un lugar histórico para fumadores especializados y amateurs de España y Cuba. A esta tienda llegan tabacos de todo tipo desde que abrió en 1995 gracias a su fundador José Martínez Francos, quien opinaba en una entrevista a la Casa del Tabaco, que "purear es un arte". Por eso y porque se trata de la cava más grande del país y una de las más importantes de Europa, que Falcón no podría plantar su obra en otro lugar de la capital que contuviera mejor su esencia.
Hablaba el artista de las exposiciones en que se reconocen los humidores como piezas artísticas. Aunque ha participado en otras ocasiones, no tuvo el placer de asistir al último Festival del Habano, que tuvo lugar en febrero de 2024, por una cuestión que, por suerte, sí dependía de él: "a veces un no también es una respuesta bien dada". Asume que no tuvo el tiempo que requería una obra de calidad. El artista asegura que si participa en cualquier exposición quiere dar la talla, nunca mejor dicho: "si participé anteriormente con un nivel, el próximo tiene que superarlo".
La autoexigencia de un artista está fundada en los estándares que buscan los clientes cuando intentan llegar al humidor más adecuado para sus colecciones. Debe atenderse a que se trata de productos que, según sus características, son bienes de lujo, realizados para el disfrute de quienes asumen el gasto, por lo que estar a la altura es un requisito indispensable para presentar una obra.
El secreto está en sentir el humidor en el conjunto
Para Alexander Falcón el secreto está en el olor. No solo de lo que se almacena, sino también de la propia madera y los materiales. Comprar un humidor es una experiencia casi inevitable cuando se entra en el mundo del tabaco cubano. El pinareño se fusiona con la mente del consumidor, pues asegura que la intención es crear un ambiente de lo más agradable.
El tabaco es tomarse un tiempo y disfrutar. Es activar los cinco sentidos y apreciar que es mucho más de lo que lo rodea.
Lectores en fábricas de tabacos
*…Asegura el eminente americanista Sr. Bachiller y Morales, en su “Cuba primitiva”, página 250, que la primera vez que habló el gran Almirante del referido vegetal, fué el 15 de Octubre de 1492, en que dijo que eran hojas seras odoríficas que trasporaba un indio en una piragua en Exuma, una de las islas Bahamas, pensando que debieran ser de gran valor, pues se las ofrecían en Guahananí, como señalado presente. La explicación que daba el humanitario é inolvidable Fray Bartolomé de las Casas de los tizones à modo de mosquetes que encendidos llevaban los habitantes de Boechio (Hayti), confirma que eran puros, semejantes á los de hoy..
Dr. Antonio de Gordon
*…1865 tuvo efecto un suceso que no podemos callar, y es el haberse introducido la excelente costumbre de la lectura en los talleres, siendo a impulso de Nicolás Azcárate en el El Fígaro en donde por primera vez se oyó la voz del lector, elemento valioso para el progreso, pues con libros escogidos se instruye el hombre, y no debemos olvidar que el ilustre Voltaire dijo, con verdad, que los grandes crímenes siempre han sido cometidos por los más ignorantes. El buen ejemplo no dejó de ser imitado, pues el martes 9 de Enero de 1866 se leyó en la manufactura de D. Jaime Partagás, siendo esta la segunda casa en que se hiciera, y fué elegida para el debut la importante obra “Las luchas del siglo,” (La Aurora, 16 de Enero de 1866). Durante trece años, puede asegurarse que se encontraba establecida la lectura en todas las fábricas, probándose los lectores para obtener la plaza, los que ejecutaban sus compromisos tres horas diarias, descansando un cuarto en cada una, y los que eran retribuídos por los operarios. La práctica á que aludimos, terminó á consecuencia de la circular de 8 de Junio de 1896, dictada por el Excmo. Sr. D. José Porrúa, Gobernador Regional, la que basé en el artículo 31 de la Ley de Orden Público de 23 de Abril de 1870.
La lectura en los talleres, á la vez que el trabajo, hacía á los obreros más fructífero el tiempo, como explicaban mejor fumando, los maestros á quienes se refiere el castizo escritor Benjamín Blanco…
En el referido año de 1866, convencido D. Gregorio G. Rodríguez, de las magníficas condiciones de honradez del tabaquero, estableció en San Rafael 106, la primera escuela gratuita, en la que á todo trabajador le era dable aprender de noche la instrucción primaria, reorganizándose en 25 de Febrero de aquel año “El Recreo de Artesanos”, que se hallaba ocupando la casa Prado 45….
Aún existe en Cuba el lector de tabaquerías, a pesar de las vicisitudes experimentadas a lo largo de su existencia, no tiene aproximados en otras partes del mundo, excepto en aquellos lugares donde lo llevaron los propios tabaqueros cubanos emigrados en Tampa, Ibor City, Nueva York y otras latitudes.
Los lectores en las fábricas de tabaco son los encargados de contar historias a cientos de torcedores de tabaco. Novelas clásicas, noticias de periódicos, estudios o citas famosas, además de protagonizar cada personaje de novela en su lectura. De este modo, la lectura en las tabaquerías quedó como singular en este género de la actividad económica, para participar en cada período de la historia cubana y ganarse un lugar en la idiosincrasia nacional por su apoyo incondicional. Así como para compartir conocimientos y alimentar la sabiduría en uno de los sectores económicos más importantes de la nación cubana: los tabaqueros.
Sin embargo, a pesar de su importancia en la divulgación y promoción de la cultura, fue prácticamente ignorado por los sectores ajenos al tabacalero e, incluso, tuvo poco apoyo entre las nuevas generaciones de obreros del tabaco. Ellos, por lo general, eran indiferentes al valor de este servicio, que no sólo entretenía y garantizaba el aumento en la producción, sino que además elevaba el nivel intelectual de los empleados de cada fábrica.
Por su trascendencia histórica y arraigo a la tradición leer en voz alta un libro, con 159 años de existencia, hasta nuestros días, el Consejo Nacional de Patrimonio, de Cuba, reconoció al Lector de Tabaquería, como Patrimonio Cultural de la Nación en 2012.
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