ENTREVISTA: «Esa flauta» de Maraca, con sabor y con swing

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ENTREVISTA: «Esa flauta» de Maraca, con sabor y con swing
Fecha de publicación: 
22 Marzo 2022
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Mientras presenta un fonograma exquisito, que rinde homenaje a toda la tradición de la que se siente heredero y parte, lo primero que hace Orlando «Maraca» Valle es agradecer:

«Agradecer muchísimo la oportunidad de continuar este camino de la flauta, que se inició hace más de cuarenta mil años en el sur de Alemania en una cueva, donde fue la primera vez que se tuvo noción de un instrumento musical. Y en el caso de Cuba, que se tocaba primero la flauta de madera, pero fue evolucionando y es un instrumento que anima, que comunica, y después ha habido excelentes flautistas, creadores no solamente en la flauta, sino en la música cubana en toda su extensión».  

—¿De eso va Esa flauta, de tributar a la historia del instrumento en Cuba?
 
—La flauta no paró, no se quedó en el siglo XX, y de eso trata este DVD: de homenajear a los flautistas, al instrumento, pero sobre todo también marcar el camino a seguir, tratar de explicar un poco nuestra visión de la flauta, hacia dónde va. 

—Y desde su propia experiencia, ¿cuál sería ese camino?

—El camino es todo. La flauta es un instrumento mágico, pero a veces se encasilla. ¿Qué pasa?, que yo vengo de Párraga, donde había santería; está la Iglesia de Santa Bárbara, donde cantaba Celina González; y había mucha cosa afrocubana: batá, rumba, conga, comparsa, de todo había ahí; es un lugar muy negro, muy africano. Mi papá ponía los domingos un programa de Radio Progreso donde estaba la Aragón y ahí yo me permeaba de la Aragón tocando charanga; era en vivo, no había nada ahí grabado. En la televisión era charanga, charanga y charanga. Después estudié música clásica en la escuela. En el nivel medio, en el Amadeo estaba la sede de la Banda Nacional de Concierto, que eran unos viejitos que tocaban súper, pero tenían 70, 80 años ya. Entonces yo decía: yo no quiero eso, ni quiero ser charanguero. 

«Empecé a oír otras influencias, empecé a conocer que había en Brasil un movimiento muy importante de flautistas increíbles, en el jazz también, yo no sabía que existía eso. Empecé a descubrir cosas que ya no era la música clásica, ni era la rumba de Párraga. Entonces empecé a mezclar todo eso, más lo que viví después con Irakere, con Chucho Valdés, con Emiliano Salvador el pianista, con Frank Emilio y los amigos, Bobby Carcassés, Changuito, Tito Puentes...

«La vida me fue conduciendo por caminos que me llevaron a conocer y a grabar y a tocar con flautistas de muchos lugares, y la flauta se convirtió en un todo, o sea, tiene percusión, tiene un tres; a mí me gusta el tres, me encanta la cadencia del son, la del changui, la música que se hace en África del norte, la que se hace en diversas regiones de África. Tengo colecciones de discos de eso y cosas que he vivido. Entonces eso hizo de mí un flautista diferente. Hizo que en Estados Unidos me llamaran «El libertador de la flauta», porque yo no quería ni ser un charanguero más como los que veía en la televisión, ni ser un integrante de la Banda Nacional de Conciertos. Y decía: bueno, ¿cómo yo hago? Y empecé a ver a José Luis Cortés, el Tosco, que comenzaba a introducir cosas que no eran típicas de aquí y dije: mira qué interesante, él toca distinto a los charangueros. Y empecé a investigar y a buscar gente de afuera que tocaban distinto, o sea, los flautistas de aquí tenían mucho ritmo y mucho sabor, sonaban muy cubanos, parecía que estabas oyendo un sinsonte —así me decía la mujer de Frank Emilio: el sinsonte cubano—; los de allá tenían mucho swing, pero no tenían sabor, y los de aquí tenían mucho sabor y no tenían swing. Entonces yo decía: hay una contradicción aquí, hay una distancia enorme entre dos mundos que yo adoro».

—Y entonces el camino fue unirlos...

—Me vi obligado a unirlos porque, además, la flauta estaba prohibida entre comillas: en los formatos conjunto había cuatro trompetas, Chapotín, Arsenio Rodríguez, Roberto Faz y millones; ahí no había flauta, jamás. Yo no tenía derecho a tocar ahí, o sea, no tenía perspectiva ninguna, sin embargo, yo tenía línea melódica para tocar ahí. Yo tenía líneas melódicas para tocar en una jazz band. Si me proponía yo mismo para tocar en una jazz band, me decían: ¿qué saxofón tocas? No me interesa tocar saxofón. Yo toco flauta, no saxofón. Yo no soy un flautista que toca saxofón, yo soy un flautista que toca flauta. No tenía espacio. 

«Entonces me empecé a escribir yo mismo la música, me desarrollé para componer y empecé a hacer música, los discos míos primeros lo demuestran. Así comencé a tocar flauta en los conjuntos, flauta en las jazz band. Entonces liberé un poco la flauta, y a partir de ahí se ha ido tejiendo una corriente, no solo conmigo, sino con otros también, hasta que llegó un momento que algunos discos realmente pegaron, estuvieron nominados al Grammy, ganaron premios de cine con películas como Un hombre aparte, donde trabaja Vin Diesel, el de Rápido y Furioso; esa película es muy famosa mundialmente. Yo tenía una disquera americana durante años en Los Ángeles y colocaron esa música en una película australiana, pero que vendió Hollywood, y donde decía: "sopla, Maraca"; entonces llegaban comentarios: "oye, grabaste una cosa buenísima con Oscar de León". No, eso es con mi grupo en Cuba, pero ellos pensaban que era afuera. Todo eso caminó mucho y me posibilitó conocer y colocarme también a niveles de aceptación».

—¿Esa flauta «con sabor y con swing» es la que vamos a encontrar en este disco?

—Van a encontrar un poquito, o sea, no hay nada absoluto, igual que la medicina, que dos por dos no son cuatro, en la música es lo mismo. Esto no es una enciclopedia; de hecho, habría que hacer «otras flautas», otros discos, otros DVD, porque, además, la flauta no soy yo para nada. Yo soy uno más dentro de una cadena de flautistas que, gracias a ellos, nosotros hemos sido respetados en el mundo. Yo conozco alrededor de 65 países, con Irakere anduve medio mundo y con mi grupo he estado también en lugares remotos, y donde quiera es conocida la flauta cubana, y donde no era conocida, se presentó y gustó. La flauta cubana tiene una fuerza, la música cubana tiene una fuerza, una identidad, que no podemos perder. Hay que tratar de conectar a los jóvenes con eso.

—¿Y cómo lograr esa conexión?

—Yo creo que existen vías inteligentes para conectarlos, como mismo yo me conecté cuando era joven. He leído en algunos libros que en los años 20, que no tienen nada que ver con nuestra realidad actual, el folk trop, que era el ritmo de moda americano, permeó la música cubana y destruyó la presencia del timbal en el danzón; la gente no sabía ni qué hacer: bueno, ¿hacemos un danzón con batería americana? Hasta el son como que se tambaleó porque sonaban otros ritmos. Para eso existen fórmulas, como las que yo viví cuando era chiquito, que existía el programa de televisión Para bailar, que nos conectó con premios, competencia, estimulación a los jóvenes, y a partir de ahí yo me conecté con el danzón, con el mambo, el chachachá, y me sirvió para iniciar una carrera estudiando esa música.

—Quizás acercarse más a las escuelas elementales de música...

—Eso siempre yo he querido, incluso a las escuelas generales. Pienso que a la música, el ballet, la plástica, al arte en general y a muchos aspectos de la cultura, de la historia, debería dársele otro enfoque e interactuar con los niños. Tan sencillo como, por ejemplo, la serie Calendario, que tiene actores y actrices que comunican muy bien. Si los llevan a las escuelas para que ellos expliquen sobre estos temas, seguro los van a escuchar, y en el futuro vamos a tener personas más conectadas, más cubanas, y que conozcan mejor su país, la cultura de su país. Yo estoy en la disposición, me he brindado y ojalá me llamen para hacerlo.

—Maraca, ¿qué significa la flauta para usted?

—La flauta es un instrumento establecido como clásico, o sea, tú vas a buscar y tienes conciertos de Mozart, tienes impresionismo, romanticismo, barroco, contemporáneo, todos los estilos habidos y por haber, hay millones de compositores, millones de flautistas famosos, pero la historia mía es particular porque, primero, yo no busqué estudiar flauta. No me la impusieron, me la recomendaron y yo la acepté, un niño de 10 años.

«Al final es un pretexto, una conexión, una herramienta para poder expresarte, para poder cantar, decir lo que crees que está pasando, lo que sientes. Eso es la flauta para mí, una herramienta que me ha servido para comunicar con mucha gente. En algunos lugares yo he estado y ha habido miles y miles de personas. Con Silvio en el Estadio Nacional de Chile había no menos de 80 mil personas, y ahí estuve tocando flauta. En otros lugares ha habido 20 mil, 30 mil, no sé cuántos miles, que reaccionan a una cosa que no habla, sino que suena, y es el sentido primario del ser humano, nosotros primero sonamos y después hablamos, y lo primero que se descubrió que existía era una flauta, entonces ya venimos desde allá con eso...»

—El CD + DVD Esa flauta tiene varios temas dedicados a importantes instrumentistas cubanos y recorre géneros diversos de nuestra música popular. Usted mismo ha dicho que es un tributo a la flauta cubana. ¿Es posible hablar de una escuela cubana de flauta? ¿Qué elementos la distinguen?

—Muchos de los elementos son, incluso, extra musicales. En las clases que imparto insisto en eso, porque me he metido mucho, con este mismo trabajo, en las particularidades técnicas y expresivas de muchos flautistas, no solo en cuanto a los géneros que más defendían. Yo he estado tratando de ir más allá y ver cómo tocaba cada cual, por qué tocaba así. Entonces pienso que hay una escuela cubana de flauta. La flauta en el siglo XIX fue importante, en el XX fue muy importante y en el XXI sigue siendo importante. Hay que seguir adelante, porque hay flautistas aquí como Niurka González; como José Luis Cortés; como Eduardo Rubio, el de la Aragón; Herrera, el flautista de madera. Yo quisiera rescatar la presencia de la flauta de madera en Cuba, que no se quede atrás, que no desaparezca, porque eso es patrimonio nuestro y tenemos que defenderlo. Yo pienso que en la escuela cubana de flauta están todos los ingredientes para confirmarla, para desarrollarla y para seguir creando.

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