Encuesta: Desinformación afecta trabajo periodístico
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Algunos periodistas han dado la voz de alarma por la difusión de desinformación en la sociedad y por cómo afecta su trabajo día a día, y se muestran escépticos respecto a los métodos tradicionales que se emplean para combatirla.
La organización PEN America, defensora de la libertad de expresión, reveló tras un sondeo entre periodistas publicado el jueves que el 90% manifestó que sus trabajos se han visto afectados por contenidos falsos creados con la intención de engañar.
La desinformación adopta muchas formas: las afirmaciones falsas del expresidente Donald Trump que aseguraban que había ganado las elecciones presidenciales de 2020; los tratamientos de COVID-19 no comprobados difundidos en internet; y las teorías descabelladas de QAnon sobre pedofilia.
A veces son cosas muy simples, como que un político municipal mienta sobre los antecedentes de un oponente o el debate de esta semana sobre si un video mostraba excremento de pájaro cayendo sobre la chaqueta del presidente Joe Biden durante un discurso.
Cuatro de cada cinco de los más de 1.000 encuestados consideran que se trata de un problema grave, y la mayoría afirma que se enfrenta a él con regularidad, ya sea por la transmisión de información falsa por parte de las fuentes o por la necesidad de desmentir algo que se está difundiendo en la red.
La información falsa puede propagarse a través de bots, o en fotos y videos manipulados que deben ser verificados, dijo Dru Menaker, directora de operaciones de PEN America.
El periodista Luke O’Brien, miembro del Centro Shorenstein sobre Medios, Política y Políticas Públicas de Harvard, es ahora un experto en un tema que apenas existía hace una década. Dice que le ha sorprendido la rapidez con la que se extiende la desinformación en los medios de comunicación. “Cada vez es peor”, aseveró.
Aunque la mayoría de los periodistas se esfuerzan por combatirla, el 11% de los encuestados admitió que había transmitido información falsa sin saberlo, y el 17% dijo que había evitado hacer un reportaje porque temía que se le acusara de propagar “noticias falsas” con el propósito de desacreditar su trabajo.
Cuando PEN America les preguntó sobre las fuentes de la desinformación más notorias que han encontrado, el 76% de los periodistas citaron a los teóricos de conspiración de la derecha (el 35% dijo que a conspiranoicos de la izquierda). El 70% dijo que los funcionarios del gobierno o los políticos, el 65% dijo que los grupos de activistas y el 54% mencionó organizaciones específicamente diseñadas para crear desinformación.
La hostilidad pública hacia los periodistas y el clima de negocios que ha disminuido los empleos en los medios, en particular fuera de las grandes ciudades y entre quienes cubren comunidades minoritarias, han magnificado el problema.
Una reportera de Los Ángeles Times que entregó la encuesta contó sobre un reporte que hizo acerca de un grupo que tiene apoyo de una milicia y que estaba utilizando la desinformación para ganar poder en el gobierno local. El líder del grupo dijo en un podcast que la reportera y un colega suyo eran nazis de los que había que “encargarse”, y ahora ella tiene un chaleco blindado en su clóset.
Varias organizaciones noticiosas han redoblado sus esfuerzos para erradicar la desinformación en los últimos años. The Associated Press, por ejemplo, tiene una unidad de verificación integrada por 12 personas que investiga las aseveraciones difundidas en línea, junto con una operación separada verificadora de hechos y reporteros que cubren desinformación como un aspecto noticioso.
La AP tiene una columna semanal: “Not Real News” en inglés y “No fue real” en español, donde disecciona las historias más vistas pero completamente falsas que circulan en internet.
Pero muchos medios carecen de esa capacidad. “Necesitamos más periodistas”, dijo uno que respondió a la encuesta. “Los que quedan se ven rebasados y no tienen tiempo para enfrentar el enorme mundo de desinformación”.
Muchos periodistas no creen que se esté haciendo lo suficiente para adiestrar a las personas a que enfrenten este problema. Sin embargo, también hay poca unanimidad en cómo hacerlo.
Mientras algunos consideran importante informar sobre las aseveraciones falsas, otros creen que hacerlo sólo aviva su circulación. O’Brien dijo que hay maneras de informar sobre ellas sin potenciarlas, por ejemplo, no incluyendo los enlaces.
Es importante informar sobre los hechos del momento para dejar constancia histórica, señaló. Los periodistas también deben dedicar recursos a informar sobre quién está detrás de la desinformación, tanto financiándola como ejecutándola.
Los verificadores de hechos a menudo enfrentan resentimiento y han tenido que protegerse de los lectores que sienten que se les está menospreciando, según Menaker. Algunos entrevistados aceptan que los periodistas deben hacer un mejor trabajo mostrando a los lectores o espectadores que no son personas distantes de ellos, que son parte de la comunidad.
Por alarmante que parezca, quizá no hay manera de combatir esto en forma eficaz. Y algunas personas simplemente no aceptan que les presenten hechos que contradigan sus creencias.
“Hay algunos a quienes les desespera que la gente se desvincule de los hechos, que exista una parte importante de la audiencia a la que tal vez sea imposible llegar”, dijo Menaker.
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Carlos de New York City
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