En Panamá, el coronavirus golpea a los pobres de la capital
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Compradores caminan por la avenida Central en Ciudad de Panamá el jueves 25 de junio de 2020. AP Foto /Arnulfo Franco
Los contagios del nuevo coronavirus se han disparado en las últimas semanas en Panamá y los expertos atribuyen el fuerte repunte a la apertura de ciertas actividades económicas y a otro factor clave: la pandemia se está propagando rápidamente en los barrios pobres y populosos de la capital y zonas periféricas, como ocurre en otros países de Latinoamérica.
A su vez, mucha gente incumple con las medidas de protección y el distanciamiento social, dicen los especialistas.
Después que el país centroamericano lograra mantener los casos diarios por debajo de los 200 en medio de una cuarentena total impuesta desde fines de marzo, el número de infecciones prácticamente se triplicó y los decesos casi se duplicaron en junio. El gobierno del presidente Laurentino Cortizo, que tuvo que enfrentar el desafío de la pandemia en su primer año en el poder, relevó la víspera a su ministra de Salud, Rosario Turner, en medio de la crisis y sin dar mayores explicaciones.
“Todos sabíamos que eso iba a ocurrir, lo que no sabíamos era la magnitud”, dijo a The Associated Press el doctor Xavier Sáenz-Llorens, uno de los asesores del equipo del Ministerio de Salud encargado de la lucha contra la pandemia, en alusión a que con la reactivación de los dos primeros de seis bloques de actividades económicas —a mediados de mayo y 1 de junio— se preveía un potencial incremento de los contagios.
El primer bloque incluye actividades como comercio electrónico, la pesca artesanal e industrial, y servicios técnicos como plomeros, electricistas y talleres de mecánica. El segundo contempla actividades como minería no metálica e infraestructura pública y sectores industriales como el textil, productos químicos, refinamiento de petróleo y farmaceútica.
“La apertura de los dos bloques, sobre todo el segundo, aumentó la circulación de la gente en las calles y muchos de ellos viven en esos barrios y utilizan el metro, los buses y propagan los casos”, agregó.
Se refirió a sectores periféricos de Ciudad de Panamá apartados de los rascacielos. Comunidades como Tocumen —donde queda el aeropuerto internacional— y la contigua comunidad “24 de Diciembre”, donde se registran la mayor cantidad de casos junto a San Miguelito, el distrito capitalino más populoso del país centroamericano, y barrios de la colindante provincia de Panamá Oeste. La cuarentena total se reactivó en las provincia de Panamá, incluida la capital, y Panamá Oeste una semana después de su levantamiento a nivel nacional, el 1 de junio.
“Panamá es un país que ha tenido una desigualdad económica y social brutal. Entonces, donde se mete un virus, en lugares pobres arrasa”, señaló Sánez-Llorens.
La pobreza golpea a casi el 30% de la población, aunque ese porcentaje puede estar en 90% en regiones indígenas a las que también ha llegado la pandemia, según cifras oficiales.
La víspera, el mismo día en que se anunció el cambio de mando en el Ministerio de Salud —que ahora lidera Luis Francisco Sucre— se informó de más de 700 nuevos casos y ocho decesos más, con lo cual el país lidiaba con más de 12.600 contagios activos y sumaba 547 muertos.
Panamá es el tercer país en América Latina que acumula más casos por cada 100.000 habitantes con 633 después de Chile y Perú, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Las autoridades resaltan empero que la tasa de letalidad está por debajo del 2,0% y que el país es el segundo en la región en ese renglón detrás de Chile.
El doctor Jorge Luis Prosperi, exreprentante de la OPS en Costa Rica, Nicaragua y Ecuador, considera que si bien el gobierno comenzó a levantar la cuarentena de forma progresiva, seguramente ocurrió que el sistema de salud local no tenía en ese momento la suficiente capacidad para masificar las pruebas de laboratorio, ni rastrear los contactos de inmediato en los días en que comenzó a salir bastante gente de sus casas. Consideró que eso se ha ido subsanando.
“Salió la gente a la calle, empezamos a hacer más pruebas, detectamos más casos”, señaló. “Estamos haciendo el seguimiento, pero tenemos otra fuente de problema que es importante... la mayoría de los casos que estamos teniendo son personas que viven en los corregimientos más pobres y las condiciones de sus viviendas no son las más adecuadas para tenerlos aislados con el resto de la familia”.
Las autoridades de Salud están advirtiendo desde hace días que la sala de cuidados intensivos del Complejo del Seguro Social —principal hospital público del país y que opera en la capital— está a punto de llegar a su máximo nivel.
En el último mes aumentaron casi medio centenar los enfermos en salas de cuidados intensivos de 80-89 a algo más de 130 actualmente. Los expertos dicen que aún se tiene disponible entre 25% y 30% de capacidad, aunque las autoridades advierten que si se mantiene el ritmo de los casos actuales en 20 días habría una duplicación.
Esa advertencia quizá es difícil de asimilar para personas como Jerónimo Díaz, quien vende verduras y frutas a la entrada de una barriada en la 24 de diciembre y que debe transportarse diariamente en un autobuses a veces repletos para surtir su puesto.
“La cosa está muy dura y no tengo para pagar taxi siempre”, señaló a la AP el hombre de más de 50 años. “Hay que cuidarse, yo lo hago, pero también tengo que salir a trabajar”.
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