En dos palabras: ¿Abajo... qué?
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Un grupo de jovenes protestan en Minnesota contra el racismo y la represión policial ante el asesinato de George Floyd.
No soy filósofa, ni socióloga, ni psicóloga, ni historiadora. Estudié periodismo. Desde sexto grado elegí ese oficio y, recuerdo, que si me preguntaban por qué, siempre hablaba de «conversar con la gente, preguntarles como piensan, conocerlos» o «para cubrir las noticias, reportar desde el lugar donde pasan las cosas». Creo que desde el principio me vi más como corresponsal de guerra que como articulista de alguna revista especializada.
Sin embargo, ni siquiera como periodista escribo ahora, sino como ser humano, como mujer, madre, como cubana, esas condiciones esenciales que superan cualquier academia.
De hecho, tan técnicamente incorrectas me salen estas líneas, que probablemente la introducción resulte más extensa que el desarrollo y entre el desarrollo y las conclusiones no sé si los límites quedarán claros.
Todo comenzó pensando en un post que diría: ¡Abajo el racismo! Pero me pareció poco y agregué ¡Abajo la homofobia! Aún así estaba incompleto y coloqué: ¡Abajo la violencia de género! Desde luego, entre lo que quiero abajo, total y completamente abajo, extinguido, no podía faltar ¡Abajo el bloqueo! Pero entonces me pareció muy largo y resolví encontrar algo que pudiera resumirlo.
Para ir contra todo eso al mismo tiempo, porque uno por uno sería incongruente, qué posteo ¿Abajo qué? Salir de Trump sería un buen paso, porque el tipo, vaya que es un paladín de todo lo inhumano, pero podría llegar otro emperador a la usanza, aparentemente más blando, pero con iguales propósitos.
Vendría bien quitar del camino a los secuaces, mercenarios, derechos que presumen de zurdos, los delincuentes y los santurrones, los frustrados y los resentidos, se expresen como racistas, homofóbicos, machistas, anticubanos o contrarrevolucionarios, van todos al mismo partido de la discriminación y el odio.
Abajo la discriminación y el odio sería una opción, aunque me suena demasiado abstracta... ¡desechada! No me sirve cuando en medio de la peor crisis mundial el imperio concreta: cierra este hotel, prohíbe aquel vuelo con donaciones sanitarias, consiente el terrorismo contra nuestra embajada en Washington y, descaradamente, nos incluye en la listica que deberían encabezar ellos.
El racismo concreta: muere un hombre por negro en medio de una calle de Estados Unidos, un crimen visiblemente cruel , el más mediático de otra lista que a nadie le importa publicar.
La violencia no es latente: asesinan a mansalva a un joven oficial de policía en Cuba y enseguida salen los independientes (independientemente de la más obvia verdad y el más desgarrante dolor), salen a trastocar los lugares de víctima y victimario, para que luzca más conveniente el cuento.
Necesito encontrar un lugar común. El punto donde todo se encuentra. El sitio en que crecen las brechas entre los seres humanos... ¿El imperialismo? Por supuesto, o mejor, su base y caldo de cultivo: el capitalismo.
Ahora sí ¡Abajo el capitalismo! En dos palabras cabe todo.
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Carlos de New York City
Mimisma
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