El Jabao sencillo
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La familia del deporte cubano lamentó en la noche de este domingo 18 de octubre la muerte de Tomás Herrera Martínez
Como a todo el mundo, me sorprendió la partida de Tomás Herrera hace unas horas. La muerte es caprichosa y no respeta jerarquías, bondades, ni merecimientos, por eso vale la pena recordarle a cada rato que se equivoca al llevarse personas equivocadas, y El Jabao es una de ellas.
Varias veces conversé con él, siempre con los apremios del periodismo urgente, y no pude adentrarme en sus interioridades, pero saltaban a la vista las cualidades humanas de este ser que decidió dedicarse al baloncesto en su juventud, pero igual hubiera triunfado en otras esferas de la vida por su carisma y su capacidad para contagiar el entusiasmo.
No por gusto fue el capitán de la escuadra cubana en sus mejores momentos, y siempre tenía el pase para el hombre adecuado en el momento justo.
Pero no quiero quedarme en su faceta como deportista, porque luego fue mucho más importante cuando se desempeñó como Comisionado Nacional de baloncesto, y luego en la Comisión de Atención a Atletas, donde explotó en todo su esplendor su humanismo.
Sin embargo, la postal que llevaré siempre conmigo se remonta a los años 90 del pasado siglo. El Jabao era el Comisionado Nacional y con su inagotable creatividad logró que la Liga Superior se convirtiera en el segundo espectáculo del deporte en Cuba, y no muy lejos de la pelota.
Las Salas Polivalentes se llenaban para ver jugar a Capitalinos, Orientales y Centrales, cuando la disciplina de las canastas vivió su segundo mejor momento histórico.
Estaba yo en las gradas de la Ramón Fonst en uno de esos partidos siempre calientes, y El Jabao, el mismísimo Comisionado Nacional, iba por los asientos con una caja para recoger los votos para seleccionar a los jugadores que integrarían el Juego de las Estrellas. Por supuesto, yo no era periodista todavía, pero atesoré ese momento para cuando lo tuviera delante, y nunca llegué a preguntarle.
Jamás he visto a nadie con semejante responsabilidad hacer algo tan noble como mezclarse con el público para defender su torneo, porque ese era su torneo, esos eran sus jugadores, y por ellos El Jabao no creía en protocolos.
Es apenas un botón, que muestra la calidad de la persona que nos acaba de abandonar.
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Mimisma
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