El inmenso Eduardo Arrocha, Premio Nacional de Danza

El inmenso Eduardo Arrocha, Premio Nacional de Danza
Fecha de publicación: 
24 Julio 2022
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En la sala Avellaneda del Teatro Nacional, escenario que muchas veces ha acogido sus creaciones; en una función de Danza Contemporánea de Cuba, su compañía, la compañía a la que ha consagrado buena parte de su prolífica obra; frente a cientos de amigos, compañeros de trabajo y admiradores, el diseñador Eduardo Arrocha ha recibido el Premio Nacional de Danza 2022.

Lo ha merecido por sus extraordinarios aportes al patrimonio visual de la danza cubana. Pocos de los diseñadores cubanos han sido protagonistas de tantos hitos de las artes escénicas. Pocos han encontrado esa simbiosis perfecta entre movimiento y entramado plástico. Arrocha es un clásico.

Colaborador cercanísimo del maestro Ramiro Guerra, fue uno de los principales referentes del gran movimiento de la danza moderna cubana. Esa dupla consiguió una perfecta confluencia en los procesos creativos que asumieron. Y lo lograron a partir de un diálogo intenso y una noción compartida de la cultura.

El maestro Isidro Rolando, otro de los pioneros, lo ha dicho: Ramiro creó la danza moderna cubana y Arrocha le puso color.

Algunos de sus trabajos exploraron caminos ignotos para el diseño escénico en Cuba, como la célebre Medea y los negreros, de Ramiro, que rompió con convenciones de la representación en escena.

Arrocha fue también el diseñador de grandes clásicos, como Súlkary u Okantomí, de un tocayo célebre: Eduardo Rivero.

Pero Arrocha hizo más. No existe una gran compañía de la danza cubana que no haya contado con sus creaciones. Uno de los más celebrados diseños para El lago de los cisnes del Ballet Nacional de Cuba es de su autoría. O la Giselle que mereció el Grand Prix de la Villa de París. Y diseñó también para el Conjunto Folclórico Nacional, el Ballet de Camagüey, para los espectáculos musicales y el teatro todo. No en vano también fue merecedor del Premio Nacional de Teatro.

La ovación que le fue tributada este domingo en el Teatro Nacional es justo reconocimiento a un hombre que se ha entregado a la danza, sin necesidad de bailar. Aunque él, lo ha dicho medio en broma más de una vez, se considera un bailarín más. 

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