El Cano, la transformación y la solidaridad
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No por azar llegamos hasta el barrio El Cano, en el municipio capitalino de La Lisa, a finales de la semana pasada. Tampoco se trataba del móvil más común por el cual muchos atraviesan La Habana hasta este barrio periférico: conseguir las mejores piezas de cerámica, al mejor precio (desde ladrillos hasta soperas para los orishas).
Fuimos porque un grupo de alemanes atravesaron más que la ciudad, el mundo, para tallar el arte de la solidaridad en la vida de los más de tres mil habitantes de una comunidad tan humilde como orgullosa de su historia y sus tradiciones.
Todo comenzó con una gestión del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos y la mediación luego del Gobierno de La Habana, que pusieron en marcha la relación del "primer pueblo Socialista de Cuba" con la Dirección del Partido alemán La Izquierda y la ONG Alemana de solidaridad con nuestro país, Cuba Sí (tocayos nuestros de nombre y empeño: mostrar y apoyar siempre la verdad de esta isla en Revolución).
Con la bendición de Elegua, el que abre los caminos en la fe yoruba, el pueblo y las autoridades del Cano comenzaron también a entregar y agradecer, pues aunque el propio líder de La Izquierda manifestó la satisfacción que les produce ejercer la solidaridad a través de acciones materiales concretas, más allá del constante respaldo a causas fundamentales como el fin del bloqueo, para los cubanos y cubanas cada gesto de amor vale y, martianos al fin, con amor se paga.
La gente del Cano es sencilla, conversadora, se siente absolutamente habanera, pero tiene algo de esa bondad que caracteriza a la gente de campo y la sensibilidad profunda del arte. El Cano es hogar de artistas alfareros desde que se comenzó a levantar la iglesia y a tejerse alrededor la urbanización sobre un terreno rico en barro, pero eso y la Fiesta de los alfareros que está próxima a cumplir cien años, será harina de otro texto.
Por ahora, solo estos datos necesarios para entender por qué no sorprende que los amigos alemanes fueran recibidos por niños y jóvenes artistas, que bailaron, tocaron tambores y mostraron el riquísimo acervo cultural de esa zona al oeste de la capital con la cual, aseguró el Coordinador del Gobierno de La Habana, Luis Carlos Góngora, "establecerán vínculos para constribuir a su desarrollo y recuperación, como parte del Programa de Atención a Barrios vulnerables de La Habana".
En un ratico, se soñó en español y alemán como si fuera el mismo idioma, se habló de la escuela, del parque, de soluciones para la movilidad y de un proyecto impresionante, el Polo Productivo Jaramillo, considerado por muchos el más integral de producción y transformación de alimentos:
"Se trata de producir alimentos en 50 hectáreas, donde se han reunido diez campesinos agrupados en dos Cooperativas y tres Proyectos de Desarrollo Local (PDL), que ya impulsan, de manera intensiva e integrada, con financiamiento local, la producción de cultuvos varios, crianza de ganado menor y mayor, la acuicultura, la crianza de aves y producción de huevos, así como minindustrias para conserva y deshidratar frutas y vegetales", explicó Góngora.
Los visitantes no se quedaron en la Casa de la Cultura, salieron a caminar la comunidad y, confesaron, llevaban el corazón tocado por la alegría y el talento de los niños y jóvenes del Cano.
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