EDITORIAL: Una cruzada por los valores

EDITORIAL: Una cruzada por los valores
Fecha de publicación: 
3 Marzo 2021
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En las crisis hay que afianzarse en los valores. Ilustración: Ares (tomada de Granma).

Dificultades hay y habrá por un buen tiempo. Mientras dure la actual contingencia sanitaria. Mientras la economía cubana no recupere indicadores aceptables. Mientras no se resuelvan problemas esenciales de la producción y la distribución de productos. 

A las insuficiencias internas, que no se pueden ignorar, hay que sumar los efectos de unas sanciones estadounidenses que están ahí y que hacen mucho daño. Hay escasez de productos básicos, de medicinas, de insumos para la producción.

Las autoridades hacen un esfuerzo titánico por distribuir equitativamente lo poco con que se cuenta. Pero es inevitable el trauma por la carencia. Lo sufrimos casi todos los cubanos. Lidiar con estas arduas circunstancias es un desafío inmenso.

Ciertos especialistas de la sociología y la psicología afirman que las crisis económicas implican casi siempre crisis de valores. La lucha por la supervivencia exacerba actitudes egoístas, agotan reservas morales. Ciertamente, con las crisis se hacen más evidentes esas manifestaciones, pero las raíces estaban ahí: el indecente se realiza en ciertas circunstancias; pero ya era un indecente. 

No hablamos de actitudes provocadas por la desesperación o la impotencia. Son reacciones puntuales y hacen falta más tolerancia y paciencia para comprenderlas y solucionarlas. Hablamos de la falta de educación como actitud ante la vida. La grosería sistematizada. El abuso, la violencia, la falta de ética, el atropello, la insensibilidad. Bajo ningún concepto se deberían "normalizar" esas actitudes. Y lo preocupante es que muchos ciudadanos, incluso sin reproducirlas o promoverlas, se resignan ante ellas. Miran a otro lugar.

La crisis no puede ser justificación para pisotear al otro, para agredirlo, para violentar sus derechos. No puede imperar la ley del más fuerte. Y eso hay que aplicarlo en todos los ámbitos de la vida: desde el hogar hasta en los espacios públicos. Y no solo los ciudadanos, sino también las instituciones que los representan y sirven.

Hace falta una cruzada por la decencia. Y les corresponde a la familia y a la escuela cumplir un rol esencial en la promoción de valores. Pero es también una responsabilidad del entramado público garantizar la observancia de las más elementales normas de convivencia. Y de las que no son tan elementales también. La aspiración debe ser vivir en el más justo de los entornos posibles.

Los que rompen y desorganizan colas, los que quieren enarbolar supuestos derechos a golpe de fuerza bruta o improperios, los que no cumplen con lo establecido en los espacios públicos... tienen que sentir el peso de la ley. Y nadie debería justificarlos porque "la cosa está mala".

La cosa está mala, pero hay quien la pone peor. No pueden ser mayoría. No lo serán. En tiempos de crisis económica afloran también la solidaridad y la resiliencia.

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