EDITORIAL: De béisbol y otros «espectáculos»
A los que protagonizaron el más reciente espectáculo contrarrevolucionario en el juego de Cuba frente a Venezuela en el Preolímpico de béisbol con sede en West Palm Beach, ciertos sectores de la comunidad de origen cubano en la Florida los reverencian como héroes.
La «heroicidad», en buena medida, consistió en gritar insultos desde las gradas, portar carteles groseros, desconcentrar a los atletas... Pero según muchos usuarios de las redes sociales, entre los que se cuentan no pocas figuras relevantes de la farándula (artística y política) de Miami, esos son «los cubanos dignos».
La «dignidad» del improperio, del golpe bajo.
Los deportistas, según esa lógica, son títeres de un poder abusivo, unos peleles cómplices de un gobierno que los usa y los desprecia. Que jueguen béisbol es lo de menos. Que representen a su nación en una competencia deportiva es mera circunstancia. Estos héroes de consignas histéricas y cartelitos lo que necesitan es un escenario. No tienen noción de la ética, no son espectadores para el deporte. Son provocadores. Y el cariz de su «protesta pacífica» los delata.
Algunos todavía se justifican diciendo que no agredieron a los peloteros, que agredieron al gobierno. ¿Y por qué escogieron entonces un estadio? ¿No son suficientes los espacios habituales para los ataques? Inoperantes en los ámbitos convencionales de la lidia política, aprovechan los eventos culturales y deportivos donde participen cubanos de la isla, con alguna relación con el entramado institucional. No atienden jerarquías artísticas o deportivas, no les interesan.
Guste o no les guste a esos oportunistas aficionados a la pelota, ese que debió jugar bajo presión es el equipo de Cuba. El legítimo, el que se formó y juega en el país y por el país. Y por lo tanto, el que representa a los cubanos, vivan donde vivan. Eso no lo van a cambiar con gritos, ni invadiendo el terreno, ni interrumpiendo el juego.
Y sí, lamentablemente muchos tuvieron que sufrir por la televisión ese espectáculo. Pero no con orgullo, sino con vergüenza ajena.
Leer además: Actos de repudio contra peloteros cubanos: ¿Y la ley antidisturbios de Florida?
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Torquemada
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