Deporte Cubano: Tokio, la longevidad de nuestros medallistas y… el relevo

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Deporte Cubano: Tokio, la longevidad de nuestros medallistas y… el relevo
Fecha de publicación: 
5 Febrero 2022
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El doblete inédito de plata y bronce de los saltadores de longitud Juan Miguel Echevarría y Maykel Massó, también lo fue por su juventud. Foto: ACN

El doblete inédito de plata y bronce de los saltadores de longitud Juan Miguel Echevarría y Maykel Massó, también lo fue por su juventud. Foto: ACN

Los Juegos Olímpicos de Tokio, y buena parte de las competiciones de primer nivel mundial que se han desarrollado durante el último ciclo y este que recién comenzó, han dejado al descubierto una cuestión:

El máximo rendimiento cualitativo en el deporte mundial se está alcanzando en edades más tempranas.

Y no me refiero por el hecho exclusivo de que, entre los ocupantes del podio de premiaciones en la capital nipona, especialmente los campeones, sus edades oscilaron entre 22 y 28 años, en porcentaje mayoritario; otros no llegaban a los 30.

Esta mayoría, exceptuando disciplinas que se consideran más longevas, como el tiro deportivo, el tiro con arco, la vela, y el ecuestre, por solo citar las más connotadas, y sin dejar de soslayar la incorporación de otras cuya finalidad esencial es precisamente atraer a los jóvenes hacia la práctica y el consumo de deportes, como el skateboard, el surf y la escalada.

Ahora bien, en ese concierto novel de estrellas Cuba necesita dejar su nota en Do mayor, atemperarse, amén de haber materializado en Tokio un rendimiento notorio, sobre criterios sólidos de efectividad.

Por ejemplo, entre los países hispanohablantes, sus 15 preseas le valieron a Cuba una efectividad de un 21.7 por ciento, en correspondencia con los 69 miembros de la delegación inscritos. 

Además, protagonizó un hito, pues, por tercera ocasión en la historia, un país con menos de 70 representantes alcanza siete títulos: Turquía, en Roma 1960, con 49 atletas; e Irán, en Londres 2012, con 53 participantes.

Si a eso le añadimos que, al ocupar el lugar 14, nos posicionamos por encima de naciones como Hungría (escaño 15), Corea del Sur (16), Polonia (17), República Checa (18), Noruega (20), España (22), Suecia (23), Suiza (24), Dinamarca (25), Croacia (26), Bélgica (29) y Bulgaria (30), entre otros, se confirma lo antes expuesto con relación a la eficiencia.

Adentrándonos en la materia de la longevidad, toca echarles una ojeada a todos nuestros medallistas en tierras de Sol Naciente, para, con ellos como referente, dilucidar algunas cuestiones:

Oro:

Mijaín López (130 kg, lucha grecorromana). El Mija alcanzó su cuarto cetro bajo los cinco aros en línea con casi 39 años. Pero el Gigante de ébano de Herradura es un fenómeno, uno en un millón, y eso nadie lo discute.

Luis Alberto Orta (60 kg, lucha grecorromana). Puede considerarse el eléctrico de la delegación. Impuso su clase a punto de cumplir sus 27 abriles ante rivales de mucho mayor aval competitivo y experiencia, como parte de un organigrama bien rocoso.

Serguey Torres (34 años) - Fernando Dayán Torres (22). Una excelente demostración de cómo experiencia y juventud pueden empastar a las mil maravillas. Nuestra dupla del C-2 no solo se convirtió en la primera embarcación de canotaje en colgarse un oro olímpico, sino que también demostró ser la tripulación más estable del ciclo 2016-2021.

Roniel Iglesias (boxeo, 69 kg). Otro que se colgó su segundo cetro bajo los cinco aros a punto de cumplir los 33 abriles. Roniel demostró, en una resurrección contundente, el por qué durante muchos años fue considerado uno de los mejores púgiles libra por libra de la élite universal.

Julio César La Cruz (boxeo, 91 kg). El capitán del buque insignia cruzó puños como nadie y materializó su segundo cetro días antes de cumplir los 32 años. Su calidad y velocidad sobre el ring devinieron sus mejores argumentos.

Arlen López (boxeo, 81 kg): El guantanamero repitió la dosis de Río 2016, ahora en la división inmediata superior. Arlen es un púgil versátil, que pelea a ambas manos, y su cetro en Tokio llegó con 27 primaveras.

Andy Cruz (boxeo, 64 kg). Vaya forma de calentar el encerado la del matancero, tanto durante cada combate, como luego, al término, con su peculiar manera de bailar y festejar, propia de un joven de 25 abriles, pues emergió rey días antes de arribar a los 26.

Plata:

Idalys Ortiz (judo, +78 kg). La mejor judoca antillana de la historia, tomando en cuenta su palmarés olímpico, obtuvo su segunda presea de plata en este contexto casi dos meses antes de arribar a los 32 años. Idalys es una fuera de serie, pues la mayoría de sus oponentes eran más jóvenes, expresión de la tendencia expuesta, la cual en el judo es más latente que en otras disciplinas de combate.

Leuris Pupo (pistola rápida a 25 metros). Hablábamos de la longevidad del tiro deportivo. El holguinero Leuris Pupo es una expresión total de maestría en ese sentido, al alcanzar su segunda presea olímpica, ahora plata, a la edad de 44 años.

Juan Miguel Echevarría (salto de longitud). Considerado uno de los mayores talentos del atletismo universal, el camagüeyano se regaló su primer metal olímpico, plata, días antes de arribar a los 23 años. Señal de que le quedan muchas alegrías por vivir por delante.

Bronce:

Reineris Salas (97 kg, lucha libre). El gimnasta dio una clase magistral de sabiduría fraguada al calor de mil batallas para agenciarse un bronce con 34 abriles y un tobillo lesionado. Ese se convirtió en su primer metal bajo los cinco aros, luego de ser multimedallista del orbe.

Lázaro Álvarez (boxeo, 57-60 kg). El pinareño se agenció su tercera presea bronceada en la capital nipona con 30 abriles, señal de calidad, estabilidad en la élite y empuje.

Yaimé Pérez (lanzamiento del disco). La rusa, que tuvo un ciclo de ensueño con doble cetro en ediciones consecutivas de la Liga del Diamante, se vistió de bronce en una final durísima, con 30 primaveras. Combinación de experticia, potencia y maestría en su órbita.

Rafael Alba (taekwondo, +80 kg). El santiaguero accedió a su primera presea en el entorno del olimpismo días antes de cumplir los 28 años.

Maykel Massó (salto de longitud). Massó retornó a la élite luego de casi dos temporadas en las que las lesiones le asediaron. Fue uno de los atletas a los cuales el impasse por el azote de la pandemia de la COVID-19 y la postergación de los Juegos le sentaron, al punto de que, con 22 años, materializó su bronce.

La mirada

Como se puede observar, más de la mitad de nuestros 15 medallistas superan la edad de 30 años. Varias lecturas pudiera tener este fenómeno, en el caso Cuba.

Una de ellas, asociada a maduración un tanto más tardía de nuestras principales figuras, lo cual pudiera desprenderse de escenarios competitivos de nivel superior mucho más limitados, infraestructura de desarrollo en desventaja respecto a la de los países del primer mundo, y una brecha que se produjo entre las categorías juvenil y élite, fundamentalmente a raíz de la desaparición de las Espas provinciales, lo que deriva en que los procesos de ascenso, evolución e inserción en un máximo nivel de calidad tienden a demorar más.

Eso también encierra especificidades, a tenor de una disciplina determinada por sobre otra.

El espectro de nuestros medallistas, casi en su totalidad, se corresponde con los llamados deportes estratégicos, esos a los que la máxima dirección del Inder destina un volumen superior de recursos y seguimiento.

Justo ahí aflora otra cuestión: la imposibilidad de llevar el desarrollo de otros deportes a la par del boxeo, la lucha, el judo, el atletismo y el taekwondo, por ejemplo, y me refiero tanto desde el propio proceso de captación de niños que pudieran convertirse en talentos, hasta el tránsito de estos por toda nuestra pirámide deportiva.

Como ejemplo colocaré, en primer lugar, a la natación, tratándose de la segunda disciplina individual mayor aportadora de preseas en eventos múltiples después del campo y pista; o la gimnasia artística y el propio tiro deportivo.

Nuestro proceso de crecimiento deportivo, ya sea en deportes individuales como colectivos, es generalmente más demorado y engorroso que como se está manifestando en el resto de la geografía mundial, sin dejar de tomar en cuenta que algunos deportes, como la natación, el clavados o la gimnasia, requieren de su iniciación en edades mucho más tempranas que en otras, por lo que el seguimiento y las condiciones de entrenamiento y desarrollo deben, en consonancia, ser mucho más minuciosos y mejores en cuanto a calidad.

Toca entonces trabajar en función de asegurar el llamado relevo, uno que sea capaz de experimentar su transición hacia la élite de forma fluida, sin tantas lagunas, y con la posibilidad de mantener estándares de calidad y prestigio similares a los de sus predecesores.

Eso para que el mundo, y las tendencias en materia de resultados supremos en citas olímpicas y universales, no se nos sigan alejando.

La dupla de Serguey Torres y Fernando Dayán Jorge es una muestra de lo que puede aportar la combinación de experiencia y juventud en un deporte determinado, y de relevo generacional.

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