DE FESTIVAL: Cine para no olvidar
especiales
La película que abrió la edición 43 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Argentina, 1985, de Santiago Mitre, es otra muestra de esa revisión permanente a la que muchos de los realizadores de este lado del Atlántico someten a la historia.
La frase que pronuncia en su acusación el fiscal Julio César Strassera en el juicio contra los máximos responsables de la más reciente dictadura militar argentina —“Nunca más”— es una exhortación a las más jóvenes generaciones.
La memoria contra el interesado olvido, contra la barbarie. Y todo en un relato ameno, que pulsa efectivos resortes emotivos.
Ciertamente, el arranque de la historia (al ritmo de la investigación contrarreloj del equipo del fiscal en pos de las pruebas incriminatorias) es mucho más enérgico y vibrante que la consolidación del proceso judicial, que mucho tiene que ver con el clásico cine de tribunales y se regodea en fórmulas muchas veces vistas. El planteamiento es quizás por momentos demasiado formal.
Es también notable el tono decididamente sentencioso y enfático, común a buena parte del cine histórico argentino, remarcado aquí en monólogos trascendentales.
Pero la chispa del montaje, los convincentes diálogos, la exquisita recreación de una época y la cuidadosa caracterización de los personajes, mantienen en vilo al espectador hasta el final, lo hacen partícipe privilegiado de un juicio histórico.
El elenco es brillante, muy al estilo de esa extraordinaria escuela de actuación argentina. Ricardo Darín, en el rol del fiscal, entrega otra actuación sin fisuras, pletórica de matices. Laura Paredes emociona con el relato duro de sus vivencias, con una admirable economía de recursos: le basta la mirada, unos pocos gestos, la modulación de la voz.
No en vano el público habanero premió la cinta con una rotunda ovación: Argentina,1985 revive pasajes dolorosos, no desde una visión morbosa de la historia, sino con la evidente intención de afianzar la memoria. Recordar para aprovechar la experiencia. Para no tropezar de nuevo con las mismas piedras.
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