Cuando Munich enlutó al deporte olímpico

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Cuando Munich enlutó al deporte olímpico
Fecha de publicación: 
5 Septiembre 2020
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Actualmente, existe un monumento que conmemora a las víctimas de la Masacre de Múnich en el Parque Olímpico de la ciudad alemana.

Días atrás nos referíamos a las hazañas deportivas de los Juegos Olímpicos de Munich 1972, pero esa cita estival estuvo marcada por un atentado que derivó en la muerte de varios atletas de Israel, y enlutó al deporte mundial.

Era la madrugada del 5 de septiembre de 1972, sobre las cuatro y media, cuando un comando del ala más radical del Movimiento para la Liberación de Palestina, el grupo “Septiembre Negro”, invadió los aposentos del equipo israelí.

Iban vestidos con monos deportivos, como cualquiera de los más de siete mil deportistas de 121 países que participaban en la lid, y por eso incluso atletas estadounidenses les ayudaron a sortear el muro sin imaginar que poco después desenfundarían las armas que llevaban ocultas en sus bolsos tras entrar en el edificio donde se alojaba el equipo israelí.

Durante el hecho, murieron dos de los 20 miembros de la delegación, el levantador de pesas Joseph Romano y el coach de lucha Moshe Weinberg, cuya voz de alarma permitió que nueve de sus compatriotas pudieran huir, aunque solamente momentáneamente, pues posteriormente fueron tomados como rehenes. Los asaltantes pidieron como reivindicación la liberación de más de 200 palestinos presos en Israel y un avión para poder escapar a salvo a Egipto.

La televisión fijaría en la memoria del mundo entero a un terrorista cuyo rostro estaba cubierto con un pasamontañas, asomado en un balcón.

Tras una serie de deliberaciones y 21 horas de suspense, el comando fue convencido de la aceptación de sus condiciones (lo cual no era real), y junto a sus prisioneros son llevados en helicóptero a la base aérea militar de Fürstenfeldbruck, donde les esperaban francotiradores.

Fue ese el tercer plan preparado para el rescate, luego de fracasar el de infiltrar a policías haciéndose pasar con su vestimenta como deportistas, o el de sorprender a los terroristas en plena aeronave con policías disfrazados como tripulación.

Cuando los palestinos se encontraron con un avión vacío, supieron de inmediato que estaban frente a una trampa. Se produjo un tiroteo que finalizó con un total de 15 cuerpos sin vida, nueve rehenes, cinco terroristas y un policía alemán.

Tres de los secuestradores fueron detenidos, aunque serían liberados el 29 de octubre al ser canjeados tras el secuestro de un avión de Lufthansa.

Luego de la tragedia, el Comité Olímpico Internacional ordenó que las competiciones no se suspendieran, y se reanudaran después de una pausa de 34 horas. En 2012 se conocería, gracias a unos 45 documentos desclasificados del Archivo Oficial israelí, que el gobierno alemán estaba renuente a interrumpir la realización de los Juegos debido, entre otras razones, a que los canales de televisión no contaban con una programación alternativa.

Mientras 80 mil espectadores vitoreando a sus equipos como si nada en el partido de fútbol entre la RFA y Hungría, una pancarta expresaba “17 muertos, ¿ya olvidados?”. El cartel fue confiscado por los agentes de seguridad, y se pasó la página con total frialdad.

La operación Ira de Dios, encomendada al Mossad (servicio secreto israelí), se desplegó en Europa, el Norte de África y Oriente Medio con el objetivo de localizar y matar a los responsables de la matanza de Múnich. Culminó unos siete años después con más de una docena de militantes de Septiembre Negro eliminados. Steven Spielberg recrea esta misión en su película Múnich, de 2005.

Sin embargo, el cerebro intelectual del comando, Abu Daoud, quien acompañó a los terroristas a la verja de la Villa Olímpica antes de huir, consiguió desaparecer del radar del Mossad. Daoud falleció en Damasco debido a un fallo renal en 2010.

Se suponía que esos serían los Juegos de la Alegría (“Die Heiteren Spiele”), o al menos ese era su lema, pero estos sucesos los convirtieron en los más tristes de la historia.

Muy diferente fue lo ocurrido en la cita estival de Atlanta 1996, cuando tuvo lugar otro atentado, pero el objetivo no eran los deportistas, como ocurrió en la justa germana.

Desgraciadamente, los muchos récords alcanzados en suelo teutón, quedaron solapados por la sangre derramada.

El 6 de septiembre de 2017, los presidentes de Alemania e Israel inauguraron un monumento en homenaje a las víctimas en el parque olímpico donde estos perdieron la vida; reconocimiento tardío, pero necesario.

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