CRÓNICA BIEN CORTA: ¡Hasta más ver, Manzanita!
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Conocí a un amigo de José Antonio Echeverría. Se llamaba Agustín. Era taxista, abuelo político de mi tía. Hablábamos horas completas en su apartamento del Vedado. Y un día me contó sobre la última vez que vio al líder estudiantil.
«Nosotros le decíamos Manzanita. Llegó un tiempo en que pasaba tanto tiempo oculto de la policía que ya apenas nos veíamos. Yo era consciente del peligro que corría. Una vez le dije: yo quiero estar en lo que están ustedes. Me pasó el brazo por los hombros: Mejor que no, Agustín, yo te conozco y sé que esto no es para ti. Pero si un día necesito un carro para ir a una playa, te voy a llamar. Unos días antes de que lo mataran lo vi por última vez. Yo estaba limpiando los cristales del carro y él pasó en otra máquina. Me gritó: ¡Agustín, hasta más ver! Y yo lo saludé con la mano. La otra historia tú la conoces. Me puse muy triste, recuerdo que lloré. Hasta me fajé con un vecino que me dijo que Manzanita era un delincuente. ¡Si ese era el hombre más decente que yo conocí!
«Una vez, en casa de un amigo en común, me dijo que todos nos merecíamos un país mejor. Yo le dije: este carro no hay quien lo haga mover. Soltó una carcajada: ¡Pues si hay que arrastrarlo, lo arrastramos! Él era una fuerza de la naturaleza».
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E Clavelo
Enia Maria
YAM ARCHER
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