Corrupción es la palabra

Corrupción es la palabra
Fecha de publicación: 
5 Diciembre 2023
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Hace un año Perú ya acaparaba titulares porque el entonces presidente Pedro Castillo era una persona incómoda que no representaba a un sector de sus connacionales. De hecho, ni siquiera se parecía a lo que estábamos acostumbrados a ver dirigir ese país, no tanto por su sombrero chotano de color blanco, típico de campesinos, sino por su origen humilde, y por enfrentarse al Congreso, sin apoyo, lo cual terminó con el anuncio de la suspensión del Parlamento, y este, a su vez, vio la oportunidad precisa para destituirlo de sus funciones.

Es así como acabó su gobierno, a los 495 días nada más, sin haber encontrado cómo enrumbar esa nación, despreciado por las élites, solo y sin respaldo de las Fuerzas Armadas. En su lugar asumió de manera repentina quien fuera su vicepresidenta, Dina Boluarte.

Estos acontecimientos enfurecieron a los seguidores de Castillo, y el descontento popular no cesó porque se trata de un pueblo hastiado. A partir de diciembre de 2023 Perú vivió intensas jornadas —con picos de tensión— en todos los escenarios, en las calles, en los medios, en las instituciones; fruto de la decepción, las demandas insatisfechas que venían desde antes acaparando las intenciones de los manifestantes que solo quieren un país próspero libre de esa podredumbre política y económica arraigada durante años.

La corrupción en las altas esferas pareciera ser la causa de tanto caos que sin dudas afecta la gobernabilidad. Recordemos que desde 2016 ningún presidente peruano ha logrado terminar su mandato, y en seis años han tenido seis mandatarios, de ellos cuatro han asumido su labor por sucesión constitucional, no por elecciones. Esto no es casualidad que suceda mientras el Poder Legislativo se muestra magnánimo, y llueven las denuncias en todos los sentidos, se destapa cierto paralelismo fujimorista, rechazo, represión, y discriminación.

De hecho, de acuerdo con Statista, la opinión pública nacional considera a la corrupción como el primer problema que afecta la sociedad peruana, seguido de la delincuencia y la crisis de la economía. Son tres de los aspectos que otorgan más inseguridad, y que según leo se siente generalizada, y por tanto genera desconfianza en los políticos, porque, evidentemente, no consiguen corregir la situación.

La verdad es que ni un solo gobernante ha logrado aprovechar el descontento ciudadano, los errores del pasado, y han perdido la oportunidad corregir a los predecesores y de crecerse para ofrecer un futuro distinto.

La doble moral es lo que impera. La misma Boluarte no se define, comenzó con tendencia a la izquierda y luego abrazó a sus antiguos adversarios de derecha. Con un escenario así no existe manera de confiar en los políticos, y si encima de eso tampoco se nota prosperidad para los menos favorecidos, y sí más riquezas para los bien posicionados… La misma película de siempre en todas partes.

La corrupción solo hace de Perú una tierra clasista y asolada por la cruenta realidad, con líderes que no quieren actuar, que gestionan la discusión pública desde el egoísmo y la incapacidad, y no hacen más que despreciar y ofrecer discursos vacíos, todo por aguantar lo más posible en sus puestos de ventaja.

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