Contracrítica: Poderosas y elocuentes omisiones en el frente

Contracrítica: Poderosas y elocuentes omisiones en el frente
Fecha de publicación: 
11 Mayo 2023
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¿Cuál es el papel de la violencia en la Historia? El filme Sin novedad en el frente, basado en la novela homónima de Erich María Remarque, nos lanza la interrogante desde el dolor y las llamas de una trinchera de la Primera Guerra Mundial. La trama toma como fuente lo acontecido en los últimos meses del Frente Occidental, donde cayeron 3 millones de hombres jóvenes de varias naciones en pugna. Se trata de una muestra dolorosa de lo que fuera una realidad hoy a veces obviada. Los conflictos no conducen a ningún beneficio, sino que llevan a seres humanos que no se conocen hacia acciones de odio y de muerte. Esta cinta, dirigida por Edward Berger, cuenta las peripecias de un grupo de amigos adolescentes que recién sale de la Escuela Secundaria y se enrola en la lucha, buscando la gloria prometida por los ideólogos militares alemanes. El drama comienza con un nido de zorros en medio de la nada, justo donde estuvieron las trincheras repletas de sangre, lodo y cadáveres décadas atrás. La pregunta existencial sobre el sentido de la violencia repercute en las conciencias y cae como un alud sobre el espectador.

Hasta el momento las adaptaciones de este periodo de la Historia habían sido visiones desde el bando ganador (Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos), pero uno de los valores de esta cinta es que añade el mal sabor de cómo vivieron los alemanes esta inmensa caída en los abismos de la crisis y la desesperanza. Llevados por el Káiser hacia un conflicto que los sobrepasaba, los ciudadanos atravesaron los horrores de un bloqueo que los hambreaba, además de la violencia desatada por las máquinas. Este último suceso sin precedentes hacía que los soldados se traumaran, pues eran víctimas de acciones de exterminio en las cuales se extingue todo tipo de miramientos o de convención humanitaria. Los muchachos que se adentran en el conflicto ni siquiera imaginan el nivel de nihilismo y de vacío que hay detrás de las frases de los militares que los compelen al frente. Existe todo un proceso de desasimiento filosófico en el cual renace una nueva conciencia del mundo luego del contacto con la muerte.  Tras varias escenas en las cuales se va cayendo la leyenda del honor y surge la realidad del deshonor, los jóvenes sufren una transformación y hallan el verdadero sentido de la guerra. Demasiado tarde, pues son ya parte de una maquinaria que los devora sin dejar espacio a otras visiones.

Si bien la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue mucho más mortal, con una cifra de muertos superior; la llamada Gran Guerra (1914-1918) posee la marca de ser la primera vez que los hombres se enfrentaron unos con otros mediante métodos industriales de exterminio, lo cual determinó la caída de paradigmas ideológicos y civilizatorios. En el filme se respira esa decadencia y angustia. El excelente trabajo con las atmósferas bélicas y la época, así como la minuciosidad actoral hacen que nos replanteemos el sentido que tiene la vida de hoy signada por una potencial guerra de proporciones mucho mayores. Si bien el libro posee una resonancia dramática más honda y aborda con detalle la psicología por ejemplo de los generales que envían a los jóvenes a morir, la cinta tiene a su favor la rapidez y la crueldad con que se suceden los hechos, lo cual coloca al espectador casi en la misma trinchera y ello genera una empatía favorable a la par que dolorosa. Las mejores películas bélicas son aquellas que entrañan un mensaje pacifista.

Por eso se observan en la cinta gestos que humanizan incluso a las escenas más dantescas. En medio de la nada irracional, uno de los muchachos se enamora de un dibujo de una mujer en uno de los carteles de publicidad que encuentra por el camino. En la secuencia en la cual se enfrentan a los tanques hay un nivel de horror solo comparable al infierno. Los trozos de los cuerpos y el lodo salpican la cámara y nos traen el mensaje de que el fin del mundo es una realidad casi al alcance de la mano. Allí mismo, aparecen los lanzallamas, en una especie de cuadro perfecto de la tortura. Nada queda a la imaginación, sino que la crudeza embarga el ambiente. En la mayoría de las cintas se habla de la visión británica o francesa del conflicto, pero en este caso se puede mirar desde adentro de las trincheras alemanas y ver cómo durante un bombardeo aliado, uno de los techos de dichos agujeros se viene abajo sepultando a cientos de muchachos aterrados. Todo matizado con las escenas más lentas y precisas de las negociaciones en las cuales la socialdemocracia trataba de pactar con el alto mando francés una paz lo más digna posible dentro del total declive de la monarquía imperial prusiana. Nunca una película fue más oportuna, mágicamente terrible. Es casi una predicción de lo que pudiera pasar con la Humanidad si se prosigue con la actual escalada entre grandes potencias.
 
Sin novedad en el frente se enfrentó con otros filmes de carácter histórico, como Argentina 1985, pero se llevó el Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera. Tanto por el reparto de lujo, el guion, así como por la puntería del tema. La nueva versión fílmica supera a la anterior en profundidad dramática y humanismo. Cabe recalcar que el libro homónimo fue quemado por el III Reich y prohibido por Hitler en 1933. Las copias de dicha novela estuvieron estigmatizadas como “literatura judía corrupta” como casi todo el pacifismo de la época. Eran los tiempos de Romain Rolland, quien escribió otra oda a la hermandad entre los pueblos, su famoso Juan Cristóbal. Algo advertía por entonces que la tragedia de 1914 a 1918 estaba por reeditarse y los líderes del extremismo y del odio estaban a la caza de todo aquel que denunciara el peligro. En el libro autobiográfico El mundo de ayer de Stefan Zweig se hablaba de la tristeza de los habitantes de Europa ante la inminencia de la tormenta y cómo ni siquiera los políticos más hábiles eran capaces de deshacer lo que parecía ser una especie de fatalismo demoniaco. Las escenas del nuevo filme del 2023 reeditan de alguna forma los llamados de atención y sirven como señal ante el probable colapso del orden hasta ahora conocido.
 


 

 

¿Cuál es el papel de la violencia en la Historia?, mostrarnos que la Humanidad es capaz de desasirse de su esencia y transformarse en un monstruo devorador de sí misma. En esa metáfora va la realidad de una obra de arte como esta versión fílmica. Si una película posee un valor práctico es Sin novedad en el frente. Nos sirve de terapia de choque para mirarnos en el espejo de la catástrofe, para indagarnos cómo fuimos capaces de permitir algo así y sobre todo si estamos dispuestos a afrontarlo de nuevo. Más que el principio de la belleza estética hay que buscar el de la fealdad lúcida. Hay horror, asco, infierno en estas secuencias y ello debe llevarnos a añorar la paz y el entendimiento. Pero las guerras surgen a causa de intereses que sobrepasan el intelecto más racional y que atañen al bolsillo de los amos del mundo. Entonces más que un llamado a través del cine, lo que requiere la gente es que se transforme una realidad plagada de conflictos de clase, en los cuales se expresan las fuerzas geopolíticas imperantes. El filme no obstante se queda en la reseña del dolor y en la deshumanización del gesto de la guerra.

 

Quizás haya una secuencia en la cual ese hombre compelido al conflicto comprende su lugar en el mundo, como cuando dos soldados –uno francés y otro alemán– se llegan a ayudar. Pero la tesis se esboza, no se desarrolla, apenas queda en el dibujo de lo que pudiera impulsar una vertiente más humanista. Las identidades nacionales y los idiomas, que los separan, palidecen ante el miedo más que normal de perder la vida. No obstante, la película posee poderosas omisiones que realzan más el valor de su narrativa. En esos cráteres el espectador puede completar la trama a partir de su propio sentido del universo. El carácter activo con que fue pensada la cinta en cuanto a su recepción es algo nuevo en el caso del cine de temática bélica, que en ocasiones padece de un retoricismo que le resta interés estético. Sin dudas toda cinta en esta línea nos remite a El Gran dictador de Charlie Chaplin, una pieza en la cual al final existe un famoso monólogo pacifista que reinterpreta la vida y la guerra y les da los matices necesarios de acuerdo con una cosmogonía donde el hombre y no los intereses está en el medio. Lograr el mismo nivel de discurso sin que haya reiteración ni retórica es el reto de cualquier obra pacifista. Sin novedad en el frente no aburre, sino que conmueve, da escalofríos, está pensada para que la gente tome partido. No es algo que pueda verse desde la pasividad. He ahí la vertiente discursiva que se logra y que genera un impacto en las audiencias, una catarsis si se quiere y por ende una relectura del presente a partir del prisma del dolor del pasado.

El papel de la violencia en la Historia tendría que ser el aprendizaje de no repetir los hechos macabros. En este sentido, todo el arte pacifista se vuelca en las tesis que muestran los horrores como una negación de nuestra esencia como especie. Pero, como crítica sana, hay que añadirle a Sin novedad en el frente que concentra toda la causalidad del conflicto en el egoísmo y la banalidad de los militares, sin ver las cuestiones macro históricas que se movían más allá de esa visión emocional y válida de la Primera Guerra Mundial. La muerte de los jóvenes que buscaban la gloria en el frente es absurda, pero ello estaba motivado por una racionalidad sombría, la de la conciencia imperialista del mundo. Lo que pasó entre 1914 y 1918 no fue solo el odio entre las principales monarquías europeas, sino el choque de intereses entre los empresarios y magnates en busca de mercados y de materias primas. Ahí hay que ver el verdadero rostro del dolor. Falta poner este aspecto con claridad y darle en la cinta el peso que lleva, de lo contrario todo queda a un nivel muy emotivo.

No obstante, la pieza logra su cometido artístico y merece el lauro otorgado. Como una especie de ensayo contra la guerra, se erige y nos muestra no solo el horror de los que confluyen en el conflicto, sino y sobre todo el de los vencidos. En las secuencias finales se respira la angustia de la condición humana sojuzgada por los intereses más espurios y lacerantes. Hay un rencor y a la vez un deseo de que exista un ápice de esperanza en la bondad de los otros. Esa luz que no aparece y que se aguarda en la finitud de nuestro dolor como especie es lo que encierra la trama de la cinta. Hermosa poesía que se resiste a verlo todo desde un fatalismo ajado, sin fin, que perpetúa el absurdo.

Sin novedad en el frente es en sí misma una frase que posee varios sentidos, el más literal referido a que durante la guerra de posiciones los contrincantes no avanzan y pagan un precio muy alto en cuanto a vidas perdidas en cada uno de los intentos de asalto. Pero también hay en el título un mensaje más devastador, ese que nos muestra cómo la Humanidad vuelve sobre los mismos errores, repitiendo la Historia.  Así, cada vez que se ve a los hombres luchando a muerte unos contra otros, habría que decir que no hay novedad, que la escena dantesca se copia de otras tantas y que los resultados serán iguales o peores. El papel de la violencia reside en que no la ejerzamos jamás como una forma de resolver diferencias. Sobre todo, porque los seres humanos nos parecemos mucho más de lo que creemos, ya que lloramos ante las tragedias y buscamos la felicidad desesperadamente.

Ese rayo de esperanza, si bien débil, aparece en la cinta en cada una de las secuencias y toma mayor protagonismo en la medida en que la guerra aplasta a los personajes y nos muestra la finitud y el absurdo de sus móviles y motivaciones iniciales. La transformación ha sido cruel y ahora, casi despojos de lo que fueran hombres jóvenes y llenos de risas, se arrastran en los pasillos más oscuros de nuestra condición. Como la imagen de la mujer en un anuncio de publicidad de la cual se enamora uno de los muchachos, la vida se torna en una alusión grotesca y maltratada. El nido de zorros de inicios de la película permanece inalterable, desde allí se ha narrado este poderoso flashback que recorre las tramas particulares de los cadáveres que allí yacen. Todo el dictamen en torno a la guerra versa sobre el absurdo y la necesidad de buscar un sentido. El aprendizaje está en el aire, recorre las copas de los pinos, nos observa desde un punto indefinido. Movimiento de cámara con el cual el director dibuja de manera magistral el devenir de la conciencia humana, su indagación inquieta, sus emociones.

 

 

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