¿Cómo no esperar?
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Fotografía tomada de Internet
Un consejo que nos repiten durante toda la vida, y que es muy difícil de cumplir, es aquel que tiene que ver con no esperar nada de nadie. Es cierto que si no tenemos expectativas significa no sufrir el desencanto cuando no se cumplen del todo. Sin embargo, es casi imposible no hacernos ilusiones, aunque sean pequeñas. Y lo peor es que esa frustración, trae dolor.
Las personas no logramos ese desapego ideal, por mucho empeño que pongamos. Necesitamos respuestas, y, en otros casos como el afecto, reciprocidad. Cuando un asunto es realmente importante, siempre vamos a esperar un resultado, aunque, lógicamente, sería excelente poder bloquear ese deseo, y simplemente, fluir. ¿Cómo no esperar? Nos dicen eso como si pudiéramos amar sin soñar que nos aman, sin anhelarlo desde las entrañas con una necesidad imperiosa.
Eso de dar sin recibir es más que una utopía, no funciona con los sentimientos y otros acápites de la vida. He preguntado a muchas personas y todas coinciden en lo tremendamente difícil que es materializarlo cuando sentimos, y que es un pensamiento altruista que solo es posible en la ficción, de dientes para afuera.
Un asunto es que organicemos una obra de teatro sin la certeza de si será o no bien acogida, de si irá suficiente público, y que actuemos con todo entusiasmo tanto para una persona como para veinte, pero, muy en el interior esperamos que la sala se llene y que guste la presentación. En ese caso es posible manejar la esperanza, aunque tengamos deseos.
Diferente es cuando queremos, cuando de otro depende nuestra realización personal porque no somos trabajadores sociales de los afectos para obrar generosamente sin correspondencia, sin más pretensión individual. ¿Cómo no depositar en el otro una dosis importante de nuestro bienestar?
Lo mutuo nos obsesiona, por eso, aunque no lo gritemos, cuando decimos “te quiero” nos satisface que nos respondan lo mismo. Lo decimos con el deseo subliminal de ser recompensado con igual cantidad de amor. Nos reconforta, nos hace sentir plenos, y lo contrario, nos trae más que frustración, desilusión.
¿Podemos amar sin esperar? Es posible sentir amor sin suficiente alimento afectivo, no obstante, sentirlo no nos garantiza que nos lo sea devuelto, pero, en realidad, sí deseamos que así sea, que despertemos lo mismo en el otro. Lo contrario, el silencio, el vacío, trae desesperanza, y duele.
Entonces, ¿de dónde sale el consejo aquel de no esperar de los demás? ¿A alguien le habrá resultado?
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Carlos de New York City
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