Y deben ser pocos los nacidos en esta Isla mayores de 50 años que nunca hayan tarareado o bailado un bolero, sobre todo asociado a momentos románticos.

Foto: Kathrin Ziegler

Pero no es solo cosa del pasado. La reciente declaración por la UNESCO del bolero como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ratifica que ese género nacido en Cuba no permanece “en la penumbra de un farol que agonizaba”, parodiando al conocido bolero Noche de angustia.

Fue el pasado 5 de diciembre cuando el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) aprobó la inscripción de la práctica cultural del Bolero en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) de la humanidad.

Foto:: tomada de cubaminrex.cu

El fin de esta aprobación, resultado de la propuesta contenida en el expediente binacional “Bolero: identidad, emoción y poesía hechas canción” presentado de manera conjunta por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Ministerio de Cultura de Cuba, tiene como finalidad “fortalecer su composición, interpretación, la transmisión de sus conocimientos y sus prácticas identitarias”, según detalló la propia organización internacional.

Los cubanos, que lo queremos tanto

Este género nació en Santiago de Cuba, en 1883, de la mano de los sentimientos del compositor y guitarrista José Vivanco Sánchez Hecheverría (1856-1918).

Pero el mundo lo conoce como Pepe Sánchez, maestro de los trovadores santiagueros, entre quienes se incluye Sindo Garay, a quien conoció de niño y puso en las manos su primera guitarra. Aunque nunca estudió música, era sastre, su sensibilidad, sentido de la armonía y disciplina en el estudio y práctica musical hicieron situaron a sus composiciones entre las más populares de la época.

Imagen: captura de pantalla Cubavisión Internacional

A este director y fundador del afamado Quinteto de Trovadores Santiagueros se le reconoce como el creador del bolero a partir de su composición "Me entristeces, mujer”, concebida en 1883, y que, originalmente se nombrara “Tristeza”, pero al ya estar inscrito otro número con igual nombre, adoptó el primero mencionado.

Desde entonces, aupado por talento y sentimiento, su elegancia musical y poética le llevó más allá de las fronteras cubanas y llegó a México hace poco más de un siglo.

En Latinoamérica y más allá han resonado composiciones memorables como “Bésame mucho”, “Lágrimas negras”, “Si me comprendieras”; y, de la autoría de Pedro Junco, “Nosotros”, del que aseguran es uno de los boleros más cantados en el mundo.

Muchas han sido las épocas de oro del bolero en Cuba, multiplicado y engrandecido por voces como las de Isolina Carrillo, Orlando de la Rosa, Pedro Junco, César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Adolfo Guzmán y el dúo Piloto y Vera, por solo mencionar unos pocos.

César Portillo de la Luz continúa con nosotros en la distancia. Foto: Ernesto Mastrascusa.

“El bolero representa un componente fundamental de la canción sentimental de América Latina, cuyo alcance trasciende las fronteras regionales”, aseguró, con motivo de la decisión de la UNESCO, la embajadora y representante permanente de la República de Cuba ante esa entidad, Yahima Esquivel.

Similar tesis dejó subrayada en el Diccionario de la música cubana, el musicólogo Helio Orovio al asegurar que “constituye la primera gran síntesis vocal de la música del país, que al traspasar fronteras registra permanencia universal”.

Amar en tiempo de bolero

Además de los cantantes ya mencionados, otros como Benny Moré, Bola de Nieve, Vicentico Valdés, Lino Borges, Fernando Álvarez, Elena Burque y el Buena Vista Social Club con Ibrahim Ferrer, Elíades Ochoa y la inmensa Omara Portuondo, igual han hecho vibrar a muy diversas generaciones a ritmo de bolero.

Mientras que, en otras latitudes, del mismo modo han popularizado ese género figuras como Armando Manzanero, María Greever, Chavela Vargas, Luis Miguel, Daniel Santos y Lucho Gatica.

Armando manzanero en su concierto en Cuba, en julio de 2018. Foto: Gabriel Guerra Bianchini.

Claro que no han faltado aquellos que califican de cursi a las letras de los boleros, pero a esos solo cabría recordarle aquel verso de Nicolás Guillén: “A veces tengo ganas de ser un cursi
para decir: La amo a usted con locura”.

Tal ha sido el poder del bolero, que los más disímiles espacios le han hecho sitio, desde renombrados teatros, salones de baile, cabarets, hasta la intimidad de cualquier hogar.

La emblemática Omara Portuondo, cuyo nombre permanecerá siempre enlazado, además de al feeling, también al bolero, declaró cuando este fue declarado en el 2021 Patrimonio Cultural de la Nación, que tal decisión era "un homenaje a tantos artistas y boleristas del mundo y de Cuba, y también a tantas personas que se han enamorado con un bolero".

Omara Portuondo confiesa que su bolero preferido es "Veinte Años", de María Teresa Vera con texto de Guillermina Aramburu. Foto: tomada de fotosdlahabana.com

Igual resulta extensiva esa consideración suya a este nuevo posicionamiento del género como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Porque, aun cuando la tecnología se haya abierto paso también en el ámbito musical y ya se generen melodías y canciones con la Inteligencia Artificial, de todos modos, el bolero ha dejado su huella en muchos, incontables amores, y lo seguirá haciendo aun en este mundo digital y con virtualidad mediante.

Pruebe usted si no a tararearle en susurros al amor de su vida: “bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez…”

Foto: Internet