BALLET EN FESTIVAL: Una sinfonía para abrir la fiesta
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Hoy comienza el XXVII Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso. Y la obra escogida para la gala de apertura de esta noche es una declaración de principios. Con Séptima Sinfonía, del alemán Uwe Scholz, el Ballet Nacional de Cuba (la compañía anfitriona) apuesta por la extraordinaria capacidad de renovación de un arte que es por esencia dinámico. El ballet nunca será objeto de museo. Tradición y contemporaneidad: esas son las banderas que enarbola la agrupación que dirige Viengsay Valdés. Y el Festival pretende honrar esa línea de trabajo.
La obra de este jueves es una 'sinfonía visual', con todo lo que implicaría el concepto: multiplicidad de tonos, confluencia de registros, desarrollo unísono en varios planos, sucesión de tiempos, variedad compositiva, dinamismo en el diseño. De la Séptima Sinfonía de Beethoven y Scholz se pudiera decir lo que se solía afirmar de las transcripciones sinfónico-coreográficas de Balanchine: casi se puede 'ver' la música.
Es notable aquí la gran cultura del coreógrafo, que comprende la naturaleza esencial de la partitura y honra sus peculiaridades. Los bailarines parecen habitar el mismo ámbito de la música. El movimiento se ajusta a lo que se escucha y al mismo tiempo abre un abanico de posibilidades plásticas.
La lógica compositiva de Scholz recrea los caminos formales de Beethoven: es evidente en la repetición (con puntuales variaciones) de frases, el uso del canon, la alternancia pirotécnica de solistas y cuerpo de baile, los matices que definen intenciones.
El resultado es un entramado muy bien articulado, que jamás resulta aburrido o cansino: la reiteración en Beethoven (y en Scholz) nunca es cacofonía: es triunfo del clasicismo desprejuiciado en el más inspirado espíritu romántico. A lo que el coreógrafo aporta oleadas de relativa modernidad.
El Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso concluirá el próximo 13 de noviembre. Hay mucho para ver y contar.
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